Ganar, gustar y golear

Ganar, gustar y golear

11Oct21 0 Por Tramas


La selección argentina reverdeció la vieja consigna de Cesar Luis Menotti, para llevarse un triunfo contundente en el clásico rioplatense, que pone al equipo a un paso de la clasificación para el mundial de Qatar.

Tablón Argento


Fue un partido raro desde el comienzo. El equipo nacional ejerció desde el principio un claro dominio en la posesión de la pelota pero un muy astuto Luis Suarez se aprovechaba de la modorra de Otamendi y empezó a inquietar el arco argentino. Primero fue un remate furibundo que contuvo Dibu Martinez, por dos veces, porque también tapó el otro zapatazo de Valverde. Después fue otra vez Suarez con una tijera y otra gran atajada de Dibu. La última, pegó en el poste. A la seguridad que da tener un gran arquero, se sumaba la evidencia de que el poste jugaba para nosotros.
La selección de Scaloni tambien tuvo sus ocasiones, y le tocó a Lo Celso, tener un papel desequilibrante. Primero su disparo pasó muy cerca del palo y después eludió al arquero, su remate pegó en el travesaño, la pelota rebotó en la raya del arco y se negó a entrar para desesperación de nuestra hinchada y alivio de los charrúas. Un remate cruzado de Messi, se le escapó por poco a Lautaro Martinez, que sólo tenía que empujarla.
Hasta los 38 minutos del primer tiempo el partido era parejo en ocasiones de gol, pero se veía un mejor funcionamiento de Argentina, en particular por la circulación de pelotas limpias en el rombo que conformaban Paredes, Lo Celso, De Paul y Messi. Intentando sumarse a aquella sintonía fina, Lautaro Martinez alternaba buenas y malas intervenciones. Nico Gonzalez tenía una mala noche, mucha voluntad, mucho vértigo, pero ninguna precisión. La tribuna empezó a reclamar por “Fideo” De María para reemplazarlo cuando ocurrió algo inesperado.

Messi tiró un centro milimétrico al borde del area chica para que Nico Gonzalez la empujara a la red y allí Muslera hizo la lógica que fue tratar de contener el desvío del delantero que entraba como una tromba. Fue una errada lectura del arquero, porque como ya había anticipado, Nico tenía una mala noche, no pudo conectar el pase y la pelota sigió su camino, mansita, hasta la red. El poste izquierdo de Dibu Martinez ya había dado una señal, pero creo que fue ese momento el que confirmó a nuestro equipo, cuerpo técnico e hinchas presentes y virtuales, que en ese partido se nos habían alineado los planetas. Y allí empezó la fiesta. Enseguida vino el segundo gol, cuando después de un toqueteo de pelota que había dejado muy confundida a la defensa uruguaya, Rodrigo de Paul se abrió paso con un pique corto entre los grandotes marcadores centrales celestes y definió como un crack ante la impotencia de Muslera.


El segundo tiempo fue todo de Argentina. El equipo se armó mejor en el fondo respaldado en la enorme solvencia de Cristian Romero. Otamendi superó sus dudas iniciales y terminó jugando en alto nivel. Borraron a Suarez, a Cavani y a cualquiera que se acercara al área. Tagliafico y Molina se adueñaron de los laterales marcando y subiendo para sumarse al ataque, y en el medio campo el cuarteto de buen pie enloqueció a la defensa uruguaya. El partido no terminó con una goleada histórica porque Muslera demostró que sigue siendo un gran arquero y porque Lautaro Martinez andaba con la polvora mojada, aunque al final pudo embocar uno. Messi, que se quedó con las ganas de hacer un doblete, siguió empujando a sus compañeros hacia el arco rival, y Argentina, con el resultado asegurado, en ningún momento bajó su postura ofensiva. Los ingresos de De Maria, Joaquín Correa, Exequiel Palacios, Facundo Medina y Julián Alvarez, sólo trajo la novedad que hubo nuevos invitados a la fiesta y no desentonaron.


El clásico rioplatense fue un hermoso partido de fútbol por todo lo que mostró la selección argentina, por la primera media hora de Uruguay y porque en ningún momento el partido se ensució con infracciones o jugadas desleales. Elogio que en particular se merece el equipo uruguayo, que por algunos momentos fue bailado y no reaccionó con ninguna patada vindicatoria.
El público y los jugadores, disfrutaron del partido, prolongando su romance con esta selección. El estadio despidió con aplausos a los jugadores y volvieron los gritos que hicieron presente a Diego Maradona. Quizás porque cada vez que se juega bien al fútbol, es imposible no recordarlo.

Tablón Argento