Asesinan a un maestro del pueblo Inga en Colombia

Asesinan a un maestro del pueblo Inga en Colombia

2Jun21 0 Por Admin

Adriana Anacona M. Docente e Investigadora Social. Universidad del Valle. Integrante del Consejo Latinoamericano de Investigación para la Paz. Movimiento Nuevanormalidad.  En memoria de un hermano de vida.

Sebastián Jacanamijoy era un maestro de vida del Pueblo Inga y otros pueblos hermanos, un joven de 25 años que fue asesinado el 28 de mayo del 2021 en Cali, en el punto de concentración de Meléndez. Su asesinato realizado con sevicia producto de una violencia basada en un racismo estructural y paramilitarismo que existe en Colombia de antaño, y que en este paro lamentablemente es promovido por el gobierno nacional y sus medidas de “asistencia militar” y por una postura declarada de su partido político que prometió desde el 2016 hacer de los Acuerdos de Paz “trizas”. Y lo ha intentado desde el día 28 de abril, con total sevicia y odio hacia todas las expresiones de protesta social que de forma pacifica exigen al Estado lo que está escrito en la Constitución desde 1991: derecho a la vida, al trabajo, a la educación, a la salud. Las demandas son justas, porque lo que intentan es reducir las brechas de desigualdad y reconocer las propuestas que las comunidades organizadas y en proceso de organización han expuesto mucho antes de este escenario denominado de “estallido social”, y que me atreveré a denominarlo “transformación del conflicto”.

Y lo denomino de este modo, porque Sebastián, mi amigo hijo del proceso político organizativo de los pueblos indígenas en Colombia, haciendo parte activa del Cabildo Indígena Inga de Cali, me dijo el 03 de mayo en la Universidad del Valle “estamos aquí porque esta situación tiene que cambiar”, y se refería a la necesidad que tenemos la mayor parte de la población colombiana es que se brinden oportunidades y se reconozca nuestra capacidad de incidir y actuar en los cambios de nuestras propias realidades “el gobierno necesita escucha, y aquí estamos haciendo este camino” dijo este joven que tenía a su país en el corazón.

Sebastián, era un maestro de vida, que tenia mucha claridad sobre su país, sobre los 115 pueblos indígenas que existimos en este gran territorio, abundante y lleno de riqueza de la madre naturaleza, sabía con detalle de las necesidades de más de 170 organizaciones indígenas en contexto de ciudad, porque las vivía en carne propia, sobre todo sabía de las diez comunidades indígenas organizadas como cabildo en Cali, porque a tan temprana edad ya había sido directivo o líder de su comunidad en esta ciudad.

Era un joven, líder indígena inga que juntaba y convocaba a distintos pueblos y personas sin importar la edad, su proyecto de organización de jóvenes seguro lo haremos en su memoria. Conversaba con total confianza y serenidad como lo expresaba su mirada, su bella sonrisa y su abrazo acogedor. En Colombia, y en el suroccidente, además lo conocimos por la práctica de la medicina ancestral. Desde muy temprana edad hacia presencia en los espacios con su atuendo tradicional, y crecía espiritualmente con su maestro, guía espiritual. Su atuendo, el uso de la simbología, su lengua nativa siempre la llevaba en cada espacio, y así estaba, vestido como un Inga hermoso el día 28 de mayo. Era visible y fue visible los 30 días del paro nacional.

Cuando fue impactado por la bala asesina, no sabemos si hubiese sobrevivido, la brigada médica lo asistió, pero en medio del caos y la complicidad entre los violentos, las agresiones continuaron en el punto de Meléndez hasta la madrugada, que hizo difícil su paso de traslado a un centro hospitalario. Porque así es en Colombia cuando un cuerpo de un joven indígena o afrodescendiente cae por balas asesinas, que comete el único delito de pensar y actuar, todo es más demorado, todo tiende a complicarse en proporción.

