Reapertura de paritarias ¿Cuánto deberíamos ganar?

Reapertura de paritarias ¿Cuánto deberíamos ganar?

2Jul21 0 Por Mariano Féliz

En tanto las organizaciones sindicales reclaman la reapertura de las paritarias, resurge el debate sobre cuál debería ser el ingreso mínimo para una familia trabajadora en la Argentina. Los informes recientes sobre la distribución del ingreso en el país confirman el deterioro general de las condiciones de vida y ponen estos debates en el centro de la escena.

Según el INDEC, el 80% de las y los trabajadores ocupados recibieron ingresos inferiores a los 55.000 pesos mensuales durante el primer trimestre de 2021. Esto redunda en que el 40% de los hogares tenían ingresos totales menores a 50.000 pesos a comienzos de 2021, bien por debajo de la línea de pobreza (que supera los 64.000 $ para un hogar con dos adultes y dos niñes).

¿Pero cuánto deberían ganar los hogares trabajadores? ¿Alcanza con superar la línea de pobreza?

Julia Soul, delegada de ATE e investigadora del CEIL/CONICET, señala que desde el punto de vista de las y los trabajadores, la línea de pobreza pone un punto de referencia muy bajo para la discusión salarial pues esa línea incluye básicamente los recursos necesarios para alimentarse y trabajar pero nada más, sin incluir las necesidades más amplias, pero elementales para una vida digna, como educarse, abrigarse, o esparcirse. En comunicación con Tramas.ar, Soul indicó que “si bien la reivindicación de que ningún salario debe estar por debajo de la línea de la pobreza sirve para denunciar que los salarios son efectivamente muy bajos, eso no implica que superar esa línea signifique vivir bien”. La Dra. Soul señala que poner el debate salarial sólo en términos de qué porcentaje debe aumentar, si más o menos que la inflación, corre el eje respecto de cuál es el ingreso digno, es decir “cuál es el ingreso que permitiría que una familia trabajadora en la Argentina contemporánea tenga acceso a bienes y servicios que cubran el conjunto de necesidades no sólo de alimentación, sino también de salud, educación, o recreación”. En tal sentido, Soul indicó que “tenemos que empezar a discutir en concreto nuestra necesidades como trabajadoras y trabajadores. No tenemos porque vernos obligades a elegir entre comprarle zapatillas a nuestros niñes o arreglar el techo de la casa. Necesitamos ingresos que nos permitan salir de la situación de tener que elegir entre dos necesidades elementales”. “Tenemos que desnaturalizar la privación”, concluye.

En tal sentido, la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmotadores y Afines de la República Argentina viene haciendo un trabajo, en articulación con MATE (Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía), de estimar el contenido concreto que debe incluirse en el salario mínimo que debe cobrar un trabajador o trabajadora. Lavih Abraham, economista integrante del MATE, explica que esa estimación se apoya en el artículo 14 bis de la Constitución Nacional que establece el derecho a percibir un salario mínimo, vital y móvil (SMVM), el que “según la ley de contrato de trabajo debe asegurar alimentación adecuada, vivienda digna, educación, vestuario, asistencia sanitaria, transporte, esparcimiento, vacaciones y previsión social”. Esa proyección indica que para la actualidad ese SMVM debería estar en alrededor de 98.000 pesos, muy por encima del salario mínimo de sólo 24.408 pesos aprobado recientemente por el Estado, las Cámaras empresarias y las Centrales sindicales.

En esa misma línea, les trabajadores nucleades en ATE-INDEC hicieron una estimación periódica de lo que denominan “Canasta de Consumos Mínimos”. La misma tiene “la finalidad de establecer la base salarial que un trabajador o trabajadora requiere para cubrir las necesidades de una familia con dos adultes y dos niñes“. Según ese cálculo, los ingresos mínimos de una familia trabajadora no podrían ser inferiores a 99.929 pesos en Mayo de 2021 y en promedio para todo el país. Dentro de esta canasta de consumo, 33.754 pesos representan las necesidades alimenticias, 24% más que la línea de indigencia oficial.

Estas estimaciones son el punto de partida para una discusión integral sobre los ingresos necesarios para vivir dignamente en Argentina. A partir de allí, cabe abrir un amplio abanico de discusiones respecto a qué bienes y servicios deben proveerse de manera pública (no necesariamente estatal) y gratuita, qué tipo de consumos son sanos y necesarios en un sentido integral, cómo proyectar estimaciones que incluyan una mirada de género, y, más aún, de qué manera incorporamos en las necesidades para una vida digna el tiempo libre (más allá del ocio asociado al consumo monetizado).

Mariano Féliz