La izquierda frente a las elecciones legislativas

La izquierda frente a las elecciones legislativas

20Jul21 0 Por Damián Fau

Se cerraron las alianzas electorales. Dentro del campo de la izquierda la principal referencia la sigue manteniendo el Frente de Izquierda y de los Trabajadores Unidad. Por fuera quedaron el Nuevo MAS y Política Obrera (PO-Tendencia) que irán con sus propias boletas. Autodeterminación y Libertad mantiene su actitud de autopreservación solitaria, circunscripto a CABA. Por fuera queda un amplio espectro de organizaciones populares que en esta oportunidad no participarán en el plano electoral.

Dentro del marco de la izquierda no se han presentado novedades en relación a las propuestas del 2019. El Frente de Izquierda y de los Trabajadores Unidad mantiene su hegemonía en el campo electoral reuniendo (según elles mismos expresan) la representación del 80 % de la izquierda. La única relativa noticia es la aparición en los comicios de Política Obrera, el viejo nombre que asumió la ruptura del Partido Obrero de hace dos años, y que tiene como principales figuras al eterno Jorge Altamira y al dirigente Marcelo Ramal.

Varios pronunciamientos se realizaron para poder unificar en un mismo frente a los principales partidos trotskistas de cara a las legislativas, e inclusive se barajó la posibilidad de utilizar las PASO como instrumento. Principalmente el PTS hizo explícita esta orientación, que también compartió el MST con su propia postura, lo que derivó en sendos comunicados de respuesta tanto del Nuevo MAS como de Política Obrera (PO-Tendencia). Finalmente, no hubo acuerdo, dado que el primero rechazó la propuesta debido a que exigía primero un debate entre Manuela Castañeira y Nicolás Del Caño, y el segundo, desechó la participación argumentando que se debían habilitar unas “internas abiertas de toda la izquierda”.

El FIT-U, que emergió como una ampliación del FIT en el 2019, a partir de la inclusión del MST, logró presentar la alianza en 23 de las 24 provincias. En esta ocasión, se presenta el desafío de renovar las 2 bancas a nivel nacional conquistadas en el 2017, siendo que en el 2019 no ingresó ningún escaño. En términos políticos, el objetivo según plantean sus principales referentes, Del Caño y Romina Del Pla es “… emerger como una potente tercera fuerza a nivel nacional para conquistar nuevas bancas parlamentarias que como ya se ha visto son un importante instrumento de lucha del pueblo trabajador, las mujeres y la juventud contra el ajuste del Gobierno y contra la pretensión de JxC de canalizar el descontento y la decepción con el FDT por derecha.”

Sin embargo, aún queda por ver si se dirimirán las candidaturas de este frente en las PASO. Las dificultades para lograr acuerdos en las principales cabezas de lista podrían llevar a que haya una interna entre el MST y el resto del FIT. Aún quedan algunas chances de que se logren arreglos de candidaturas, lo que permitiría evitar una escalada de tensiones innecesarias dentro de la propia alianza.

El Nuevo MAS, por su parte, proclamó a Manuela Castañeira como precandidata a diputada nacional por la provincia de Buenos aires bajo la consigna de “Renovar a la izquierda”. Por otro lado, Política Obrera (PO-Tendencia), anunció que inscribirá sus listas en 7 distritos.

En CABA, Autodeterminación y Libertad de Luis Zamora decidió volver a jugar sólo. Como se ha vuelto costumbre, AyL apuesta a lograr conquistar algunas representaciones en la legislatura porteña (actualmente cuenta con un legislador), desdeñando realizar alianzas con otras fuerzas de la izquierda, y dificultando la posibilidad de alcanzar el porcentaje necesario para lograr un diputado en la ciudad.

