Contra Franco a través de las novelas

Contra Franco a través de las novelas

28Nov21 0 Por Daniel Campione

Murió Almudena Grandes, escritora española que navegó con fortuna entre la historia y la imaginación novelesca. Su pintura de la tiranía que duró cuatro décadas aporta a la comprensión de la barbarie represora, contra la que florecieron heroísmos cotidianos que la autora rescata.

Corrían los últimos meses de 1944 y varios miles de guerrilleros españoles ingresaban desde Francia a España por una aislada zona fronteriza, el valle de Arán. Iban dispuestos a echarse sobre sus espaldas la tercera guerra consecutiva. Después de la civil y de la resistencia antinazi, ya que la mayoría de ellos eran veteranos de ambas.

En el exilio francés se sumaron a la lucha contra el invasor. Y llegaron a destacarse en la liberación de zonas enteras. Ahora, al volver a pisar suelo hispano, el derrocamiento de la dictadura de Francisco Franco era el sueño que los impulsaba a arrostrar todos los peligros.

Ese acontecimiento real, envidiable punto de partida para una ficción, constituyó la materia prima de la novela Inés y la alegría. Era la que daba inicio a una serie ambientada en el franquismo, Episodios de una guerra interminable.

Saga que no iba a estar orientada sólo a pintar los entresijos del poderío dictatorial. Sino, sobre todo, al rescate de las historias de lxs millones de españolxs que lo padecieron. Y entre  esas vidas,  ocuparían un lugar protagónico las de quienes resistieron a la opresión de mil maneras, desde la guerrilla rural al auxilio a los muchos millares de presxs. Muchxs integrados a multiformes organizaciones clandestinas.

En esa línea se desenvolvieron los siguientes libros de la serie. El lector de Julio Verne; Las tres bodas de Manolita, Los pacientes del doctor García y La Madre de Frankenstein.

Todas las obras están atravesadas por la detenida descripción de la asfixiante sociedad que edificó el franquismo, a partir de la destrucción sistemática de la anterior. Aparece allí la estrecha colaboración entre militares, policías, eclesiásticos y poder económico. Enfilada a aplastar a quien se atreviera a desafiar a ese bloque que se creía omnipotente y bendecido por la divinidad.

El período del “dominio rojo” era un fantasma a exorcizar, una maldición conjurada por el feliz advenimiento del “Caudillo de España por la gracia de Dios”.

La materia novelesca que despliega Almudena en las distintas “entregas” de la saga es más vasta y heterogénea. Hay tramos en que la acción sale de la península para volver muchas páginas más tarde. Ocurren idas y vueltas en el tiempo hasta llegar casi a la actualidad. Se atraviesan las más diversas historias de amor. El eje sigue siendo el mismo, las batallas cotidianas que dieron forma a la “guerra interminable” que da nombre a la serie. Y los oscurecidos sueños y los constantes pesares de quienes transcurrían por una realidad ominosa.

Antes de los “Episodios…” la novelista escribió centrada en el tiempo que le tocó vivir. Los años tardíos del franquismo (nació en 1960) y a partir de la mentirosa “transición”. En esas narraciones de ambientación más reciente, el drama del largo período anterior despuntaba una y otra vez, en unos escritos más que en otrxs.

En El corazón helado, publicada  pocos años antes de iniciar la serie, la intrusión indetenible del pasado de guerra, dictadura y exilio, cobraba relieve aún mayor.  El desemboque en “Inés…” y sus sucesoras podría tildarse de “natural”.

Puede disentirse con algunas de las interpretaciones del conflicto y de la resistencia antifranquista de A.G. Incluso cabe hacerlo desde ángulos distintos y hasta opuestos. Lo que resulta innegable es el apasionamiento, su toma de partido por esos “rojos” españoles que jugaron su vida. Y lo hicieron desde la convicción de enfrentar con los medios a su alcance, al régimen que se daba de patadas con todas sus creencias y deseos.

No se limita a escribir sobre las “víctimas”, como hacen tantxs. Sino que se anima a la reivindicación de los luchadores, asignando un lugar destacado a quienes lo hicieron con las armas en la mano.

En una entrevista de hace un par de años la novelista afirmó: “…lo mejor es decir que los dos bandos fueron iguales, que todos hicieron cosas horribles, que todo fue un desastre, que ninguno tenía la razón. ¡Me niego a escribir novelas así! Yo no soy neutral, en ninguna parte está escrito que un novelista tenga que ser neutral. Y además creo que la objetividad es un mito”.

La escritora madrileña no fue de las “neutrales”, por cierto. Y tampoco se encasilló en la “mirada progresista” que le adjudicó el jefe de gobierno de su país Pedro Sánchez el día de su muerte, al esbozar una despedida oficial. Los protagonistas de sus obras no fueron unxs desvalidxs a lxs que defender de la arbitrariedad de los poderosos. Son quienes dieron la pelea, con casi todo en contra, por cambiar de raíz el horrible  entorno que les tocó transcurrir.

Sus libros ayudan a comprender el fárrago de una guerra terrible, librada a veces en campos de batalla visibles y otras en escondites, sótanos policiales y prisiones infectas. Hasta en manicomios.

Es una escritura que va contra “reconciliaciones” y “olvidos” que sólo pueden contribuir a perpetuar la injusticia. No es poco para agradecerle a Almudena Grandes, habrá que hacerlo a través del recuerdo y sobre todo con la relectura.

Almudena Grandes, un boquete en las barricadas socioculturales

Foto de la escritora de elcultural.com

Daniel Campione