Gerardo Morales y el arte de barrer bajo la alfombra
10Jun21Casos en aumento, elecciones en puerta, control total de las instituciones y hegemonía transpartidaria: la apuesta de un gobierno que hunde a Jujuy mientras mira el sillón presidencial.
Por Juan Pablo Alba
Mirá el avión. Allá en lo alto, brillan las oportunidades para todos: escuelas, millones de vacunas, energía renovable, cambios de matriz productiva. No mires el suelo: acá abajo la frazada es corta, abriga a unos pocos y el frío de la indigencia se cuela por los agujeros de una manta podrida, previamente fagocitada por las polillas, es decir, los buitres de siempre.
Inauguración de carteles, anuncios más que obras, más idas y vueltas en el discurso que anunciante de feria, y sin embargo, garantizando su hegemonía, al menos por ahora. Así camina el hijo preferido de Cambiemos que anida por el norte: sin sustento real para un discurso que suena esquizofrénico.
¿Cómo logra Gerardo Morales seguir barriendo bajo la alfombra, sin que un amplio sector de la población note la montaña de basura que tiene en frente? Una provincia estallada de casos Covid, con el mayor índice de muertes cada 100.000 habitantes del país, con escuelas abiertas decenas de docentes fallecidos, marcha casi sin resistencia hacia un abismo político, social y sanitario: las próximas elecciones legislativas.
“Te mando la info a vos, nosotros no podemos hablar del tema”, mensajean colegas que, por esas cuestiones estructurales de las provincias feudales, no pueden ejercer su profesión libremente: el grupo de Whatsapp de periodistas organizado desde el propio gobierno, marca la agenda, las fuentes, los temas, censura voces y hechos, todo bajo la presión de pérdida de pautas comerciales.
Asociado a una gran parte de la falsa oposición política que encabeza la dirigencia oficial del PJ, una política comunicacional pensada al milímetro para encubrir la realidad y despolitizar los debates, sumado a un férreo manejo de la justicia desde el ejecutivo, Gerardo Morales representa una especial de “totalitarismo del siglo XXI”, concentrando poderes, decidiendo a dedo cuál caudillo, convirtiendo a la legislatura en una escribanía, sin siquiera sonrojarse: “votá los diputados de Geardo”, dice el slogan oficial de campaña. De él: no son del pueblo, ni de los intereses del vecino o vecina. De “ĖL”. Puro Súper Yo: Gerardo se convirtió en todo lo que decía odiar: un tupaquero, pero sin milagros.
Mientras el médico al frente del Comité de Emergencia se pasea por la provincia en su campaña por ser diputado, en Jujuy se respira muerte, pero todo sigue como si nada.
En la región ahoga el hambre, y las reacciones son mínimas, con un campo popular tan fragmentado, que difícilmente pueda hacerle cosquillas al armado oficialista y sus socios/aliados (con el “peronista” empresarial Rivarola luciendo la 10 en ese armado) en otras listas: ¿cómo pincharle la burbuja, mearle la sopa, pararle la mano, cómo dejar en evidencia al emperador desnudo, en estas condiciones? Un monstruo que aplasta y pisa fuerte en estas tierras, mientras mira con ambiciones hacia la Casa Rosada.
Quizás las respuestas vengan de dónde siempre han venido: cuando crezca y se magnifique ese rumor que desde las calles crece, a un ritmo quizás menor del necesario, pero que evidencia un polvorín de hartazgo que en unas semanas se juega una pulseada ante las urnas: nada pareciera impedir esa fiesta de poder en que ojalá, las boletas que se depositen, sean para pasarle factura a un gobierno que nos debe mucho, muchísimo a su pueblo (y al tesoro nacional: es la provincia más endeuda del país), y solo nos condena al abandono y el abismo sanitario.
¿Cuantos le dan de comer al chancho superyoico? Un Gerardo Morales es funcional a sostener una grieta para que las majestades jueguen a las alternancias mientras los plebeyos tragan humillaciones y alguna vez vomitarán odio al represor.