Corresponsales y poetas en la guerra de España

Corresponsales y poetas en la guerra de España

26May22 0 Por Daniel Campione

Entre los corresponsales argentinos en la guerra de España que estuvieron claramente enrolados con la república, pueden destacarse cuatro. Todos ellos unían al periodismo una vocación literaria, incluso poética. Nos referimos a una mujer y tres varones: Cayetano Córdova Iturburu, José Gabriel, Raúl González Tuñón y María Luisa Carnelli.

Se destacaron los enviados por dos medios, de muy distintas características y envergadura. Coincidían sin embargo en su alineamiento sin fisuras con los “leales”: El diario Crítica y la revista La Nueva España. Órgano del Comité de Ayuda al Gobierno Español del Frente Popular.

De este núcleo de corresponsales enrolados en la causa republicana, dos viajaron juntos a España, en febrero de 1937, Raúl González Tuñón y Cayetano Córdova Iturburu. Los dos eran comunistas.

España bajo el comando del pueblo.

En Córdova, el poeta se superponía al periodista. En sus crónicas aparecen ciertos rasgos poéticos a la hora de exaltar la dimensión moral y épica de la resistencia republicana. La poesía se apropia del escritor y se impone por sobre la prosa periodística. Córdova Iturburu insiste en una belleza inherente al aspecto humano que desborda al horror de la guerra.

A la dirección del diario no le gustaron esas crónicas y sólo publicó tres. Y al tiempo dejó de ser corresponsal. Reunió y revisó sus escritos periodísticos para el libro España bajo el comando del pueblo. Y escribió: Este libro aspira a ser un alegato. Pero un alegato en el que la pasión y el entusiasmo se recatan en la firme voluntad de comprender y expresar con serena objetividad el resultado de mis inquisiciones […] He creído que mi deber consistía en recoger un panorama estricto para ofrecerlo a mis compatriotas en prueba de la justicia de la causa de España y en testimonio de la grandeza de su sacrificio.

En cuanto a los contenidos más sobresalientes del libro pueden agruparse en tres grandes temas que, a su vez, contemplan lo sucedido tanto en la retaguardia como en el campo de batalla.

En primer lugar, aquellos preocupados por denunciar las atrocidades de la guerra llevadas a cabo por los sublevados, desde las batallas y bombardeos en el frente y sobre la sociedad civil hasta las violaciones de mujeres.

En segundo lugar, temas relacionados con el carácter heroico de los leales definidos en la organización laboral –que se observa en la puesta en marcha de fábricas al servicio de la guerra–, las reformas agrarias y la maduración de los soldados a lo largo del conflicto gracias a la disciplina y la conciencia política.

Y, en tercer lugar, en consonancia con el papel específico de los intelectuales antifascistas, la lucha “por la defensa de la cultura”, destacada sobre todo a partir del cuidado y rescate del patrimonio cultural y el impulso de las campañas de alfabetización llevadas a cabo en plena guerra.

Un trotskista en Aragón.

José Gabriel, sería el primero en orden cronológico de los corresponsales de guerra de Crítica. La sede del diario, en la Avenida de Mayo, se había convertido desde los primeros meses de la guerra en un lugar de reunión para simpatizantes de la República Española: allí podían leer los últimos cables, transcritos sobre pizarras en el vestíbulo; allí podían contribuir a la colecta para la Cruz Roja impulsada por el periódico; y allí, más tarde, iban a poder visitar exposiciones de fotos o carteles de la guerra. 

 De militancia trotskista, tenía un fuerte vínculo con el proceso político español, acerca del cual había comenzado a escribir ya en 1932, con el folleto  Burgueses y proletarios en España. La revolución española. Su origen – su significado – su destino.

Gabriel recorre los frentes de combate, relata los choques armados con dramatismo, vive experiencias tan singulares como compartir algunos días en el campamento de Buenaventura Durruti.  

