Juntos por el Cambio: ¿renovación generacional o nueva estrategia?

Juntos por el Cambio: ¿renovación generacional o nueva estrategia?

6Jul21 0 Por Guillermo Cieza

En los últimos días, el viaje de Macri al exterior y la renuncia a las candidaturas por parte de Patricia Bullrich y Elisa Carrió, fueron el emergente de movimientos internos en la principal fuerza de oposición por derecha al gobierno. ¿Se trata de una renovación de la dirigencia?



Desde hace un tiempo por distintas señales nos enterábamos que hacia el interior de Juntos por el Cambio los enfrentamientos políticos internos se habían tensado. Se barajaban desacuerdos en candidaturas en un clima donde la figura del ex-presidente parecía haber perdido su condición de gran disciplinador.
Cuando se conocieron los primeros resultados de esas disputas, con el viaje de Macri, la declinación de las candidaturas de la presidente del PRO, y de la mediática Lilita Carrió, sus medios amigos de prensa ensayaron una rápida explicación. Lo que estaba sucediendo expresaba un recambio generacional.
La primera observación sobre este argumento es que si la renovación de Juntos por el Cambio está expresada por Horacio Rodriguez Larreta, María Eugenia Vidal y Hugo Santilli, se hace referencia a figuras políticas que no son nuevas, y que además, han venido gestionando en lugares de mucha exposición pública, como la Ciudad y la Provinca de Buenos Aires, desde hace mas de una década. La aparición de Facundo Manes por parte del radicalismo, que todavía debe ganar la interna provincial, es insuficiente para abonar esa caracterización.
Lo que sí parece haberse producido es un cambio de estrategia por parte de la oposición, que trata de rodearse de intérpretes más adecuados.
Es evidente que la estrategia de alta confrontación al estilo Bolsonaro, que contó con el apoyo del multimedios Clarín y que tuvo como interpretes principales al ex presidente, a Patricia Bullrich, a Elisa Carrió y a los diputados Fernando Iglesias y Waldo Wolff, ha fracasado.
La reivindicación de su “libertad” no pudo conectarse a los padeceres populares agravados por la pandemia. Las marchas antivacunas o anticuarentena no llegaron a masificarse.
A diferencia de otros países de Nuestramérica como Ecuador, Bolivia, Haití, Colombia, Chile y Brasil, donde los oficialismos fueron fuertemente desgastados por la crisis sanitaria y se produjeron grandes movilizaciones, la Argentina fue uno de los países políticamente más estables de la región.
A este dato de la realidad debe sumarse que los cambios en Estados Unidos, donde Joe Biden reemplazó a Donald Trump, tampoco favorecen esas políticas de alta confrontación. Los nuevos gobernantes de la Casa Blanca apelan a mecanismos de dominación mas sutiles. En el caso argentino, advierten que estas políticas de asedio sólo contribuyen a emblocar al Frente de Todos y a sus aliados cercanos.
Esta observación tiene su asidero. Una oposición cerril y gorila favorece la unidad del oficialismo y la quinta columna neoliberal encarnada por los gobernantes de Córdoba y Santa Fe, el Presidente de la cámara de diputados y los principales caudillos sindicales se quedan sin juego propio.
Confirmando el fracaso de la estrategia de alta confrontación, las encuestas señalan un aceptable nivel de aprobación del gobierno por el manejo de la pandemia, en particular por los avances en la vacunación. Pero además, aportan otros datos inquietantes.
Hacia el interior de Juntos por el Cambio creció la imagen de figuras como Patricia Bullrich, una candidata con pocas posibilidades de vencer en una elección presidencial porque cosecha muchos rechazos del conjunto de la sociedad. Lo mismo sucede con el ex-presidente, que difícilmente podrá zafar de sucesivas citaciones judiciales. La quiebra del Correo Argentino es sólo su primer traspié.
Pensando en las presidenciales de 2023 , Juntos por el Cambio modifica su estrategia, lleva a encabezar las listas de CABA a Maria Eugenia Vidal y permite la disputa entre Diego Santilli, el candidato larretista, y el del radicalismo, en la Provincia de Buenos Aires.
El problema es que los cambios abruptos de estrategia provocan desánimo y confusión en la fuerza propia. Palabras muy duras como “traición”, resuenan en las redes sociales donde se expresan las huestes de la derecha nativa. ¿Aprovechará alguna fuerza de extrema derecha para quedarse con una tajada de ese descontento?

Guillermo Cieza

foto Hoy.net