Réquiem por la democracia colombiana

Réquiem por la democracia colombiana

3Jul21 0 Por Carlos Munevar

En la primera parte de “Réquiem por el sueño americano”, texto escrito por Noam Chomsky, se expone la reducción de la democracia como uno de los principios de la concentración de la riqueza y el poder.

Una respuesta de los gobiernos de los Estados Unidos a los procesos civilizatorios de una sociedad convulsionada de los años 60 del siglo pasado, con grupos de población que cada vez querían participar más activamente en la toma de decisiones, además del reconocimiento de sus derechos como ciudadanos. Este principio podría aplicarse a la sociedad colombiana teniendo en cuenta las diferencias profundas del país con la potencia norteamericana.

En ese orden de ideas la reciente propuesta del presidente Iván Duque para que el Congreso tramite una ley antivandalismo y/o antidisturbios, para diferenciar según su versión estas situaciones de la protesta pacífica, no es más que la reacción del Estado fascista en que se ha convertido Colombia bajo el gobierno del uribismo, contra el estallido social que se viene dando producto de un proceso de empoderamiento político de segmentos de la población excluidos  y de una situación de desigualdad social insostenible.

Para examinar esta situación habría que tener en cuenta los siguientes aspectos: Una primera línea de reflexión tiene que ver con la situación propiciada a partir de los acuerdos de La Habana entre el gobierno nacional y las extintas FARC, habría que afirmar que en un principio la desmovilización de la guerrilla más antigua de Latinoamérica y su ingreso a la vida política en democracia, le quitó el subterfugio al uribismo y a la clase política tradicional de atribuir todos los problemas de subdesarrollo, crisis económica y pobreza al conflicto con la guerrilla, de esa manera la sociedad colombiana se ha visto enfrentada a grandes escándalos de corrupción en donde amplios sectores políticos tradicionales se encuentran inmersos. Pero, así mismo, se ha hecho evidente la incapacidad del Estado de garantizar unas condiciones mínimas de dignidad humana para la gran mayoría de la población.

A partir de ello grupos poblacionales como los jóvenes, las mujeres, los afrodescendientes, los indígenas, en compañía de sectores sindicales agrupados en las centrales obreras han ido avanzando en espacios de reclamación y participación que antes eran impensables, en otras palabras existe una tensión entre sectores que buscan ampliar la democracia, participar, ser escuchados y los sectores privilegiados que quieren ampliar su poder económico y político a costa de reducir la  ya frágil democracia colombiana, esto se hace evidente cuando se observa la cooptación de los organismos de control del Estado por parte del partido de gobierno, la alianza entre el sector empresarial – financiero agrupado en el Consejo Gremial con el gobierno nacional,  la reforma de la justicia, el empoderamiento del aparato  policivo- militar, acompañado de  la impunidad total.

Una segunda línea de reflexión tiene que ver con el carácter estigmatizador hacia los sectores sociales que se encuentran manifestándose, es así como en un rasgo propio de un estado totalitario se han utilizado indiscriminadamente los calificativos de “vándalos”, “desadaptados”, “delincuentes”, para referirse a quienes paran, marchan, bloquean y arengan en las calles, constituyendo un escenario de discriminación. En esa medida para quienes representan la institucionalidad y parte de la población colombiana, los manifestantes están en contra del progreso del país, son el enemigo a vencer, son desocupados que quieren “todo regalado”, en palabras de la senadora uribista María Fernanda Cabal representan “una nueva toma guerrillera del Estado” y mas grave aún, se quiere vender la idea de que son financiados económicamente por los  sectores políticos de oposición como la Colombia Humana de Gustavo Petro para generar terrorismo, desestabilización del Estado y caos general.

Unido a esto, la visita del más alto funcionario de la inteligencia de Estados Unidos (CIA), William Burns a  Colombia enrarece aún mas la situación, pues al parecer ante la  crisis social y económica derivada del mal gobierno y la violación aberrante de derechos humanos en medio de las protestas, Duque logra apenas un llamado suave de atención por parte de Biden a cambio prestar al país como patio de operaciones para que la inteligencia de los E.U y funcionarios del Comando Sur desestabilicen la región. El embajador de Colombia en Washington, Francisco Santos, sólo se refirió a esta visita como una misión “muy delicada”.

En otras palabras, la administración Biden, que fue aclamada por muchos al llegar al poder por supuestamente representar un giro en la política estadounidense para alejarse del autoritarismo de Donald Trump, no se ruboriza para nada ante la profunda crisis de un régimen fascista que asesina jóvenes, viola derechos humanos, reduce la democracia a una mortaja que encubre un pais desangrado, siempre y cuando le sirva como patio trasero para sus fines geopolíticos en Latinoamérica.

Carlos Munevar

*Imagen destacada: “La primera línea” obra del maestro Darío Ortiz, Pintor Tolimense