La crueldad de los cobardes

La crueldad de los cobardes

25Nov21 0 Por Alfredo Grande

En el devenir de la cultura represora, la necesidad no tiene cara de hereje. Tiene cara de derecha.

La cultura represora tiene 4 registros fundantes: el mandato, la amenaza, la culpa y el castigo. La cultura judeo cristiana, que tanto nos ha jodeo, se especializa en los 4 registros. Desde ya, organizaron en siglos una subjetividad domesticada que incluye, entre otros desatinos, varios discursos de las servidumbres consentidas. Un aforismo implicado señala: “Tenemos miedo a la libertad, pero no tenemos pánico a la esclavitud. Sonamos”. Sin embargo, a pesar de las encíclicas religiosas y laicas que persuaden en forma más o menos amable, a ser mansos como corderos, no son pocos ni pocas que insisten en seguir mordiendo como lobos o leonas. A eso la cultura represora denomina “violencia”. Es un absoluto disvalor en la democracia. La violencia ya no es la partera de la historia, sino que es la marca indeleble de la condición de animalidad y salvajismo innato. Hay personas que mas allá de lo que hagan o dejen de hacer, son delincuentes. Son subversivos. Son terroristas. No es por los actos que cometen. Es porque asi son. Feos, sucios, malos, vagos, peor entretenidos, indolentes, débiles, pasivos, discapacitados intelectuales y morales, delincuentes natos. Lombroso ha renacido y sus doctrinas son ahora razón de estado. El Estado, adecuado camuflaje de la divinidad del Rey, determina que población alcanza y nunca sobra, y cuál es la población sobrante. En un doble sentido. Porque no le sobra nada, y porque está en exceso para cualquier intento de inclusión. Que tampoco son tantos.  Por un lado, los inmigrantes ilegales sistemáticamente arrasados. Por otro lado, los nómades digitales, que trabajan desde Dubai para plataformas internacionales. Los unos no cobran en pesos, los otros cobran y no poco, en dólares. Hay pobres que además de pobres, son tercos. Pretenden seguir viviendo. Sobre viviendo la vida, o sub muriendo la vida. Pero insisten y existen. El denominado poder de policía, que no es otra cosa que la potestad punitiva del Estado, está agazapado esperando la deseada orden: “masacrar, asesinar, torturar, por la Patria”.  Y no hablemos de correlación de fuerzas. King Kong contra dos suricatas. La cultura represora que abomina de la violencia, rinde culto a la crueldad. Y planifica en forma sistemática todo tipo de sufrimiento. Delante de cada derecho, hay un sufrimiento. Pero los crueles que asesinan, masacran, torturan, los apóstoles de la canalla crueldad, no solamente ejercen actos de total cobardía. Apuntando a los ojos, demoliendo a patadas cuerpos debilitados. Los actos de la crueldad están a la vista. Pero hay que tener ganas de mirar.  Pero estos paladines de la cultura represora, además de ejercer actos cobardes, son cobardes. Especialmente oficiales y sub oficiales que padecen el síndrome de Gunga Din. (hindú vendido al ejército inglés) Son cobardes y por eso, para enmascarar esa cobardía, extreman su crueldad. “Veremos si son valientes, cuando llegue vuestro dia” cantábamos con el cancionero de la guerra civil españoles. Eso al menos está claro. No serán valientes. Llorarán como los policías que fusilaron a Lucas. Con lágrimas de cocodrilo. De cocodrilo cobarde. 

Alfredo Grande