Impuesto global a las multinacionales: ¿Les toca pagar a ellas?

Impuesto global a las multinacionales: ¿Les toca pagar a ellas?

8Jun21 0 Por Admin

Se confirmó un primer acuerdo entre los Ministros y Ministras de Finanzas del G-7 para la aprobación de un impuesto global a las grandes multinacionales. Sin embargo, la medida que tiene un camino que recorrer para su implementación, presenta varias limitaciones

Por Victoria Ríos

El G-7 está integrado por los siete países más ricos del mundo (Canadá, Estados Unidos, Japón, Francia, Alemania, Italia y Reino Unido), pero no incluye a China. Luego de varias negociaciones y propuestas, el sábado pasado los Ministros y Ministras de Finanzas de los países miembro lograron un acuerdo para las bases de un nuevo sistema fiscal internacional. Se trata de la propuesta de establecer un impuesto mínimo global para las grandes corporaciones multinacionales. Cabe destacar que el principal impulso a la iniciativa provino de Joe Biden, presidente de los EE.UU; Biden busca poder frenar la fuga de rentas hacia otros países y financiar proyectos de infraestructura en el interior de su país. Además, estos países buscan reducir el endeudamiento y hacer frente a los gastos que han surgido a partir de los efectos de la pandemia de la Covid-19.

La medida acordada apunta a la creación de una tasa impositiva mínima global del 15% para las multinacionales. En particular se piensa en las grandes empresas tecnológicas -Apple, Google, Amazon y Facebook- cuyo crecimiento en los últimos años y beneficios durante la pandemia son notables. Estas empresas, que realizan sus ventas y tienen sucursales alrededor del mundo, suelen reducir sus cargas impositivas dado que su residencia fiscal y, por lo tanto la declaración de sus ganancias, se encuentra en países donde la carga de impuestos es baja (los conocidos paraísos fiscales). Las grandes empresas tecnológicas integran mercados altamente concentrados, monopolizando la propiedad intelectual y la apropiación de datos. La idea del G-7 es fundamentalmente reducir lo que se conoce como “dumping fiscal”, que refiere a la competencia de países en bajar impuestos con el fin de lograr la radicación de las firmas en ellos. El objetivo de la propuesta es desincentivar que esto suceda y aumentar la recaudación en los países de origen. Este mecanismo de evasión no es ajeno a nosotres. En Argentina, por ejemplo, las sociedades que integran el consorcio IRSA tienen base en paraísos fiscales como Bermudas, Caimán y Uruguay, Tenaris de Techint tiene sede en Luxemburgo y Mercado Libre en Delaware (EE.UU.), entre otras.

El impuesto global se aplicaría sobre las ganancias en el extranjero. Es decir, si el país donde se radica la empresa tiene una tasa impositiva menor, el gobierno de origen puede cobrar y recaudar la diferencia hasta llegar al 15%. La real aplicación de este impuesto aún se encuentra en carrera y se espera que logre la fuerza necesaria para avanzar en las negociaciones en el G-20 (cuya reunión será en julio) y en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Entre las declaraciones de los ministros y ministras involucrados enfatizan el carácter histórico del acuerdo y su objetivo de “reformar del sistema fiscal global para que se ajuste a la era digital global y garantizar que las empresas adecuadas paguen los impuestos adecuados en los lugares adecuados”. Agregan también que “esta tasa mínima global pone fin a la carrera a la baja del impuesto de sociedades y garantiza justicia para la clase media y los trabajadores de todo el mundo”.

Sin embargo, todo lo mencionado no escapa de limitaciones. En principio es necesario contextualizar que, el avance de la globalización y la financiarización de la economía llevó consigo la mayor deslocalización productiva, es decir producir en distintos puntos de acuerdo con la conveniencia respecto a la carga impositiva, valor de la fuerza de trabajo, costos, etc. con el objetivo de aumentar las ganancias. Por un lado, como destacó vía Twitter el Ministro de Economía de Argentina Martín Guzmán luego de celebrar el acuerdo, la tasa mínima del 15% es baja y podría prontamente transformarse en una tasa máxima; la propuesta inicial pensada por el gobierno de Biden rondaba el 21%, lo que indica que EE.UU. mismo apuntaba a colocar un piso más alto. Por otro lado, grandes captadores de beneficios y de renta especulativa como los tres grandes de las finanzas globales (BlackRock, Vanguard y State Street) no estarían sujetas a esta nueva tasa mínima global. La medida es un avance si se compara con regulaciones actuales y se encuentra en línea con la necesidad de aumentar la recaudación de los Estados en un contexto donde quedan cada vez más expuestas las desigualdades y crisis tanto en el ámbito productivo como reproductivo. De todas formas, no escapa a las propias contradicciones entre la acumulación capitalista actual y las limitaciones de los Estados necesarias para sostenerlo.

Imagen destacada: Colectivo Editorial Quimantu