Una jornada pasada por agua

Una jornada pasada por agua

26Dic21 0 Por Héctor Zuñiga (Panini)

“A mí la lluvia, a mí la lluvia, no me inspira”

Y no me lleva, y no lleva, a una salida”.

Decía el Chabón de Antonio Birabent en una de sus canciones. ¿Y saben por qué?

Porque la lluvia no lo llevaba a ninguna salida.

Esa lluvia, que no es la del poeta, arruinó una jornada laboral inmejorable, ayer martes, en el “Doce”.

¡¡Y con la falta que hace el mango!!

Era de esperarse que lloviera, los meteorólogos (que por algo lo son) en radio y televisión lo habían anunciado. Pero testarudos los jefes, pasándose por las pelotas los pronósticos mandaron a cosechar.

El famoso Pantera, mandó la orden:

“Se trabaja mañana, gente. Mismo horario”

Melón Rodríguez, el colectivero:

“5.40 por la estación de servicio, viejo”

La patrona:

“¿trabajás mañana?

Yo:

“Sí, sí, claro que sí. Me lo acaba de decir Pantera”

La patrona:

“Mirá que anuncian agua para todo el día”

Y, vieja. Ojalá llueva antes que el celular me despierte en el horario que acostumbro levantarme.

Sería bueno, así continúo durmiendo porque de lo contrario Melón, “el que va a vivir mil años con el bidón que tiene” va a pasar por mi parada buscándome.

Después de trastear entre las cosas de mi hogar a cierta hora de la noche y de acomodar la ropa del trabajo, dejándola ordenada para el día siguiente, me vestí para dormir con la esperanza de tener un sueño reparador y energético que me dure al menos unas seis horas “por si las moscas, como siempre digo”.

Nada de lluvia al levantarme, pero nublado sí que estaba. Nubes panzudas, amenazadoras, cargada de agua se aproximaban desde el sur. De ahí no le erra ni a palos. No sabía qué hacer, dudaba entre preparar mi desayuno y cambiarme o tirarme una pilita a la cama de una. Fui al baño, tal vez sentado en el inodoro leyendo un poco “La fiesta del chivo” del más grande novelista del mundo y de todos los tiempos, el peruano Mario Vargas Llosa me decida en apenas diez minutos que dura la lectura. El tiempo es oro cuando uno está apurado y cuando salí me arranché para la jornada. Sea lo que Dios quiera, me dije. Si tiene que llover que llueva, que tanto Larilaraila.

Ese envión anímico me cegó el entendimiento, como que nubló la razón y no me permitió ver más allá de mi nariz.

Ahora caigo después de la aventurada. ¿Qué hubiera pasado si por ganar unos mangos me enfermaba? ¿Toscano, Pantera, Roldan, los jefes del “Doce” me habrían ayudado con los remedios que están que no se los puede comprar? Si, de acá, salté indignado.

Si pasa que te enfermás bancátelas como puedas, por eso en cuanto comenzó a llover Panini salió, entregó las bandejas llenitas como exige la patronal, recibí las fichitas correspondientes, ni una más ni una menos, y salí con demasiada premura, buscando la salida pasando por el agente de interpol (Súper ratón) que te revisa hasta los huevos en la entada para comprobar que no llevás arándanos en los bolsos. Ayer me enteré por Melón que a Ratón le dicen cable de plancha: parece, pero es un forro.

Panini-Acheral-Tucuman 18/11/21