Vacío ideológico, límite para el crecimiento de la izquierda

Vacío ideológico, límite para el crecimiento de la izquierda

19May22 1 Por Juan Miguel Gortari

La matriz ideológica de la modernidad sigue vigente. El capitalismo surgido de sus entrañas nos ha llevado a esto que llamamos crisis civilizatoria. Hablamos que como sociedad hemos traspasado los límites ecosistémicos de la tierra. Sin embargo, el 1 % de la humanidad, desarrolla programas y se proyecta hacia el espacio extraterrestre. 

Para lograr sus objetivos, necesita usufructuar todos los bienes comunes existentes conocidos y los por conocer. Para ello, asignar recursos a investigación, desarrollo de ciencia y tecnología es fundamental. Tan fundamental como continuar y profundizar el proceso urbanizador de la población mundial. El 99 % restante estamos ante un gran dilema, nos adecuamos a las condiciones que nos pretenden imponer, o nos rebelamos. No es tan solo contra el capitalismo, es contra la matriz de ideas de la modernidad que también nos permean a los que pretendemos superar el sistema. Es aquí donde percibo el vacío Ideológico al que hago referencia.

Son las ideas de la modernidad, cimientos de nuestra sociedad, sobre las cuales se sostienen las demás ideas y sistemas que explican el abanico político partidario existente en la actualidad y la cosmovisión de la mayoría de la sociedad.

Nos referimos a las creencias que dan cuenta de  nuestra concepción  del tiempo y el espacio,  de la temporalidad, de  la importancia asignada a la razón, a la ciencia y la tecnología, al conocimiento parcial y especializado, a la idea de progreso, de crecimiento constante. Son ideas que explican  la centralidad del Hombre y su individualismo. Ideas que consideran a la naturaleza y su dotación de bienes comunes a modo de objeto a dominar y a disponer según su voluntad e intereses.  

Derechas e izquierdas han surgido, y crecido a la luz de este ideario de la modernidad. Compartimos en la actualidad estos cimientos ideológicos. Las luchas políticas constatables a lo largo del proceso histórico, bien fundadas por cierto, están centradas en aspectos que si bien son importantes en la vida de las personas y los pueblos, no cuestionaban ni cuestionan  la centralidad de la matriz ideológica causa de la crisis civilizatoria que estamos viviendo. Por esta razón explotadores y explotados compartimos la esperanza  en el desarrollo de las fuerzas productivas como garante de un futuro de prosperidad para toda la sociedad. Prosperidad medida en términos de consumo y materialidad.

Tener elementos ideológicos  y políticos para entender, conocer y diagnosticar la realidad imperante, con ser necesarios, no alcanzan para producir el cambio. Más allá de esta tarea, es imprescindible y urgente construir y  disponer del bagaje de ideas alternativas que sirvan de matriz y andamiaje para desarrollar el proceso político orientado a la construcción de la sociedad nueva que estamos necesitando.

Plantearnos querer superar la crisis civilizatoria, es plantearnos la posibilidad  de vivir de otra manera, otra manera de relacionarnos, de concebirnos en el planeta. No alcanza  solo con cuestionar y pretender cambiar las relaciones de producción capitalistas centradas en la propiedad privada de los medios de producción y en generación y realización de plusvalía. No alcanza con ser los dueños de los mismos.

Los seres humanos somos y actuamos determinados por el medio en el que  crecemos y nos desarrollamos. En la actualidad, la mayoría de nosotros somos seres urbanos. Nacimos y crecimos con el crecimiento de ciudades y en procesos urbanizadores que día a día nos disociaron y disocian más del entorno natural. O más bien hacen que nuestro entorno natural y naturalizado sea lo urbano. La ciudad  y su dinámica determinan nuestra relación con la naturaleza y con los demás seres humanos. Determina nuestra subjetividad, nuestros sentimientos, nuestra visión del mundo  Para el 2050 se prevé que un 68 % de la población mundial será urbana. Se estima que habrá 2.500 millones más de personas en las ciudades.  La urbanización rompe las identidades de quienes  se ven obligados a migrar, pero además crea nuevas identidades forjadas a la luz de principios y valores que impone el sistema. La urbanización por un lado es un enorme proceso masivo de desensibilización de la vida  y por otro, crea nueva sensibilidades, nuevos deseos, nuevas subjetividades, crea condiciones para nuestra dominación y dependencia. Es un proceso políticamente dirigido que involucra directamente a los 4.000 millones  de seres urbanos  y somete a desterritorializacion a la población que aún vive en el medio rural estimada en 3.400.000.000 de personas. Es un proceso combinado de despojo directo de las tierras con otro mucho más sutil y efectivo como el de manipulación de los afectos, de manipulación de los deseos, de inmovilización y geometrizacion de las ideas.

