Los carteles de la anarquía

Los carteles de la anarquía

23Feb22 0 Por Daniel Campione

Un libro reciente nos acerca a parte fundamental de la obra de un importante escritor anarquista.

Aníbal D’Auria y Elina Ibarra

El anarquismo de Rodolfo González Pacheco: Un ensayo crítico sobre Carteles.

Buenos Aires. Libros de Anarres, 2020.

188 páginas.

Rodolfo González Pacheco fue una figura singular entre los libertarios argentinos. Intelectual con toques “antiintelectuales”, orador en multitud de actos y conferencias, dramaturgo de éxito, animador permanente de la prensa ácrata.

Un itinerario apasionante

  R.G.P. actuó durante décadas en el periodismo anarquista, siendo fundador de varios órganos de prensa de esa tendencia, entre otros Germinal, La mentira, La Batalla, La Obra. Durante algunos períodos formó parte de la redacción de La Protesta.

Rodolfo González Pacheco (Vida y obra) | SOBRE LA ANARQUÍA Y OTROS TEMAS  (VIDA, OBRA Y BIOGRAFIAS DE ACTIVISTAS, LUCHADORAS Y LUCHADORES  ANARQUISTAS) HASTA EL AÑO 1899
Rodolfo González Pacheco

La Antorcha, cuya publicación se inició en 1921,fue quizás el periódico más significativo entre los que estuvieron bajo su conducción. Desde allí se sostuvieron las posturas más radicales. Se defendió en sus páginas a los anarquistas expropiadores y su utilización de la violencia. Asimismo se culpó al sistema social existente de  algunas acciones de Severino Di Giovanni.

Esas posiciones lo llevaron a una dura polémica con el órgano más tradicional del anarquismo, La Protesta. Allí Diego Abad de Santillán y Emilio López Arango eran fuertes críticos de las corrientes libertarias que enfrentaban a la sociedad de la explotación con las armas en la mano. Llegaron a contraponerse “protestistas” y “antorchistas”.

González Pacheco fue encarcelado varias veces. En 1911 sufrió encierro en el terrible penal de Ushuaia. En 1926 fue condenado a seis meses de prisión. Se lo consideró incurso en apología del delito por su defensa de Kurt Wilckens, el libertario que vengó la masacre conocida como “La Patagonia Trágica”. Advenida la dictadura de José Félix Uriburu en 1930 estuvo preso ocho meses en la cárcel de Villa Devoto.

Estallada la contienda española, R.G.P se contó entre los numerosos anarquistas argentinos o residentes en el país que fueron a la península. Allí colaboró con la causa antifascista a partir de su formación literaria y teatral. Publicó en suelo ibérico la revista Teatro Social, formó la “Compañía del Teatro del Pueblo” y dio a la luz en 1938 una serie de Carteles de España.

A partir de la consideración del teatro como un vehículo eficaz para la crítica social y la propaganda ácrata fue autor de una veintena de obras teatrales, entre 1916 y los primeros años de la década de 1940. Algunas de esas piezas tuvieron gran repercusión e hicieron popular su figura. Pueden mencionarse, entre otras, Las víboras, Hijos del pueblo, Hermano lobo, Compañeros.

Su obra literaria más famosa fueron los Carteles. Eran recuadros con prosas breves que se publicaban en los periódicos anarquistas y versaban sobre temas variados. Siempre tenían un propósito crítico, cuestionador del orden social y estaban escritos en tono militante.

El propio autor explicaba, en La Antorcha: “un cartel no se hace ni con ciencia; ni con gritos, ni con música. No se pinta ni se escribe. Es lo vivo, lo palpitante, lo cálido (…) Debe hablar de dolor, cuando habla, no con la boca, sino con las heridas; y no ha de pedir justicia, cuando la sueñe, sino que debe salir a hacerla, ¡a cumplirla!”.

Fueron objeto de varias recopilaciones en forma de libros, en algunos casos agrupados por temática. Así estuvieron Carteles del camino, Carteles de ayer y de hoy y Carteles de España, entre otros.

