Una historia más que contar

Una historia más que contar

6Nov21 0 Por Héctor Zuñiga (Panini)

¡Mierda, qué pase mete el Osvaldo!, “decía Juan, golpeándose las rodillas con las palmas de las manos mirando el partido sentado al costado de la cancha”.  

“¡Cuando yo juego no pone esos pases!”

Jajajajajajajajá…

Por San Peperone, que no pude contener la carcajada. 

 ¡¡¡Fue inevitable!!!

Pernía, es un capo imitando. Jajajá. 

Qué “Campi” ni la mierda. Ta’ que lo parió…igualito le sale. 

 Saca a la perfección el acento de los coyas. El mismo acento “del Churito Cabral” y de Joaquín patas chuecas, que aún viven en Monteros. Mi viejo, cosa rara, no. Nunca lo escuché hablar así, eso que también era Coya.

Había llegado hasta Riso para visitar una vez más, a Pernía (apodo que le pusieron en el barrio por el exdefensor bostero Vicente Pernía). 

Quería ver en acción al Millonario. Faltan pocas fechas para que termine el campeonato y la Banda Roja está en la cima de la tabla. Va de visitante contra su inmediato perseguidor. Ahora con la vuelta del público a la cancha es más placentero sentarse frente a la tele y observar el espectáculo.

Pernía tiene un plasma de cincuenta pulgadas, un lujo que en mi economía hogareña no puedo darme.

 River viene bien y es el gran candidato. Espero que gane, por supuesto. Como simpatizante deseo verlo campeón una vez más.

-Si le habremos hecho “pelar el culo” a los Centenos -dijo-.  ¿Te acordás cuando jugábamos en lo del Paisa Estrada? Jaja, ¡qué chiroleada!, ¿no?  Después chupábamos cervezas gratis a costilla de ellos, jijijí -reía-. Vos que tenés la inquietud del escrito -continuó-, mandále fruta, a ver qué reacción tienen. Habla del baile que le pegábamos con el Jatu, Pita y el Pinto.

-Yo lo escuchaba sin sacar los ojos del partido. 

Hacía unos minutos había comenzado.  

Pernía estaba en la cocina, detrás mío fritando unas albóndigas y me hablaba rememorando el pasado patagónico. No me hablaba del trabajo, ni del cansancio, ni de la gota gorda que sudábamos para ganar el mango. Me hablaba de lo divertido, que en definitiva es lo prevalece en la memoria de uno.

“Un espectáculo las tribunas” 

“La imagen de la tele tiene una increíble definición”

“Casi al inicio nomás, Felipe Peña comete una falta fortísima lejos del área.”

“Con qué necesidad, digo yo”

“Qué chango pelotudo”.

 Terrible planchazo contra un jugador de Talleres y el árbitro, lógico, le saca roja directa. 

Con toda la calentura que tenía entendí que se iba bien expulsado. 

Yo que Gallardo lo alzaría a puteada por estúpido. Cómo va a dejar al equipo con un hombre menos en un partido tan importante.  

-Mirá que, Leonel, Osvaldo, Antonio, Juan y José (los hermanos Centenos) son chinchúdos…chispitas, -contesté.

-Mandale fruta igual. La verdad no ofende a nadie -me respondió con un tono de picardía-.  Le ganábamos siempre a pesar de que ellos jugaban fuerte. A Leonel, que se creía el cabezón Ruggeri varias veces lo hice pasar como escupida i mono. Cuando salía a lo macho ciego, flor de caños se comía ya lo tenía junao como a tarea orillera. 

Conocían mejor que nosotros esa canchita ¿cierto? Pero de qué le servía, si lo mismo lo paseábamos.

-Pero yo los he visto ganar también -respondí-.  

-Sí, pero de cinco partidos agarraban uno -me contestó.

En tanto las palabras iban y volvían, no dejaba de mirar la tele. Si River le gana a Talleres se escapa. Le sacaría siete puntos faltando no muchas fechas para que finalice el campeonato.

“A pesar de la expulsión jugaba mejor que Talleres”.

“Buen partido de Julián Álvarez”.

 “A ese chango en cualquier momento se lo llevan los europeos, es demasiado pillo para el fútbol argentino”.

“Rápido, inteligente, habilidoso, goleador, lo que un delantero debe tener”.

Hoy, de entrada, nomás, cuando lo llamé desde casa para preguntarle si vería el partido, Pernía me hizo carcajear. 

Me contestó-: “claro, como no lo voy a ver, si yo tengo she she she” (por CCC el canal de cable).

No es que tenga CCC, simplemente lo dijo de esa manera imitando a Cuti Cabrera, (el pelao de tongo-tongo). Vecino que vive a la vuelta de mi cuadra y que habla shesheando.

-Dale, le respondí-. En un rato estoy ahí. 

-“Meta, meta” -me contestó-. Te espero.

