Leonel Centeno (el macho de la gata)

Leonel Centeno (el macho de la gata)

27Jun21 0 Por Héctor Zuñiga (Panini)


Como ya dije alguna vez, no le importa el obrero. Lo único que ellos quieren es levantar la cosecha.


“Si nosotros, los del sindicato nos hacemos los boludos es porque ustedes lo permiten. Ustedes son los culpables”.
Así se despachó Leonel Centeno, (el macho de la gata) hace años, cuando pertenecía al Sindicato de la Uatre en la ciudad de Allen, provincia de Río Negro. Con el “Ñato” quedamos sorprendido y gustoso a la vez de habernos reunido con él.
Teníamos una consulta que hacerle con respecto a la liquidación salarial de fin de cosecha en la Chacra Lodolo, que estaba ubicada un poquito más acá de dónde el diablo a perdido el poncho.
El “Negro piza y toda su tribu” ya habían pegado la vuelta a Tucu-city, fue una semana antes que diéramos la estocada final.
Suerte tuvo, en no tener problemas con el pago: Hoy dejó de trabajar, al otro día cobró los billetines, preparó los meao y al toque se mandó mudar con toda la familia.
Nunca le pregunté si lo liquidaron bien. Aquí en Acheral lo veo hasta en la sopa, pues somos vecinos, pero siempre se me olvida preguntarle.
Con el Ñato, la mujer y los críos que tenían no corrimos la misma suerte. Y eso que nos quedamos hasta el último.
Embroncado por el anclaje obligatorio (una semana sin hacer nada) para que se nos abone nuestra paga. Tuvimos que rascarnos con las dos manos, las pelo… bueno, las que ustedes ya saben.
Era injusto lo que nos pasaba “por culpa del viejo hijo de su madre” que le importó un pepino nuestra condición, y no previó la necesidad y la urgencia que tenemos los que vamos a “lomiarla” al Alto Valle, de volar lo más rápido posible a nuestro querido pueblo una vez que la temporada llega a su fin.
En cuanto despachamos el último bin del monte, nos llamó a sacar las cuentas. Con el Ñato fuimos contento pensando que nos pagaría ahí mismo pero no… El malparido nos salió con la noticia que recién el lunes de la próxima semana podría sacar la plata del banco. Qué antes de eso no iba a ser posible.
¿Se dan cuenta? Era como pa mandarlo a “pasiar” de una, a él, al hijo y la madre que lo parió.
-“no les cuesta nada -nos dijo suelto de cuerpo-. Una semanita, nada más. El lunes saco la plata y lunes mismo les pago. ¿Para qué se quieren ir tan rápido a Tucuman? Jajá, si allá no hay nada, se carcajeaba el malparido de mierda.
“Mi primer impulso fue largarlo leña de un ancazo”, por la bronca misma que tenía. Y ahí, caído, meterle una patada en la jeta. Pero me contuve, no se cómo, pero me contuve, y le dije lo que pensaba: que no había tenido ni un mínimo de consideración con nosotros que nos quedamos haciéndole el aguante hasta cosechar la última manzana y que no haga ese tipo de chistes porque el horno no estaba para bollos.
Hicimos la cuenta de cada uno después de que le paré el carro.
La totalidad de los bines que se hicieron, lo que se paga, lo que se sacó para la comida, lo que se descuenta, todo.
El lunes, dijo, en cuanto abran las puertas del banco retiro la plata, vengo y les pago y hasta el otro año, si es que quieren, nos volveremos a ver.
“Firmen. Acá están los recibos”: el lunes como les dije les traigo la guita.
El Ñato cual dócil ovejita arriada hacia el corral fue y firmó sin decir esta boca es mía. Luego estirando el brazo me quiso pasar la lapicera para que yo haga lo mismo. Dije que no, que yo no lo haría hasta ver la plata en mis manos.
El viejo, como que quiso encocorarse, y balbució entre dientes que yo era un rebelde que por todo protestaba, pero le zampé en la cara que nadie me obligaría a firmar por más padrinos que traigan. Entonces nos abrió la puerta y nos fuimos echando fuego de la rabia. Pobre, ni San Pancracio se salvó de mis puteadas.
No quedé conforme y se lo dije al Ñato.
-“se me hace que nos metió la mano en bolsillo. El Ñato distraído con una paloma intentaba darle con una piedra.
Le avisé también que me comunicaría con Leonel Centeno (kolla, igual que el “finao” mi padre, que en paz descanse) él es del Sindicato y nos va a aclarar el panorama, porque sabe las leyes del trabajo rural.
Llegué a mi pieza agarré mi celular y lo llamé explicándole las cosas. Concordamos el encuentro y fuimos caminando como por esas calles de los mil diablos, que cuando pasaba un vehículo nos llenaba de tierra.
Después de echarle un vistazo al recibo nos dijo que había un par de cosas que el patrón estaba obviando y que representaba un monto que ahora sería de 3000$ a cada uno. Nos indicó que es lo que era para que le reclamemos al patrón, que puso el grito en el cielo en cuanto se lo hicimos notar, pero prometió pagarnos (y así lo hizo) al saber quién era el que nos mandaba a reclamar. Si señor, gracias a que Leonel era respetado como miembro del sindicato.
Con éste mismo “chacarero” (un pijita de los muchos que hay) ya habían tenido una agarrada brava por un accidente de uno de los obreros, un par de cosechas anteriores. Dónde por su conocimientos de la ley y su predisposición logró que el obrero cobrara lo que correspondía.
Nos mamamos una semana al “dope” por inoperancia patronal.
Como ya dije alguna vez, no le importa el obrero. Lo único que ellos quieren es levantar la cosecha.
Al tiempo volví a ver a Leonel, le agradecí el favor que nos hizo. Le di la mano y cuando me marchaba me dijo: sabés Panini, si los del Sindicato no sirven es porque ustedes lo permiten. No dejen de macanear. Busquen que los escuchen y luchen por ustedes ya que para eso les descuentan un tanto por ciento del salario. Háganlo valer.