Sebastián quería ser docente, estudiaba matemáticas en la Universidad del Valle, era el pilar fundamental de su madre. Ella ahora ha quedado sin su mano amiga, el hijo que la ayudaba a progresar, como a muchas madres que guardan su esperanza en sus hijos que SIEMPRE HAN SIDO ALGUIEN y que nadie tiene derecho en llamarlos vándalos, porque ellos son NUESTRA VIDA, NUESTRA RAÍZ. Era un hombre joven indígena responsable, disciplinado que prefería acompañarte hasta el final que dejarte sola en la calle. Así era, solidario, además de franco, contestario y de posturas consecuentes con su pensar y actuar. Quizás eso no agradaba mucho, porque no basta con ser amable, era un joven muy crítico y consecuente. Su defecto, confiar, confiar demasiado en los demás y en la misma fuerza espiritual, quizás pensó que nunca lo tocarían las balas, no sabemos porque jamás, NUNCA busco la confrontación armada, siempre fue su ancestralidad su derrotero de vida para actuar. Alguna vez lo vi molesto, muchas veces, su malestar era la injusticia social, le molestaba la mentira, el engaño y el egoísmo, y le encantaba además de la medicina, la danza y hacer amigos en todo lugar.

Por su fuerza y belleza era practicante de la danza andina, nos representaba a nivel internacional, la última vez que había participado en un encuentro global de danza fue en el 2019, cuando junto con sus compañeras y compañeros recogieron fondos para poder viajar a Bolivia.

Era un líder joven indígena inga que tenía un proyecto de vida que incidía en la vida de quienes tuvimos la dicha de conocerlo, era ya un maestro de la medicina ancestral y le faltó terminar la universidad para ser docente de matemáticas y seguirnos enseñando a sumar que juntos somos más. Combinaba su espiritualidad con esa racionalidad, quizás por eso a sus 25 años era tan maduro, alegre sin duda, pero maduro en su pensar y actuar. Sus argumentos, cantos y acciones siempre convocaban a la unidad de toda abya a yala, su canción preferida amigos en Latinoamérica, y cantaba “Guasca, Guasca te voy a dar pa´ que te acuerde de mí”, sus cantos significaban fuerza en unidad, porque eso era nuestro hermano Sebastián, unidad de vida en pluralidad.

Lo extrañaremos físicamente, sin embargo, su recuerdo, su palabra, su alegría, su ejemplo y su tenacidad, es decir su fuerza para organizarnos como pueblos hermanos, queda vivo entre nosotros, queda en cada corazón como convicción.

Porque aunque los violentos en este país, Colombia, han intentado dañarnos desde dentro, desde dentro nos sanamos, y eso deja la vida, la trayectoria de Sebastián Jacanamijoy su vida y su labor es de esperanza y alegría, y quizás tenía que morir de forma tan dramática para que la misma CIDH (Comisión Interamericana de Derechos Humanos) anunciara que entre el 8 y 9 de junio visitará a Colombia para verificar las múltiples denuncias de la violencia estatal.

Sebastián el 28 de abril cerró la movilización con un acto ceremonial en la plazoleta San Francisco de la Gobernación del Valle, en su capital Cali. Y el 28 de mayo marchó en compañía de sus amigos, luciendo con orgullo su atuendo ancestral y armonizando cada espacio con música y danza, y así lo recordaremos caminando e insistiendo que en Colombia queremos Paz, Vida y Unidad, y quizás este dolor que nos produce como pueblos hermanos sea el cambio del conflicto que él mismo soñada, un conflicto que se transforma y que debe brindar las condiciones de vida digna para un bien-estar en pluralidad. Rechazamos tu asesinato y el de más de 60 jóvenes en Colombia durante este paro, rechazamos la brutalidad policial, rechazamos los odios que inscriben la agenda mediática en los discursos de vándalos, de indios, negros, pobres, en ese discurso de seguridad y de paz de legalidad que lo que promueve es la práctica sistemática de asesinar a nuestros líderes y lideresas, rechazamos y denunciamos que en Colombia se asesina a todo a aquel que expone sus argumentos para construir en pluralidad.

Por eso Sebastián en tu memoria la resistencia pacifista y el tejido como práctica de vida sigue fuerte cada día. En este Inti Raymi, Fiesta al Sol, fiesta de la cosecha o nuevo año andino, te recordaremos con varios homenajes, porque además fuiste tú, uno de los jóvenes indígenas que durante el año 2020, en medio del confinamiento que provocó la pandemia del covid.19, mantuvieron viva la práctica cultural, y entre el 16 al 26 de junio enseñaste danza andina de forma virtual, para que pudiéramos sentir la fuerza transformadora que tiene el hecho de ser y vivir siendo orgullosamente indígena.

Gracias hermano por tanto, a tu madre, tu familia, comunidad, tu pueblo gratitud por dar tan fuerte semilla y cosecha, símbolo de unidad y de esperanza.

Jallalla, jallalla hermano!

02 de Junio de 2021