Iquique (no tan) glorioso
30Sep21 0 Por Kiwiche Comunicaciones.El 26 de setiembre se produjo un ataque racista y xenófobo contra inmigrantes, en su mayoría venezolanxs que se encontraban acampados en Iquique, al noreste de Chile. Detrás de los discursos contra de la migración hay desinformación y mucho miedo, el cual hay que enfrentar con ideas claras y soluciones posibles.
El pasado sábado 26 de septiembre, se desarrolló en la ciudad de Iquique una marcha, bajo la consigna de “No + migrantes”, manifestación acontecida en el marco de la creciente crisis migratoria que actualmente afecta a Iquique y otras ciudades del norte de Chile. Dicha marcha avanzó por el centro de Iquique, exigiendo al gobierno central que se tomasen medidas más severas para poner fin al ingreso de migrantes, entre ellas el cierre de fronteras y la deportación masiva de aquella población, mayoritariamente de origen venezolano, mucha de la cual pernocta en calles, plazas y playas de la ciudad. La manifestación culminó violentamente, con la quema en la vía publica, de las pertenencias de dicha población y con el levantamiento de barricadas, entre exclamaciones y consignas de tipo racista y xenófoba. Hasta la fecha existe un clima de alta tensión en Iquique, así como convocatorias para manifestaciones antimigrantes en otras ciudades del norte.
Los lamentables acontecimientos de Iquique nos entregaron variedad de postales penosas: gente de un mismo pueblo enfrentadas, abuso contra los más débiles; degradación general, tanto por parte de quienes fueron victimas de la violencia, como de quienes dinamitan su propia pobre humanidad, levantando banderas de odio e intolerancia. En Iquique no solo ardieron coches de guagua, sino que también cualquier pretensión de legitimidad por parte de quienes incitaron dicha manifestación.
Las imágenes que todxs presenciamos, nos evocan sentimientos de indignación, compasión, pena, etcétera; toda una emocionalidad que pareciera reducir todo a un duelo de instintos desbocados e interpretaciones sesgadas, hiperbolizadas por las inefables y malditas redes sociales. Sin embargo, si queremos librar con efectividad la necesaria disputa política, debemos enfriar la cabeza y hacer reposar dichos sentimientos.
Solo podremos enfrentar, con fuerza e inteligencia, las tensiones producidas por la migración y el discurso ponzoñoso del fascismo sacando la pelota de la cancha de la emocionalidad, colocándola en el plano de los hechos concretos y las soluciones reales, arrebatándole la ventaja a una derecha acostumbrada a construir “discursos” apelando a las emociones y creencias más cavernarias de las personas.
¿Lo anterior quiere decir que toda critica a la inmigración es infundada?, claramente no. Existe desconfianza, temor e incertidumbre por parte de un sector importante de la población, la cual es importante desentrañar, comprender su origen y enmarcarla en la realidad en la cual dichas personas se desenvuelven. Debemos hacer justamente aquello que no realizan nuestros panfletarios y coprófagos adversarios: analizar un fenómeno sin las anteojeras de los prejuicios ni de los lugares comunes.
Detrás de los discursos contra de la migración hay desinformación y mucho miedo, el cual hay que enfrentar con ideas claras y soluciones posibles, las cuales no pueden quedar solo en consignas bienpensantes o en una moralina condescendiente, ajena al sentir de la población.
Es necesario separar la paja del trigo, distinguiendo entre las personas que perciben a la migración como amenaza, y la estrategia malintencionada del gobierno y sus mocitos comunicacionales, quienes machaconamente han instalado un clima de amenaza y enfrentamiento. En particular debemos distinguir, identificar y aislar a todos aquellos oportunistas e incitadores, que buscan profitar políticamente de un escenario de enfrentamiento, desviando la atención de los conflictos no resueltos, surgidos en el marco de la revuelta del 2018. Todo un universo fecal, de pobres y odiosos seres, a quienes es necesario desenmascarar y acorralar.
Pero sobretodo, debemos volver a mostrar nuestra fuerza en la calle, no abandonando los territorios a merced de discursos racistas ni clasistas y remarcando que ninguna agresión quedará impune. Debemos combatir, con ideas y con fuerza, a todos aquellos agentes del odio que busquen promover la violencia y el enfrentamiento al interior de nuestras comunidades.
Tenemos y podemos achicar la calle a quienes buscan, interesadamente, colgarse de las dudas y desconfianzas de nuestra gente, inflando sus propias y retorcidas agendas, a costa de destruir la convivencia entre chilenos y migrantes. Toda una labor de negatividad y corrupción, cuyo objetivo final no es más que seguir entregándole poder y tribuna a los peores de nosotros, los mismos culpables de cada injusticia existente en Chile.
Es lo mínimo, es lo urgente, es lo necesario. No pasarán
Kiwicha Comunicaciones
Foto: Ignacio Muñoz/AP