Reflexión y contacto directo con sus textos

El trabajo de Aníbal D’Auría y Elina Ibarra transita un análisis crítico, no literario sino político, de esos escritos de González Pacheco. Los autores no adoptan un tono celebratorio de la producción del escritor libertario. Señalan con claridad sus límites, dados en parte porque sus escritos no contienen posiciones teóricas originales.

La visión del autor de los Carteles  acerca de la idea anárquica es bastante particular. La percibe más como un conjunto de postulados éticos que como una perspectiva de transformación social. Escriben D’Auría e Ibarra: “Para González Pacheco, el anarquismo no es una cuestión de ideas ni de palabras, sino un asunto de carácter y de temperamento…”

Se encuentran en esos textos todos los temas generales del anarquismo. Enumeran los autores: “…el rechazo intransigente al Estado y a su violencia como cómplice de la explotación, el odio a las prisiones y al burgués, el antimilitarismo, el anticlericalismo, la solidaridad con todos los oprimidos, las polémicas con el marxismo-leninismo, etc.”

La segunda parte del volumen está constituida por una recopilación de numerosos de esos “carteles”, agrupados de acuerdo a las grandes líneas de pensamiento de González Pacheco, de acuerdo a la clasificación de los autores. Entre ellas incluyen al romanticismo, el internacionalismo, el antiintelectualismo, el idealismo, el criollismo, etc.

Vale la pena reproducir algunos pasajes de esos textos breves, incisivos,  llenos de vida.

En “¡Anarquistas!” presenta a los libertarios como hombres de acción, ajenos al intelectualismo: “El anarquista es un hombre de batalla. La pelea es su juego; es la arena en la que él destaca mejor su bravura fatal (…) marcha a cumplir su destino (…) libertar y libertarse. Y si no, morir peleando.” Y más adelante: “El anarquista es un hombre de pelea y no de componendas o sutilezas. Con él no hay arreglo nunca. No pacta ni desiste; lucha y afirma.”

En “Acción directa” presenta a sus compañeros de ideas como luchadores insobornables: “(el anarquista) …es un tipo todavía minoritario, de posición, casi siempre, opuesta a la mayoría. Y que esto no ha de traerle ni la gloria ni el respeto que a otros seres excepcionales, genios o santos, les trae, sino el escarnio o la muerte por rebelde o por hereje. Porque él no está por arriba ni al margen de los conflictos sociales, sino en la entraña de todos; allí donde la corriente es más caudalosa. Está con su acción directa.”

En “Guerrero”, R.G.P. expone acerca de la existencia de rasgos particulares del anarquismo en nuestro suelo: “…la Argentina tiene un anarquismo propio. Traído el plasma, no interesa ahora de dónde, no rebrotó como injerto, sino que entró en la corriente de nuestra savia; fue la gota de sangre de la salud, más que el diagnóstico de la dolencia, fue vida más que doctrina. Al pasar por nuestro nervios la Anarquía suena más fresca, se hace vivaz y romántica…”

En “La Cosecha” hace la ya mencionada defensa de los hechos de Di Giovanni: “Frente al dinamitazo del consulado italiano no nos desdecimos ni en una coma. Pensamos lo que pensábamos: el sistema de barbarie por el que arrean al mundo los gobernantes va a continuar produciendo estas explosiones. Son ellos, con sus violencias bestiales y sus podridos cinismos ante las más inefables aspiraciones del pueblo y sus más primarios instintos de libertad y justicia, los únicos responsables. No nos ponemos al margen ni le sacamos el cuerpo a ninguna sospecha, por más infame que sea”.

El conjunto de la obra que comentamos nos trae el conocimiento crítico acerca del pensamiento de una de las grandes figuras del anarquismo argentino.

González Pacheco supo ir a contracorriente y denunciar a un orden social al que consideraba atroz, negador de la libertad humana. Supo empeñarse en la defensa de posiciones incómodas. Y en la prédica sin desmayos a favor de las ideas que sustentaba, aunque le costaran persecución y cárcel.

Los autores rescatan su pensamiento sin dejar de marcar algunas falencias y contradicciones.  Y nos ponen en contacto directo con su obra, dando nueva vida a sus textos.

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