La revolución y los amigos de Durruti

La revolución y los amigos de Durruti

16Feb22 0 Por Daniel Campione

Un libro de reciente publicación en nuestro país nos acerca al itinerario y el programa político de una agrupación anarquista radical. Los debates en torno a ella, en plena guerra civil española, comprenden temas que aún hoy provocan polémica en los ámbitos de izquierda.

Miquel Amorós

Los amigos de Durruti en la revolución española

Buenos Aires. Libros de Anarres. Colección Utopía Libertaria. 2021.

286 páginas

“Hay que emplear nuestras actividades en evitar que la revolución se pierda. Más vale morir siendo revolucionarios, y por ende hombres, que no testigos acobardados de nuestra derrota.”

Son palabras de J. Santana Calero, un dirigente de la agrupación anarquista que da título al libro.

No fue un “detalle”.

En las historias generales de la guerra de España, con frecuencia sólo se dedican unas pocas líneas a “Los amigos…”. Y únicamente a propósito de los sucesos de mayo de 1937 en Barcelona.

Justamente  esos hechos, las conductas en ellos desplegadas y su interpretación constituyeron un eje para esta agrupación libertaria. Miles de trabajadores barceloneses, conducidos por los anarquistas más “extremos” y por el comunismo de izquierda se alzaron en armas después de una intencionada provocación.

En el entendimiento de los “durrrutistas”, la lucha de calles había sido ganada. Y la victoria traicionada por las conducciones políticas y sindicales del anarquismo, que no querían ese triunfo.

Grandes próceres ácratas, como Juan García Oliver y Federica Montseny, a la sazón ministros del gobierno de la república, fueron tildados por ellos de derrotistas y hasta de traidores. Habrían sido los culpables de que se terminara de malversar la victoria frente a la sublevación militar en las calles de Barcelona en julio de 1936.

El 19 de julio, visto desde el mirador de mayo del año siguiente y aún después, era percibido como una oportunidad revolucionaria perdida. A partir de allí, en la percepción de las corrientes más radicales, todo marchó en el sentido de la entronización de un poder contrarrevolucionario y la paulatina supresión de las conquistas de la revolución.

La regresión no iría a detenerse hasta hacer inexorable que las tropas de Francisco Franco vencieran, ya a principios de abril de 1939.

La actuación de la agrupación no termina allí, sino que sigue a todo lo largo de la guerra, en la búsqueda de un nuevo viraje revolucionario que nunca llegó.

La organización era minoritaria pero no irrelevante. Su influencia se extendía a sectores de las Juventudes Libertarias y también a algunos sindicatos. Los prestigiaba además estar puestos bajo la advocación de Buenaventura Durruti, dirigente libertario caído en la defensa de Madrid, cuya estimación como héroe era unánime.

Foto de Buenaventura Durruti

Al dedicarle la obra entera a los “Amigos…”, Amorós nos muestra  en forma minuciosa el desarrollo de la acción y sobre todo del pensamiento de esa organización a lo largo de los dos años en que se desenvuelve su actuación, hasta la caída de la República.

Una historia comprometida

Miquel Amorós tiene una vasta experiencia en la historiografía sobre el anarquismo español, al que le ha dedicado ya varios libros.

A lo largo de la obra el historiador confía más en la reproducción de manifiestos, artículos periodísticos y otros documentos que en hacer prolongadas elaboraciones propias sobre los sucesos y los debates sobre ellos que se suceden.

Los comentarios que hace sirven para contextualizar a los documentos o fragmentos que reproduce, poniéndolos en relación con la línea de sucesos y con las posiciones de otras fuerzas políticas.

El autor no trata de mostrar distanciamiento y menos “neutralidad”. Su toma de posición es clara: Al lado de la intransigencia revolucionaria. Más aún, en un pasaje enuncia: “El giro del anarquismo español hacia el Estado, el patriotismo y el militarismo fue el hecho político más relevante de la Guerra Civil.