Hice el trayecto como de costumbre, a gamba, mirando de tanto en tanto el celular. Hasta que llegué a la casa de Pernía.

Por el camino me crucé con vecinos de mi viejo barrio. 

Es increíble cómo pasa el tiempo. En un abrir y cerrar de ojos se fueron veintiún años. Veintiún años desde que me mudé de Riso.

“El tiempo no se detiene Panini, nunca te espera”

“La vida pasa inexorablemente para todos”, me martillaba una voz interior.

Toda vez que ingreso a la casa de Pernía lo hago medio con desconfianza por los perros (tiene cuatro). Nunca pasó que los guachos me atacaran, pero igual entro con cuidado. No vaya a ser cosa que se les pinte lo salvaje y quieran hacerse los sonsos conmigo. Pernía los reta y se calman un poco. Entonces entro, pero mirando de reojo por si las moscas y me acomodo en el comedor.

Con Pernía (somos hermanos) estuvimos juntos unas cinco temporadas en la chacra de Diomedi (el patrón) en la ciudad de Allen, Río Negro para la cosecha de la manzana.

Él ya está jubilado y no va más. Yo, por mis problemas artrósico, tampoco. Pero en mi memoria quedaron miles de recuerdos para contar, cómo las tardes de domingos en lo del Paisa Estrada, encargado de esa chacra que era vecina a la de nuestro patrón.

Gol de River, carajo. Así se juega: 

con alma y vida. 

Robert Rojas solamente empuja un centro del pibe Santiago Simón y a cobrar se ha dicho. Somos más. Ahora ya no tengo dudas. No hay otro equipo tan completo como el de Gallardo.

Lo domingos son especiales en el Sur, al menos nosotros ese día no trabajábamos. Caía de diez ese descanso. Lo dedicaba a desayunar tranquilo, leer el diario o el libro de “Papini” (escritor Italiano), preparar tranquilo mi almuerzo, dormir una siesta haciendo click a los problemas y a la pena de estar lejos la familia y de la tierra querida, para disfrutar más tarde de un momento agradable chupándome una cerveza o una gaseosa ahí, en lo del Paisa, donde se juntaba mucha gente. 

Aparte de la jugada de pelota, había tabiada, truqueada, pase inglés y nueveada. Podías quedar pelado los bolsillos o llenarlos de billetes.

Un ejemplo era el de Aguallo, capataz de uno de los Centenos, que agarró una chorrera de seis manos seguidas y juntó una gran cantidad de billetes. Osvaldo Centeno al ver el “ojete” que tenía, apostó fuerte en la séptima mano a favor de Aguallo, jajajá, pero Aguallo perdió.

“Andate a la mierda Aguallo, juego a vos y pierdo”. Mejor me voy a dormir, dijo, y se fue.

Por otro lado, el Paisa vendía bebidas. Algunos terminaban el domingo tarde en la noche bien mamado. Menos mal que a mí el alcohol me hacía mal al hígado (al bolsillo mejor, dirían los coyas) por esa razón no tomaba. 

Los arcos de la cancha eran dos bines de madera, el terreno duro como una roca. Era difícil meter la pelota adentro. En la semana, el paisa lo utilizaba para almacenar los bines llenos de fruta y cargarlos en el camión que se lo llevaba al galpón de empaque. 

Todos los domingos los changos se cuereaban por decirlo de alguna manera porque no querían perder ni en broma. 

Ajá, segundo gol de River. Álvarez se saca la marca de Rodrigo Villagra y toca para Braian Romero que define bien. Ahora estoy más tranquilo. Jugando así no perdemos ni en sueños.

Pernía me hace un sanguchito de unas albóndigas que estaba fritando y me sirvió un vaso de gaseosa sumado a eso River gana…¿algo más puedo pedir?

 Pernía y su buena mano pa’ la cocina. No solo del arte culinario, sino también sabe hacer las compras y conoce cada corte de carne, algo en el que yo soy cero a la izquierda. 

El partido va llegando al final y yo me levanto para irme. Mañana tengo que madrugar para ir a arandanear con el binomio Toscano-Pantera. Esos putos, aunque son rompe bolas los aprecio un montón. Tan luego volví al trabajo después de mi última publicación me tuve que cuidar porque casi me muerden. Dicen que los escracho y no es así. Se hacen los piojosos nomás. El enojo no les dura mucho. Se les pasa como todo en esta vida.

La verdad, no nos tenemos que pelear, menos ahora que se vienen momentos de lucha donde tenemos que unirnos para la pelea por un plan interzafra que sea razonable y que abarque a todos los que laburamos por un mísero jornal. Hay que salir a la ruta de nuevo. Mostrar nuestro descontento a los que nos representan para que se pongan las pilas.

No olvidar que las cabezas del gremio apoyaron abiertamente a Manzur, uno, y a Jaldo, el otro. Que los medios periodísticos fueron cómplices. Y que los únicos que nos apoyan son la gente de la izquierda. 

Panini