Más allá de estas propuestas electorales, un conjunto importante de movimientos populares y organizaciones políticas que otrora se reconocían con la identidad de “nueva izquierda” o “izquierda independiente”, quedaron sin participación electoral. Este conjunto nada despreciable de militantes que a lo largo y ancho del país apuesta a la organización desde abajo, en esta oportunidad deberá decidir un posicionamiento de cara a las próximas elecciones, que seguramente redundará en algún tipo de apoyo crítico a alguna de las variantes de la izquierda.

Este campo político, que hacia 2010 emergía con una fuerte potencia, con gran inserción social, con capacidad organizativa e ímpetu rebelde, tuvo varios tropiezos donde el debate sobre lo electoral (aunque no exclusivamente), cobró relevancia central. La apuesta estratégica por la construcción de poder popular, encontró un complejo desafío frente a la recomposición del sistema político institucional lograda por el kirchnerismo, luego de la crisis de representación política que expresó el 2001. Las respuestas que se dieron estas organizaciones fueron variadas, con diferentes controversias entre estas, y con diferentes resultados. Ninguna con demasiado éxito.

Algunas de estas experiencias derivaron en la actualidad hacia un integracionismo dócil en el dispositivo electoral del Frente de Todos, como es el caso del Frente Patria Grande y otras experiencias menores. No es nuevo el recorrido de fuerzas políticas que surgieron con la vocación de construir un cambio por izquierda frente a los partidos mayoritarios, y paulatinamente fueron corriéndose hacia el centro del espectro político, abandonando gran parte de sus aspiraciones antisistémicas. Ante la premura de lograr resultados, el pragmatismo inmediatista tensiona y conlleva hacia la adaptación. Hasta ahora, las pretensiones de convertirse en “el ala izquierda” de grandes coaliciones políticas que logren frenar a la derecha, no parece mostrar grandes perspectivas de transformación.

Otras experiencias por su parte, lentamente fueron aceptando que las luchas se deben dar en todos los terrenos, e incursionaron en la creación de sus propias herramientas electorales. La mayoría de estas no lograron conformar personería electoral propia, y debieron trabajar en una participación difícil dentro del paraguas del FIT. Pueblo en Marcha en el 2015, y Poder Popular en el 2017 y 2019 fueron algunos de estos intentos centralmente en CABA y Provincia de Buenos Aires, hoy ya inexistentes.

Entre estas organizaciones que mantuvieron la independencia política, y la visión estratégica de construir un socialismo feminista desde abajo, se sigue contando a Movimiento de los Pueblos, la Corriente Social y Política Marabunta, el Frente Popular Darío Santillán, y otros grupos menores. La participación electoral siempre ha sido un lugar incómodo para estas fuerzas. Sin embargo, el desafío por disputar la hegemonía de la clase trabajadora en pos de un proyecto político anticapitalista demanda la construcción en diferentes planos de la lucha política. El reto para estos grupos en este plano aún sigue vigente. En una apuesta con inquietudes similares se encuentran organizaciones como Democracia Socialista, la Corriente Política de Izquierda y la Organización Revolucionaria Guevaristas, que han lanzado hace varios meses la conformación de un nuevo “Proyecto Político Emancipatorio”. En etapa incipiente, será necesario indagar en las características que esta iniciativa tiene y cuáles los pasos a los que decide canalizar sus esfuerzos.

Efectivamente, las elecciones de medio término serán un momento donde la izquierda se enfrentará a sus propios límites y sus apuestas particulares. El panorama parece ser más bien modesto, y las expectativas lejos están de poder esperar algún tipo de batacazo. La meta expectable para el FIT-U será renovar las bancas actuales en diputades. Con esperanza de conseguir la sorpresa de alguna banca más, donde los números así lo permitan, y la consolación de constituirse en tercera fuerza nacional superando a los libertarios derechistas de Espert y Milei, pero seguramente aún lejos de generar un gran salto en términos electorales.

Por otro lado, la pregunta por cómo la izquierda anticapitalista podrá superar la fragmentación y constituirse en una verdadera alternativa política a las principales fuerzas políticas sigue siendo una incógnita y un propósito por el cual seguramente habrá que poner mayores empeños.