De la educación y la política del simulacro
1Mar22 0 Por Darío BalvidaresSumidos en una fuerte impronta hiperreal se nos asegura que éste es el año de la educación. Sin embargo la realidad educativa ha muerto, quedó abolida por la simulación.
No hace mucho el presidente de la Nación, Alberto Fernández, había dicho que “… este tiene que ser el año de la educación y que nuestros chicos reciban el mejor aprendizaje y lo hagan en la escuela pública”.
Lo que dijo el presidente no fue en una escuela, ni una universidad pública, sino en Planta Gráfica Argentina SRL, la que está encargada de imprimir alrededor de 7 millones de ejemplares del programa nacional, Libros para Aprender, cuyo propósito es apuntalar los conocimientos en lengua y matemática.
Tal cual los organismos internacionales lo “recomiendan” en sus bitácoras para Latinoamérica y el Caribe, Matemática y Lengua son las áreas para apuntalar, puesto que tanto las evaluaciones estandarizadas internacionales, como las nacionales lo estarían señalando, desde su sesgada visión instrumental.
La pregunta es ¿por qué desde hace años, unos cuantos años, los niveles de comprensión lectora han bajado? Esa pregunta podría estar asociada a otra que subyace en la sospecha, que nos lleva a argüir si el modelo cultural consumista, no funciona como disuasivo de la práctica cultural de la lectura, cuando el patrón comunicativo imperante funciona con la abundancia lingüística de un telegrama.
En relación con esa idea, los mensajes de funcionarios y dirigentes políticos; supuestos calificados analistas de ong, fundaciones y ceos empresariales; sumado a cierto periodismo/ficción, encubren o suplantan la realidad de la escuela pública en la parodia discursiva de su frenética “preocupación” por la escuela pública.
Expresar conceptualizaciones, pretendiendo campos análogos de los que no lo son, es una de las primeras señales de performatividad ideológica, como una de las tecnologías políticas que se introdujeron en la educación. Es decir, procesos de regulación y control a través de la creación de campos semánticos que transforman los imaginarios sociales.
Sustituir educación por aprendizaje es lo que circula
Suponer que más horas de “aprendizaje” de tal o cual asignatura en modo presencial o en la variante virtual, constituye mayor conocimiento, es no entender nada de los procesos de aprendizaje, porque eso es el aprendizaje, un proceso y no una adición aleatoria de contenidos, ni sumatoria de días u horas.
Podemos ilustrar el contenido hiperreal de un anuncio político, por ejemplo, con el video/tuit que realizó hace unos días el jefe de gabinete del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Felipe Miguel, en el que escribe: “No más horas libres en CABA: si falta un docente esa hora se usará para estudiar inglés o matemática”. En principio, muy claro con su colonialidad, en este caso no es Lengua sino Inglés, lo que en el delirio genuflexo propone el funcionario tuitero.
Y completa en el video con que “las clases van a ser virtuales, en las aulas los chicos acompañados por un preceptor, que va a coordinar estas clases virtuales, que va a ser dadas por profesores especialmente capacitados para esto y van a estar en un lugar centralizado. Esas clases van a ser dadas a través de las pantallas táctiles y de internet de alta velocidad. Pensemos que históricamente, cada vez que teníamos horas libres, se perdían, en promedio perdíamos todos los años entre tres y cinco días de clase. No puede pasar más.”
No es fácil adentrarse en la hiperrealidad educativa, puesto que la realidad fue abolida a través de series discursivas en la que se ha desaparecido el referente real, o fue subsumido a una débil apariencia. Sólo podemos acceder a ella desde fragmentos enunciativos de los que hacen a la comunidad escolar, de la lucha permanente de docentes, estudiantes y familias en la defensa de la escuela pública.
Un par de acotaciones al delirio gubernamental tuitero; la primera es la que remite a las reales condiciones de infraestructura escolar, en muchos casos de precariedad absoluta como lo que sucede en el Colegio Bernardino Rivadavia en el que 8 de las 20 aulas quedaron fuera de servicio por peligro de derrumbe a causa de filtraciones que comenzaron hace casi una década, al mismo tiempo que se agotaron todas las instancias de “pedido” administrativo realizado por la escuela.
¿No habría que preguntarle al funcionario tuitero si no se hubiera podido solucionar este abandono edilicio durante el período de aislamiento en los momentos más duros de la pandemia?
Pero esa pregunta sería interpelar sobre la realidad escolar ocultada por los discursos hiperreales, propios del marketing, la publicidad y la propaganda.
Siendo que si recurrimos al diccionario se entiende por marketing: “Conjunto de técnicas y estudios que tienen como objeto mejorar la comercialización de un producto”.
Sin embargo, es justamente en los intersticios de esos discursos hiperreales donde aflora serie discursiva de la simulación pretendiendo que la realidad no es lo que es y por supuesto anulándola.

El lunes 22 de febrero, cayó un pedazo de mampostería en el histórico Instituto Bernasconi sobre la cabeza de un padre que asistía al primer día de clases: “Padres, madres, ex alumnos y docentes escribieron una carta a Acuña en el que sostiene que como edificio histórico (Monumento Histórico Nacional a partir del Decreto N° 756/2009), el Bernasconi requiere trabajos continuos de mantenimiento: “Hace muchos años que hay problemas edilicios que se solucionan por partes —si es que lo hacen— o espacios que dejan de usarse en lugar de repararse. Las molduras decorativas de todo el establecimiento son parte fundamental de aquello que requiere un trabajo continuo de mantenimiento, tal como se realiza en todos los edificios de esta antigüedad. El Gobierno de la Ciudad de Buenos es responsable legal por el mantenimiento preventivo y correctivo de este edificio, tal como lo establece la propia normativa de edificación de la Ciudad, y por tanto responsable de todo daño a la salud humana que se produzca por la desatención de su deterioro”.
Sumado a que unos días antes de esos dos episodios, en la escuela 8 DE 6, Almafuerte, del barrio porteño de Boedo, explotó un tablero eléctrico mientras se instalaban paneles solares. La explosión dejó al trabajador de la empresa tercerizada con múltiples quemaduras pero pudo cerrar la llave del gas, lo que evitó el desastre. Los reclamos de la comunidad educativa eran, justamente, que había que sacar ese tablero eléctrico de al lado de la caldera, pero, como de costumbre la comunidad educativa no es escuchada por los funcionarios que habitan en el simulacro.

