Vichigasta

Vichigasta

15Mar22 0 Por Héctor Zuñiga (Panini)

Necesitan las manos del obrero para levantar la cosecha, pero se cagan en su incomodidad…

Un galpón pelado. 

Ni mesas, ni sillas, ni camas dónde tirar los colchones siquiera.

Así nos recibieron avanzada la madrugada, en la finca Santos Gómez: Vichigasta – La Rioja.

¡¡Arréglatelas como puedas golondrina!! 

¡¡Cagate, puto!!

Jajaja, quién te manda a ser tan pobre.

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La mercadería, al piso, la verdura, al piso, los bolsos con ropa, al piso, los colchones, al piso, nuestra dignidad, al piso…todo al rústico piso…la madre que lo parió. De empatía, nada, ni un carajo.

Necesitan las manos del obrero para levantar la cosecha, pero se cagan en su incomodidad… 

El cosechero golondrina no pretende que se lo reciba con yacusi, microondas, plancha, ni aire acondicionado, ni televisión, sino, con unos mesones y sillas o bancas para sentarnos a descansar y comer -o manyar si querés-, después de cada jornada laboral. En lo posible quiere unos cajones para la mercadería, uno más para la verdura y otros donde acomodar el colchón.

El trabajo de la uva es cansador y sucio a la vez. Te chorreas jugo en la ropa inevitablemente. Luego ese jugo al secarse endurece. Sí o sí tenés que darle una lavada: camisa, pantalón calzoncillos, medias, todo juntos. Lavar y colgar que con el solazo fuerte del mediodía. Antes de que cante un gallo quedará más seca que lengua i’ loro. 

Si querés ganarte el mango -uno viene a eso- debes correr y “manotiar” a lo sonso bajo la parra, es decir, sudar y sudar como un condenado, llenando el tacho y volando a descargar en el camión. Todo el día, yendo y viniendo, dele que dele, ficha tras ficha, pasando por alto que en medio de las cepas a veces hay arañas o víboras. 

Para el encargado de la finca son víboras raneras que no tiene veneno, “si claro, viejo, pero igual siguen siendo víboras”. He visto como cruzan la alambrada a una altura de dos metros, provocando no solo en mí el temor a ser mordido por alguna. 

“Yo suelo preparar ricos guisados, bien pijuditos, de esos que la changada termina chupándose los dedos”. En la cocina soy un capo, que se le va a hacer, no hay remedio conmigo…es mi mambo. Nos organizamos con los changos -para que ustedes vean-, y tener cada uno una tarea a la hora de preparar el morfi. Yo soy el de la terminación, el condimentador, por eso en cuando llegamos al mediodía lavo mi ropa primero y me doy un baño después. Hasta eso, uno se encarga del fuego y pone el tarro con agua a hervir. Otros lavan y pelan las verduras, pican la carne y dejan todo listo para el maestro de los maestros y sus manos mágicas, jeje. Al final del almuerzo los lava platos dejan todo limpio para ser usado nuevamente. No es cuestión de cagarnos entre nosotros. Aquí venimos a remarla todos y a tratar de que la estancia sea lo más amigable posible a pesar de la incomodidad y la nostalgia que va metiéndose entre los poros de la piel. 

Vichigasta está distanciado de la finca y nadie quiere hacerse la changuita de ir al pueblo a buscar la mercadería. Entonces con el Sabella -descansa en paz amigo mío del alma- nos mandamos a las puras patitas nomás, porque por la ruta que viene de Patquía, un colectivo pasa en la mañana, y otro en la tarde, pero no en el horario en que nosotros salimos. Eso sí, en cuanto llegamos hacemos que el dueño del almacen nos prepare un gran sánguche de salame queso y mortadela para Sabella y otro para mí y nos tomamos una Coca-Cola de las grande, anotándola en la cuenta de los demás que pagan calladitos, sin decir ni “mu”. En general la compra es el sábado cuando el patrón nos adelanta unos mangos de lo que llevamos ganado. De esa guita ponemos una cantidad considerable como fondo para la comida de la semana. 

Cuando nosotros volvemos del pueblo tipo ocho, ocho y cuarto, las brasas están casi lista para tirar la parrilla, la carne y comernos un asado. 

Entre vino y asado nos alzamos un pedalín que mejor ni les cuento. Nos volcamos hacia fuera, largando sentimientos que sobrio ni loco soltaríamos.

Panini Acheral Tucumán

23 de Febrero 2022