Borges y sus universos encontrados

Borges y sus universos encontrados

14Jun21 0 Por Admin

El 14 de junio de 1986, hace 35 años, fallecía Jorge Luis Borges, el escritor argentino con profunda incidencia en el universo de la literatura. Universo que trasciende la ficción y la crítica, juguetea con la filosofía, conmueve la certeza de la política y torna evanescente la historia.

Por Darío Balvidares

No es fácil, en pocas líneas, traducir a Borges; por dónde empezar;  seguramente aparecerán artículos en algunos medios y columnistas en otros que resaltarán sus contradicciones políticas desde sus comienzos, primero cercano al Yrigoyenismo y luego afiliado al partido Conservador. Incluso, alguien recordará,  que formó parte del comité de intelectuales jóvenes de apoyo a Yrigoyen,  junto a Leopoldo Marechal, Enrique González Tuñon, Oliverio Girondo, entre otros.

Más temprano que tarde,  dirán los memoriosos,  que el odio por el peronismo lo llevó a escribir La fiesta del monstruo, un relato paranoico como El Matadero de Esteban Echeverría, en el que  el unitario es ultrajado  por mano de la “chusma” de la “restauración”; mientras que en el de Borges esa figura es reemplazada por un “intelectual judío”.  La parodia se completa con el avance del “aluvión zoológico” sobre el intelectual  (Piglia 1990).

También dirán que almorzó, cuando estaban por promediar los dos meses del inicio de la dictadura, con el genocida, Jorge Rafael Videla, junto a Ernesto Sábato y otros comensales en el programa de Mirtha Legrand.

También se hablará de que cuatro años más tarde se muestra como opositor al golpe y firma una solicitada, junto a su amigo Adolfo Bioy Casares y otras personalidades, pidiendo que se publiquen las listas de los desaparecidos.

No hay duda que el escritor que puso las palabras en la literatura del siglo XX  y clausuró la tradición literaria del XIX, era de derecha.  Incluso, si bien se transformó en un oponente de la dictadura genocida, siempre continuó creyendo en la “teoría de los dos demonios”.

Seguramente, marcado por eso que él mismo afirmaba, sobre su “doble linaje”,  los militares y los libros. Bisnieto y nieto de militares, su bisabuelo a las órdenes de San Martín y su abuelo había luchado contra Rosas.

Los libros y la historia cruzan a Borges desde una perspectiva en la que va forjando su escritura que no sólo de ficción se trata, sino de la crítica literaria argentina, desde esa primera época del Buenos Aires poético, hasta ese Borges “geométrico” que en nada apreciaba Ernesto Sábato, pero que es el que la crítica internacional  consagra y por la que es consagrado a nivel local. Otra paradoja borgeana.

Borges concluye la gauchesca, le da un cierre. El cuento El Fin,  en el que el “negro” mata a “Martín Fierro”,  es la clausura de un género y a la vez la apertura de lo que se dio en llamar “criollismo urbano de vanguardia”, con una Buenos Aires mítica que se refunda en cada poema y en los relatos de guapos y compadritos. La barbarie de las pampas realiza un corrimiento al crimen en la ciudad.

Borges discute el género, inscribe otro género que desplaza y critica las posturas tradicionales sobre la gauchesca. Incluso “matar” a “Martín Fierro” es poner en suspenso ese símbolo de la argentinidad  que había instalado el encumbrado poeta conservador,  Leopoldo Lugones, sobre el que después el propio Borges dará conferencias.

Abre la polémica en torno al género como artificio, desarrolla su tesis  en uno de sus ensayos más preclaros, “Poesía gauchesca” (Discusión 1932). Lo que hace es provocar un desplazamiento de la literatura como instrumento político (“Martin Fierro”, relacionado con la argentinidad; “Facundo”, ficción sarmientina que construye el imaginario sobre civilización y barbarie) a la crítica literaria  que desnuda el uso.

Por otra parte, la crítica internacional toma a Borges y lo institucionaliza, Borges es la institución: Michel Foucault, escribe Las palabras y las cosas  después de haber leído El idioma analítico de John Wilkins; Gilles Deleuze se inspira para la teoría de Rizoma en Jardín de senderos que se bifurcan; Umberto Eco, escribe El nombre de la Rosa sobre la escenografía fantástica de La biblioteca de Babel y dijo alguna vez que la figura del bibliotecario ciego, Jorge de Burgos en la novela, había aparecido sobre la idea del Borges ciego, director de la Biblioteca Nacional, hasta que el peronismo lo nombra inspector de Aves, pero esa es otra historia.

Han quedado en el tintero (digital), su paso por el ultraísmo, los martinfierristas, la revista Proa, el grupo Florida y tanto más. El discurso borgeano trascendió al propio Borges, podríamos continuar con otras perspectivas, pero por economía de la nota, solo dejamos estas simples líneas que recuerdan de manera  acotada al autor de El Aleph  y sus universos encontrados.

Foto destacada: Blog Tecnne