A ustedes, ¿les hablaron de los espejitos de colores?

A ustedes, ¿les hablaron de los espejitos de colores?

14Nov21 0 Por Liliana Costante

Frente a los impactos en la salud, en la biodiversidad y medioambientales que producirán proyectos como los del “hidrógeno verde” o el de extracción e industrialización de litio, la zanahoria para el burro está en que la inversión extranjera permitirá el desahogo financiero estatal y generará empleo.

A principios de este mes de noviembre, conocimos otra información que alerta nuestra atención: la reunión de Alberto Fernández en su despacho de la Casa Rosada con representantes del grupo minero francés Eramet. El grupo empresarial anunció  que retoma la construcción de una planta de litio en Salta con una inversión de 400 millones de dólares. Dicha inversión se haría en el marco del programa para el desarrollo de la explotación y la industrialización del referido mineral que lleva adelante el gobierno nacional.

La filial local de Eramet es la empresa Eramine Sudamérica SA y, la inversión de la que su CEO Daniel Chávez Díaz confirmara a Fernández, implica la construcción junto a la siderúrgica china Tsingshan de una planta de litio en el salar “Centenario-Ratones” que entraría en servicio a comienzos de 2024. Los pasos previos a esta decisión de Eramet fueron dados por el presidente Fernández y su ministro de Economía Guzmán en las reuniones que mantuvieron con aquélla y con su par francés Emmanuel Macron durante su visita a Francia en mayo de este año, con el objeto de avanzar en generar las herramientas para lograr disponibilidad en la reactivación del proyecto a través de un emprendimiento público-privado. Según el periodismo acreditado en Casa Rosada, La Presidenta y Directora Ejecutiva del grupo Eramet -Christel Bories-, habría señalado que la decisión de retomar el proyecto de litio en Argentina correspondía tanto a una circunstancia empresarial -momento de despliegue de la empresa con el objetivo de posicionarse como actor de referencia en metales para la transición energética- como a haber notado en Argentina “un ambiente mucho más favorable a las inversiones extranjeras en los últimos meses, gracias a las decisiones adoptadas por el Gobierno Nacional”.

La empresa Eramet controlará el proyecto con una participación del 50,1% asumiendo la responsabilidad de la gestión operativa, mientras que su socio chino financiará la construcción de la planta y entrará en el proyecto con hasta un 49,9%. En el mes de abril de este año el ministro de Desarrollo Productivo Matías Kulfas, conformó la Mesa Nacional del Litio con los gobernadores de Jujuy -Morales-, de Catamarca -Jalil- y de Salta -Sáenz-, para el delineado de propuestas al desarrollo de la explotación e industrialización del mineral en esas provincias.

A la fantasía seductora de lograr puestos de trabajo, se le suma la de estar haciendo frente, con esto, al cambio climático en la llamada transición a energías renovables. Lo que oculta las contracaras de proyectos de producción e industrialización bajo los condicionamientos crematísticos empresariales.

El litio -mineral conocido hoy como “oro blanco”- es un elemento vital en tecnologías aplicadas para las baterías de teléfonos móviles, ordenadores portátiles y vehículos eléctricos. La necesidad de su producción remite al límite que imponen las reservas disponibles (no en el mercado mundial sino en la tierra)-.

Proyectos como los del “hidrógeno verde” por una empresa australiana y el del litio por una franco-china, generarán impactos en la salud, en la biodiversidad y el medioambiente. No podemos hoy calibrar el nivel de tales impactos. De ahí que es legítimo inferir que tales proyectos se transforman en un “laboratorio a cielo abierto” en el que pueblos y territorios son conejillos de indias frente a la producción e intereses capitalistas.

Vayan como ejemplo las objeciones que el asesor científico de la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA) hizo al proyecto de la empresa Bacanora Lithium en el estado de Sonora -México- que se pondrá en marcha este año y debería empezar a producir en el 2022. Es legítimo prefigurar qué futuro le depara el entrelazado comercial entre gobiernos nacionales/provinciales y capital transnacionalizado a pueblos y territorios a partir de la explotación del llamado “mineral del futuro”. Debemos considerar el impacto en el medioambiente y la pérdida de biodiversidad en zonas donde se hacen los desmontes para la construcción de la planta o, en el caso de la producción de “hidrógeno verde”, los embalses; la correlativa fragmentación del hábitat; la cantidad de agua que será derivada al filtrado y la extracción de las arcillas que están sedimentadas al litio.

La contaminación por litio de los mantos acuíferos o en ríos puede llegar a comunidades, quedando los seres humanos en riesgo de absorber la alta toxicidad del mineral -salvo, claro está, que emigren-. No sabemos si los estudios ambientales han previsto los “impactos a perpetuidad” como puede suceder con los desechos de las minas o la contaminación acuífera del suelo. Se les llama “a perpetuidad” porque permanecen por milenios en el planeta, para el caso de que éste sobreviva a tal nivel de explotación.

Los pueblos ¿saben de qué se trata?

El Estado sigue sosteniendo políticas de despojo perpetradas por el sistema del gran capital transnacional a su beneficio, bajo la apariencia fraudulenta de que las inversiones extranjeras -tal como están legalmente planteadas- permiten un desahogo necesario para la balanza de pagos y remedan la falta de empleo que padece la población. Para el caso del litio, estamos hablando de una inversión de sólo 400 millones de dólares y de la contratación de a lo sumo 4000 trabajadorxs a lo largo de las etapas que implica el proyecto.

¿Cuánto hemos estado pagando y vamos a pagar por la deuda con el FMI, sin que la hayamos auditado mientras el mismo gobierno que la paga, la señala como ilegítima y odiosa por lo menos en lo que respecta a la que tomó el gobierno anterior de Macri? Porque si en algo están de acuerdo ambos “bandos” es que “hay que honrar la deuda”. ¿Cuál? La deuda con los pueblos y con el hábitat, sigue sin ser honrada.

No por nada, hoy se está luchando para conseguir que el Congreso prorrogue la ley 26.160 de emergencia territorial indígena cuya tercera prórroga vence el próximo 23/11/2021 y que, de no lograrse, agravaría aún más la emergencia de pueblos originarios respecto a sus territorios. De la prevención, ¿quién se ocupa? La reparación a los daños que se causen que no han sido holísticamente considerados es, como la generación de empleo, un espejismo.  Estamos cediendo recursos naturales, soberanía y vidas humanas, para que se asienten inversiones privadas que se apropian de recursos, soberanía y vidas lo más impunemente que pueden en el marco de la lex mercatoria. Esa apropiación ha sido, es y será su causa-objeto y su causa-fin.

Pensar que en la escuela primaria estatal nos enseñaban, que los conquistadores españoles lograron el consenso de algunos grupos nuestroamericanos, cambiándoles oro por espejitos de colores. Recuerdo que aquello era dicho con una entonación que mezclaba conmiseración con un poco de desprecio hacia los pueblos que ignoraban el valor comercial del oro -justamente porque, para aquéllos el oro no tenía “valor comercial” en los términos del conquistador-. Ahora les seguimos entregando nuestros “oros” mientras esperamos los espejitos de colores que nunca van a llegar. Eso no es un resultado “no querido” del sistema capitalista. Eso es el sistema. 

Liliana Costante