La anterior afirmación puede parecer exagerada, pero articula bien con la visión de Amorós acerca de que la derrota no estaba predeterminada. Al contrario, habría sido la conducción anarquista la que malgastó la posibilidad cierta de hacer la guerra y la revolución al mismo tiempo, y a partir de allí vencer a los sublevados y a la vasta coalición local e internacional que los respaldaba.

“Los amigos de Durruti” eran partidarios de la asunción de amplias facultades por parte de los sindicatos y los municipios. Y rechazaban el derrotero que había tomado la república, al que percibían como favorecedor de la pequeña burguesía y manipulado por los comunistas, de los que eran feroces críticos.

Asimismo eran contrarios a la militarización. Y a la participación de miembros de la CNT y la FAI en órganos de gobierno. Y supieron ser acerbos impugnadores de la postura “colaboradora” de las direcciones anarcosindicalistas, tanto la nacional como la de la regional catalana.

Éstas les respondieron a su turno con la desautorización y luego expulsándolos. Y desde el gobierno los hicieron objeto de censuras y persecuciones, casi al mismo tiempo que se desataba la brutal represión hacia el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM)

Más allá de lo que se pueda compartir o no, el recorrido puede ser  un atractivo aporte acerca de los debates entre quienes consideraban inescindible la guerra de la revolución y los que posponían esta última para un futuro incierto. Lo que se conectaba en el caso de “Los amigos…” con la condena de los que se visualizaban como rasgos de imposición desde arriba y burocratización.

Charla de Miguel Amoros: «Los Amigos de Durruti» | Materiales

El órgano de prensa de la agrupación.

Alentaba por entonces el debate entre los que entendían la socialización completa de los medios de producción como único contenido posible de la revolución y otras corrientes que propiciaban estadios intermedios, con supervivencia, provisoria o definitiva, de la propiedad privada y las relaciones de mercado. Lo que llevaba al rol excluyente del proletariado como sujeto revolucionario en el primer caso y a una amplia alianza de clases en la segunda opción.

Pensar la revolución

La lectura de esta obra puede llevar a reflexiones que van bastante más allá de la revolución española y que generan polémicas hasta hoy.

Nos encontramos con cuestionamientos a la participación de revolucionarios en un gobierno que no lo es, con las posibilidades de burocratización y cooptación que ello acarrea. También con disquisiciones acerca de la preservación de la autonomía de las organizaciones de base frente a las presiones centralizadoras y en pro de una dirección unificada.

Tales elaboraciones llevan a los interrogantes con respecto al papel de la maquinaria estatal y la posibilidad de construcción de un poder político dirigido por los desposeídos, para terminar para siempre con la explotación.

Asimismo aparece la problemática de la proyección política de los sindicatos. Es puesta en tela de juicio la “forma partido” y sus posibilidades de reemplazo por otras organizaciones de estructura más horizontal y mayor  control desde abajo de la dirección.

La posible libertad de crítica de organizaciones locales o de base y las tendencias de la cúspide organizacional a restringirla ocupa asimismo un lugar importante.

Y no faltan las reflexiones en torno a la necesidad de la posesión de las armas y el ejercicio de la violencia física para llevar al triunfo un proceso revolucionario.

Uno de los aspectos presentes a lo largo del trabajo es el de la tendencia al reemplazo de la  adecuada evaluación de las relaciones de fuerzas por un enfoque cristalizado, que siempre las ve como desfavorables y, por añadidura, inamovibles.

A más de tres cuartos de siglo de los acontecimientos narrados y pese a los grandes cambios experimentados desde entonces, los dilemas que recorren esta obra y dieron vida a la revolución española mantienen su vigencia. Se discutía entonces, como hoy, en torno a de qué manera terminar con el capitalismo y con qué sistema social reemplazarlo.

Y alrededor de  la consideración o no de la autoorganización y autogobierno de las masas como elemento irreemplazable de un genuino cambio revolucionario.

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