Identidad cultural, globalización y el interior del interior
30May21En ciertos rincones de nuestras provincias aún podemos percibir o encontrar una identidad cultural que se manifiesta, transmite y enriquece, ¿es difícil de encontrar? podemos suponer que sí, pero existe y está más viva que nunca.
Por Leo Acuña
El presente artículo pretende poner en discusión algunos aspectos que hacen a la identidad cultural, la globalización y de qué manera se manifiestan estos procesos en el Interior del Interior.
Cada región, provincia, pueblo o barrio está signado por una cultura que ha sido construida con el paso del tiempo, a partir de la forma de vida de sus habitantes, sus costumbres, sus vestimentas, sus comidas, su arte, etc. y que se condice con el paisaje geográfico a donde pertenecen, estos aspectos describen la identidad cultural.
Si escuchamos el sonido de un acordeón, al instante pensaremos en el Litoral, en su tierra colorada, en el Río Paraná, o si nuestros ojos observan los colores de un poncho de aguayo emprenderemos un viaje por cerros coloridos, pueblitos de adobe y sentiremos el viento cantando a través de sikus, quenas y zampoñas, que nos regala nuestra Región Andina. Así podríamos seguir describiendo cada una de las regiones de este país tan extenso, diverso y maravilloso.
Por otro lado, “La globalización de la cultura es una consecuencia del desarrollo industrial”, asegura la comunicadora, Carolina María Salas Pagliano. En este sentido afirma que la ambición normal de toda industria cultural es conquistar el mercado mundial difundiendo sus producciones tanto en Estados Unidos como en Calamuchita. Contrariamente a ello, la cultura de los esquimales o la del conurbano bonaerense está estrechamente localizada y no tiene ni la ambición, ni los medios como para difundirla mundialmente. Finalmente, Carolina sentencia “La industria se inmiscuye en las culturas-tradiciones, las transforma y a veces las destruye”.
Ahora bien, quiero proponerles que nos detengamos en un par de cuestiones. En la actualidad, ¿conocemos, o reconocemos aquellos aspectos que hacen a la construcción de una identidad cultural? Y, por otro lado, en un mundo tan globalizado ¿se han perdido aquellas culturas regionales?
En primer lugar, podemos suponer que, en la actualidad con el fácil acceso a la tecnología, el avance en comunicaciones y la gran cantidad de información con la que disponemos, se nos hace posible conocer cualquier cosa en cualquier momento, basta con tipiar en el buscador aquello sobre lo que pretendemos saber y listo. Sin embargo, en ese océano de información se dificulta, por diversas razones que no ahondaremos en este artículo, encontrar las expresiones culturales profundas que transmiten la esencia de cada región.
En segundo lugar, la globalización ha hecho y hace que la identidad cultural de los pueblos se desvanezca, se destruya, pierda consistencia, todo tiende a homogeneizarse. En este sentido podemos observar, sobre todo en las ciudades, como se repiten patrones de organización urbanística y con ello de comportamientos sociales. Esto, sumado al bombardeo mediático al que estamos expuestos hacen que nuestra identidad cultural se construya sobre la base de la imposición de una Cultura Industrial, esta finalmente nos condiciona.
En consecuencia, esta industria relega a un costado nuestra historia personal, la que heredamos de nuestra familia y nuestra propia experiencia. Salirse de esta condición implica adentrarse en las raíces y el conocimiento de nuestra verdadera identidad, reconocerse como un eslabón más en la historia de nuestra cultura y a partir de allí enriquecerla.
También, esta homogenización de la que hablamos, es la que primero aflora cuando nos disponemos a conocer más sobre la identidad cultural de un pueblo, son esbozos de una identidad ultrajada, manipulada, tergiversada y sobre todo comercializada. Nos encontramos con productos culturales hechos a la medida de los mercados.
Por suerte existe “el interior del interior” donde todavía la contaminación cultural es resistida, a través de exponentes de las culturas regionales en las diferentes áreas del arte, encuentros culturales a lo largo y ancho del país que se alejan de la lógica de los grandes festivales, organizaciones que militan la cultura como un modo de transformación social. Se percibe una especie de terquedad por mantener viva la llama de la identidad, esa transmisión generacional del conocimiento, de regar continuamente las raíces de lo que somos, pero ojo, siendo conscientes y asumiendo que pertenecemos a este presente y que la cultura no es estática, está en continuo movimiento, se nutre de otras culturas, se transforma pero mantiene la esencia a través del respeto, la valoración y el profundo conocimiento de aquello que se pretende mantener vivo y transmitir, lo genuino, lo verdadero.
Foto: Sofi Giacomeli (Carnaval Barrial de Villa Nueva 2020- en Villa del Dique)