Criptomonedas, ¿nuevo dinero o nuevo fraude capitalista?

Criptomonedas, ¿nuevo dinero o nuevo fraude capitalista?

17Jun21 0 Por editor

Andrea Haro Sly y Mariano Feliz

Este último año las llamadas criptomonedas tomaron relevancia en el mercado financiero. Recientemente, Bitcoin (una de las cripto más conocidas) alcanzó un valor de 63.000 dólares por cada cripto, para derrumbarse 30% a los pocos días. A pesar de su auge y novedad, estas “monedas digitales” presentan muchas preguntas en torno a qué papel pueden ocupar en los próximos años.

En la mayoría de los países las criptomonedas no tienen curso legal, es decir, que no son de aceptación obligatoria para el pago de deudas, salarios o impuestos, a diferencia de lo que ocurre con las monedas emitidas por los Estados. A pesar de las incógnitas que suscitan, hace pocos días el gobierno de El Salvador ha legalizado su uso y en Argentina, la Cámara Argentina del Litio ha presentado un proyecto para crear una nueva criptomoneda respaldada por el litio (Atómico3).

Una de las novedades de las criptomonedas es que las mismas se “emiten” mediante un sistema de tecnologías descentralizadas. No hay un banco o una única institución generando las criptomonedas y controlando la compra y venta de la moneda. Más bien, al contrario, hay una gigantesca red de computadoras que a través de métodos criptográficos (es decir, métodos de decodificación y recodificación) garantizan que la información sobre la creación y las transferencias de criptodinero permanezca segura y anónima; este proceso se conoce como blockchain o cadenas de bloques.

Esta descentralización no significa que no exista ningún tipo de poder o control sobre las mismas. De hecho, cada criptomoneda tiene “creadores”: los dueños del software que permite su producción e intercambio de criptos. Por ejemplo, el fundador de Bitcoin es Satoshi Nakamoto (pseudónimo de su verdadero creador) y se estima que obtuvo una fortuna que lo ubicaría en la lista Forbes de multimillonarios. Por otro lado, Vitalik Buterin creador de la criptomoneda Ethereum superó los mil millones de dólares de ganancia. En este mercado, más allá de las decenas de criptomonedas, hay innumerables portales y aplicaciones que operan como plataformas de comercialización, como Coinbase y Binance.

Los defensores de las cripto monedas enfatizan su autonomía frente a la regulación estatal. En particular, al ser una actividad casi no reglamentada o regulada, basada en el anonimato de las transacciones, las cripto son fundamentalmente un campo atractivo para actividades ilícitas, de evasión impositiva y especulación. En este sentido, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) inició una investigación sobre una serie de compañías Fintech (que realizan actividades financieras a través de aplicaciones de celular o portales de internet, pero no están reguladas como los bancos) para indagar si no están realizando operaciones con criptomonedas para facilitar la fuga de capitales o evasión impositiva.

Un dato importante es que la producción de criptomonedas se produce a través de lo que se denomina “minería”. Este proceso supone la instalación de nodos con computadoras que realizan la producción de blockchains a través de un proceso matemático que implica una enorme cantidad de cálculos. Para los “mineros”, el negocio es -por lo tanto- resolver los cálculos que permiten obtener cripto monedas, para luego cambiarlos por bienes, servicios, o monedas estatales (vaya paradoja). Esta industria no escapa a la dinámica general del capitalismo contemporáneo: 3 grupos económicos (F2Pool, Poolin y BTC.com) representan casi la mitad de toda la “minería” de criptomonedas.

Estos nodos consumen enormes cantidades de energía eléctrica para hacer funcionar las computadoras y mantenerlas refrigeradas. Por tal motivo, se localizan de manera creciente en países donde la energía es barata o subsidiada. Hoy en día, el consumo global de energía de esta industria es superior al consumo de energía eléctrica de toda la Argentina. Esta situación ha conducido a varios Estados a limitar y regular la minería de criptos. China, por ejemplo, es el principal país criptominero, ha comenzado  a tener una política de restricción tanto en la producción como el comercio. Por su parte, Argentina y otros países de América Latina, empezaron a ser catalogados como lugares potenciales para fomentar la localización de estas minas, por tener fuentes baratas de energía y climas templados. Precisamente por esto, el impacto ambiental provocado por el excesivo consumo de energía de esta nueva forma de minería ha puesto a las criptomonedas en el centro del debate. El capitalismo busca incesantemente generar nuevos negocios para que los sectores dominantes puedan continuar incrementando sus ganancias. El avance del capitalismo financiero agudiza su esencia rapiñera, mientras los gobiernos actúan lento y en gran medida perdonando las acciones ilícitas de los mayores beneficiados. Conceder nuestra energía a bajo precio para sostener este negocio nos aleja de las posibilidades de garantizar no solo las condiciones básicas para una vida digna sino nuestra continuidad en el planeta.