Hasta el presidente Fernández confunde los términos y dice que “nuestros chicos reciban el mejor aprendizaje…” en todo caso el proceso de aprender se entrecruza con el proceso de enseñar. En fin, lo que debemos señalar aquí es que el interminable plan reformista que se aplica a la educación se construye en la serie discursiva que impone la hiperrealidad.
Como habrán advertido, ya no se trata de “educación para todos”, primera gran estafa que homogeniza las diversas realidades con los dispositivos de estandarización; ahora es “aprendizaje para todos”. La síntesis más acabada del asesinato a la educación, sustituida por las concepciones de aprendizaje que implican el desarrollo de habilidades y destrezas vaciadas de contenido.
En un artículo anterior, decíamos que el debate en política educativa parece siempre una disputa para ver cómo se diferencian los unos de los otros, la pandemia actual y la endemia futura siguen siendo la soga de la cual tironear, pero lo que continúa ausente es la educación. Hablar de educación se ha desplazado a nimias discusiones por los días de clase y la fecha de inicio de esos días de clase o los infaltables anuncios sobre la jornada extendida.
Ahora las preocupaciones giran sobre la conectividad, la revinculación y los cuidados de la pandemia en las escuelas, fueron las temáticas que aparentan enfrentar al Frente de Todos y a Juntos por el Cambio. Y remarco aparentan, porque no se discuten las cuestiones de la macropolítica en la que está cooptado el sistema educativo y por lo que siempre discutimos lo mismo.
En principio la desnacionalización que se produjo a fines de los 70, plena dictadura militar y durante los 90 en el gobierno de Carlos Menem. No hubo un atisbo de debate por una realidad que a todas luces mostraba la fragmentación social al que llevaba el indiscutible desgranamiento del sistema bajo la máscara carnavalesca de la simulación federal. Lo que quedó de manifiesto durante la pandemia.
Un ministerio nacional, que no es más que un instrumento burocrático que concibe un consejo federal educativo sin docentes, con cargos fusibles como son los ministros. Todo entra en el mundo de la hiperrealidad.
Les docentes que son el motor del sistema no participan del debate por el diseño curricular, ni por la estructura del sistema, es decir que no participan de la selección temática, ni de lo más importante: los enfoques de aquello que se va a transformar en objeto de estudio de les estudiantes, ni de la discusión pedagógica. Porque, además, eso sería lo natural, la participación en la construcción teórica y la praxis, sobre todo para no naturalizar anuncios delirantes, o periféricos, o de simulación política.
Les docentes sólo participan de manera alucinatoria, a través de la representación sindical, de las reuniones paritarias en donde se les comunica cuánto va a ser su salario. En las reuniones están las burocracias de los 5 sindicatos con representación nacional con el ministro de educación de la Nación. Se fija un porcentaje que se acepta o no.
En esta paritaria, los 5 sindicatos aceptaron el 45,4 % en cuatro tramos, en nombre de sus representados, que no es el conjunto de la docencia que está afiliada a esas centrales sindicales e incluso, otras que sí y están en disidencia anunciando que se han definido paros de 24, 48 y 72 hs, movilizaciones, ceses y jornadas de protesta a partir de este 2 de marzo desde distintos gremios y sectores: ATECH Chubut, Misiones MPL, UTEM y Frente de Trabajadores de la Educación en Lucha, AMSAFE Santa Fe, UNTER Río Negro, ADEP Jujuy, Federación Sitech Chaco, GDA Formosa, Asamblea Provincial de Salta, Ademys CABA, las seccionales Multicolor de SUTEBA y marcha docente en San Juan. Mientras ADOSAC Santa Cruz tiene asambleas y congreso para definir.
¿Acaso no es importante la información?
La hiperrealidad y la construcción del sinsentido común

Párrafos aparte merece la noticia de la expropiación y remate de la Escuela Especial N° 28, Bartolomé Ayrolo, que se especializa en la formación de personas hipoacúsicas; tal como señala el cartel que está en el frente de la reja que cerca el predio: “Más de un siglo educando a niños, jóvenes y adultos sordos, hipoacúsicos y trastornos del lenguaje”.
Los negocios para el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, son parte de la pedagogía instrumental que imprimen en el sistema educativo y de la neoasignatura, llamada “educación financiera” donde mostrarán las bondades del emprendedurismo.
De manera contigua existe un edificio nuevo donde funciona la escuela desde 2015 y en el antiguo palacio Ceci solo oficinas administrativas, por el deterioro que nunca fue tenido en cuenta por un gobierno que ya que va camino a los 15 años en la Ciudad y que su máxima preocupación es reconvertir lo público en privado, en negocio privado.

Mientras tanto la realidad indica que faltan 50.000 vacantes en la Ciudad de los distritos y los polos y la precaria y siempre a la baja inversión en infraestructura escolar.
El extremo de la hiperrealidad, sustituidos todos los signos de la política y reemplazados por los del negocio se elimina la referencia o se desplaza hasta desaparecer. De la educación escolar a la degustación enológica.
Darío Balvidares
Imagen destacada: Nueva Ciudad