Nuestras vidas están cada vez más condicionadas y determinadas por la información que circula por las redes. Artificializar nuestras vidas es el objetivo. El campo de batalla para lograrlo son nuestras conciencias, el resultado logrado nuestra colonización, nuestra insensibilización, nuestra subordinación, adicción  y dependencia.

El 1 %  más rico y poderoso de la humanidad expresa y concreta su poder en  un ideario en donde la vida fuera del planeta  ya es una posibilidad. Por lo menos desde el punto de vista ideológico es una posibilidad real. Esta visión tracciona  decisiones  y motiva la asignación de recursos millonarios, promueve guerras, golpes de estado, acaparamientos de bienes comunes y  orienta  el desarrollo de programas de investigación en ciencia y tecnología. Si este reducido número de poderosos supermillonarios miran y creen en  la posibilidad de vivir afuera del planeta, si creen que todo es  solo una cuestión de tiempo y de seguir asignando más recursos a más investigación y desarrollo científico, más recursos al desarrollo de nuevas tecnologías y nuevos materiales, la linealidad temporal, la idea de progreso y crecimiento vigentes hasta ahora, siguen y seguirán siendo las ideas que motorizan las acciones y la utilización privatizada  de bienes comunes que disponemos en el planeta…

El 99 % restante somos conscientes de la tierra como un todo,  que todos vivimos  en un solo planeta, diverso, amplio, pero uno solo. Somos relativamente conscientes  y o al menos intuimos  que no podemos seguir creciendo como hasta ahora, que el cambio climático, el efecto invernadero, la acidificación de los mares, la deforestación, el extractivismo, la pérdida de biodiversidad operan como limitantes severos de nuestras perspectivas de vida y la de las generaciones venideras. Pero  a su vez, en simultáneo y contradictoriamente, estamos traccionados por la idea del progreso y crecimientos constante, apelamos a  la ciencia y tecnología esperanzados en resolver los problemas que nos angustian.

No poder superar, no poder  construir el ideario que nos haga posible caminar en un sentido contrario al determinado por la modernidad es una expresión del vacío ideológico.

Este vacío ideológico no es más que una manifestación del proceso desarrollado por la humanidad, que ya no tiene dentro del ideario construido, aquellas ideas que le permitan enfrentar la crisis civilizatoria que estamos viviendo. Hay mucho para rescatar, pero entiendo que nada está ajustado a las necesidades y escala del momento que nos toca vivir.

Nos parece necesario  trabajar en llenar este vacío que hoy limita nuestras posibilidades de construcción  y de alguna manera, nos hace funcionales al sistema que queremos superar.

Para lograr este objetivo seguramente habrá que  abolir  la propiedad privada de los medios de producción, repensar el Estado, su estructura y funciones,   redefinir y encontrar el desarrollo científico y tecnológico acorde a las necesidades que surjan  del proceso de cambio que queremos transitar. Tenemos antecedentes que no toda la humanidad necesitó transitar el capitalismo, esto nos muestra que es posible otra forma de vivir a partir de una nueva  y/o recuperada cosmovisión. Pero en nuestros días y dada la dimensión de la crisis, hay que producir estos cambios a escala planetaria. Somos 7.500 millones de habitantes que tendríamos que caminar viendo y viéndonos de otra manera en el planeta.

En la medida que el tiempo pasa sin encontrar nuevos caminos nuestros grados de dependencia son cada vez mayores, proporcionales al grado de urbanización y colonización existente. Proceso que nos convierte en seres urbanos  demandantes de bienes y servicios que hemos perdido la capacidad de producir.

No estamos arrancando de cero, hay mucho camino recorrido y mucha experiencia acumulada a lo largo del proceso histórico desarrollado por la humanidad. Tenemos insumos cosmovisionales de muchos pueblos originarios del planeta que pueden contribuir en gran medida a la construcción de la alternativa. El planteo no es volver al pasado, es poder resignificar políticamente formas de ver, de vivir, de relacionarnos, desde la escala que nos impone el planeta y la cantidad de personas que lo habitamos.

 Proponernos generar condiciones que permitan expresar la enorme potencialidad existente en la medida que nos deconstruyamos y podamos vernos usufructuar nuestros bienes comunes y nuestras vidas de otra manera.

Convocarnos todas las fuerzas  conscientes de la necesidad de superación de esta crisis civilizatoria a desarrollar ideas y programas de acción en tal sentido, posiblemente sea una de las tareas urgentes a llevar a cabo. No hay tiempo que perder, el planeta grita su agotamiento y nos llama a la acción. Desde cada lugar, atendiendo a la diversidad existente, pero todes en función del problema común que nos convoca, la construcción de la vida, del Buen Vivir.

Juan Miguel Gortari