“¡Fuera el montonero Taiana!”

“¡Fuera el montonero Taiana!”

11Ago21 1 Por Daniel Campione

Apenas el ex ministro de Relaciones Exteriores de Néstor y Cristina Kirchner y hasta ahora senador nacional fue nominado para el ministerio de Defensa comenzaron las objeciones y los rumores lanzados desde las expresiones más cerriles de la derecha. Uno de los motivos fue en torno a su militancia en Montoneros en la década de 1970.

Incluso sacaron a relucir la supuesta participación de Jorge Taiana en un atentado realizado el 4 de julio de 1975, en un bar llamado Ibérico, en el que murieron dos personas. Una de las encargadas de hacerlo fue Victoria Villarruel, candidata a diputada nacional en la lista de Javier Milei y presidenta del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctima (Celtyv). Esta última es una organización de las que podrían definirse como de anti-derechos humanos Está dedicada a justificar y hasta a homenajear a represores que actuaron durante la última dictadura cívico-militar. La coincidencia entre su candidatura y el puesto institucional que ocupa Villarruel es elocuente en cuanto a la coherencia de la “defensa de la libertad” de quienes, como Milei, usurpan el calificativo de “libertarios”, para encubrir a una extrema derecha que reivindica a la dictadura.

A esta altura del desarrollo de las redes sociales, casi resulta una obviedad señalar que se llenaron de mensajes con calificaciones de “terrorista”, “asesino”, “ponebombas”, etcétera, algunas proferidas desde un cómodo anonimato.

Según La Nación de hoy el malestar por la designación del flamante ministro también llega a esferas oficiales. “Fuentes castrenses” estarían inquietas por antecedentes mucho más recientes del ministro, como su “identificación con el Grupo de Puebla”, que equivaldría  al respaldo de los “regímenes” de Cuba y Venezuela. También se lo vincularía con la gestión de Nilda Garré, a la que los militares consideran autora de varias ofensas a las instituciones armadas.

Tampoco han faltado voces, más centradas en lo económico, que objetaron el “estatismo” del hasta ahora senador, manifiesto en sus posiciones en torno  al dragado de la “Hidrovía” del río Paraná y su denuncia de algunos manejos de los concesionarios y de las empresas que utilizan esa vía navegable.

Un tono de “equilibrio” lo ha puesto Joaquín Morales Solá en el diario de Mitre. Rescata la formación intelectual de Taiana y los desencuentros con CFK de cuando era canciller. Exhorta incluso a no fijarse en antecedentes de hace cuarenta o cincuenta años y sí en que se modifiquen sus opciones sobre política internacional. Y en particular sus cuestionamientos al siempre alineado con EE.UU secretario general de la Organización de Estados Americanos Luis Almagro. El trasfondo del planteo del columnista es claro: “Canjear” el “perdón” del pasado lejano por el sometimiento  del presente a los lineamientos marcados por la derecha local y los poderes internacionales.

Ninguna de estas miradas le prestó mucha atención a otro episodio de la vida del flamante ministro. Fue preso en junio de 1975, en pleno gobierno de María Isabel Martínez de Perón. Previa recepción de amenazas por la Alianza Anticomunista Argentina y bajo la acusación de haber cometido el atentado mencionado más arriba. Y permaneció nada menos que siete años en la cárcel, la mayor parte de ese tiempo en el remoto penal de Rawson. Como tantxs otrxs, experimentó la funesta continuidad entre la represión de aquel gobierno peronista y la ejercida por la última dictadura cívico militar. Sufrió una de esas prisiones sine die, en malas condiciones y sin juicio ni condena, que los regímenes mencionados dispensaron a diestra y siniestra a los que escogían como sus enemigos.

Sí hubo menciones de un precedente que tal vez no le guste recordar al propio ex canciller: Su estadía en Guatemala como embajador del gobierno de Menem, entre 1992 y 1996. También tuvo un paso temprano por organismos de la cancillería, en esa misma etapa. Uno más de los progresistas del peronismo que colaboró en épocas de privatizaciones y empobrecimiento masivo.

No se trata de asumir una reivindicación de la trayectoria del doctor Taiana, que hay de sobra quien pueda hacerla, sino de señalar el abanico de operaciones tendiente a deslegitimarlo, en primer lugar en tanto que militante de los años sesenta y setenta. No se va contra la persona, sino se apunta a toda una etapa de auge de las luchas populares y de cuestionamiento activo al orden capitalista, a través de quienes tomaron parte en ella.

Son operativos de desprestigio que suelen ir de la mano con la defensa, solapada o explícita, de la dictadura y sus crímenes. Podría sumarse la oscura significación de que las fuerzas armadas argentinas se den el lujo de dejar trascender su “inquietud” por el nombramiento. Resulta un indicio más de que en el interior de las organizaciones militares sigue agazapada la identificación con los objetivos de la “guerra sucia” o, en el mejor de los casos, la versión “recargada” de la teoría de los dos demonios.

Buena parte de las derechas argentinas son hoy devotas de un supuesto republicanismo, y acusan de autoritarios y vengativos a quienes las cuestionan. Se les asoma sin embargo la oreja del deseo de revancha contra los que lucharon contra ellas en el pasado y sufrieron las terribles consecuencias que su poder desbocado impuso. El hostigamiento se extiende a quienes las combaten en el presente y hasta a los que pueden atreverse a hacerlo en el porvenir.

La reflexión final podría ser la advertencia, formulada una y mil veces, de que no hay que confiar ni por un momento en “conversiones democráticas” que sólo se ejercen cuando se encuentran bien seguros de que ni la mínima amenaza se cierne sobre su poder. El gran capital y sus servidores sólo son democráticos mientras el menguado ejercicio de la soberanía popular produce resultados acordes a sus intereses.

Daniel Campione. Facebook Daniel Campione