Recorrí todo el tramo de la columna Durruti, siempre con el enemigo ahí enfrente, a tiro de escopeta; tomé mate en su cuartel general, donde tuve la suerte de reforzar la previsión de yerba a punto de agotarse; estreché en ella la mano a un voluntario cubano y a cuatro voluntarios argentinos; conversé amenamente con el primer y segundo jefe, ambos largos años residentes en Buenos Aires; y al caer el sol espléndido, con el destacamento que la columna tiene en Osera, a treinta kilómetros escasos de Zaragoza, asistí a un admirable ataque de los milicianos”

En consonancia con su cercanía al trotskismo, Gabriel se alinea con la revolución en curso en Cataluña y suscribe la posición de la CNT anarquista, acerca de que era indispensable hacer la revolución para ganar la guerra. Esto se inscribía en el tempestuoso debate con quienes postulaban lo contrario: Que había que ganar la guerra para después pensar en la revolución.

Esas opiniones generaron algunos desagrados y es posible que hayan influido en su intempestivo regreso de España. En noviembre de 1936 ya estaba de vuelta en Buenos Aires.

A su experiencia en conflicto hispánico, le dedicó dos libros: La vida y la muerte en Aragón. Lucha y construcción revolucionaria en España y España en la cruz (Viaje de un cronista a la guerra)

Mujer y reportera.

María Luisa Carnelli no fue enviada como corresponsal, sino que residía en la península desde antes del conflicto. Ya llevaba publicado un libro U.H.P, mineros de Asturias, recorrido por la identificación con la insurrección obrera de 1934.

Escribía para medios gráficos españoles, en especial El Sol, dirigido por los comunistas. Una mujer reportera, y nada menos que en una situación de guerra, era algo nada frecuente en la época. Las mujeres periodistas solían dedicarse a las “páginas femeninas” o a comentarios sobre literatura y temas culturales.

Carnelli incluso va al frente, y relata sus experiencias allí: “Acompañados siempre por el comandante Rodríguez y por el poeta y escritor argentino Raúl González Tuñón, salimos en fila india de la línea quebrada de las trincheras. Nos aguarda un espectáculo magnífico. Al segundo batallón de andaluces de la Brigada 36 acaban de suministrarle los nuevos equipos […]. Salud a los jóvenes campesinos del Sur que luchan aquí, en Madrid, para reconquistar la tierra querida…”

Fue también militante comunista, poeta y se desempeñaba en el oficio de letrista de tango, entre cuya producción se pueden mencionar dos grandes éxitos Se va la vida y Cuando llora la milonga.

En España se vinculó estrechamente al Socorro Rojo Internacional, colaborando en su periódico, Ayuda. Semanario de la Solidaridad, junto con Tina Modotti y Fanny Edelman. 

Escribe numerosos artículos desde el escenario mismo de los combates en torno a Madrid. “Por sus apasionados artículos en el diario El Sol sabemos sus andanzas de 1937: en abril, visitó el frente de guerra en Carabanchel; el 14 de julio narra un asalto de unidades marroquíes contra las líneas y parapetos que defienden Madrid; el 21 de julio hace un reportaje sobre un hospital de sangre…” 

La muerte en Madrid.

González Tuñón era ya un reconocido poeta, periodista y militante comunista al viajar a España.

En un artículo enviado desde la península Tuñón escribe: Como poeta al servicio del pueblo, de su vanguardia, la clase trabajadora, como argentino, es decir, como español de América, sintiendo que la ceniza de antepasados campesinos, obreros, imagineros y mineros me corre hecha sangre por las venas vitales, vengo a entrar al drama grandioso, vengo a entrar al fuego, vengo a recorrer los caminos de la victoria convencido más que nunca de que la barbarie y la cobardía fascistas serán desterradas tarde o temprano del territorio español, lo que quiere decir que España habrá ganado para el mundo la más formidable de las batallas. —“La ruta del coraje”, La Nueva España, Buenos Aires, 4 de abril de 1937.

Antes de eso, había escrito los versos de su libro La Rosa Blindada, dedicados a la rebelión asturiana de octubre de 1934. Allí desempeñaron un papel principal los trabajadores de las minas: “La sangre cayó a la tierra / de la cuenca de su pecho. / La tierra se fecundó / con la sangre del minero. / Como era tierra de Asturias / entre sus granos nacieron / miles de puños cerrados / y corazones abiertos

Cuando viaja a España, lo hace en representación de La Nueva España. Además de las crónicas de guerra que envía y de su muy copiosa producción periodística, entre 1936 y 1939 González Tuñón da a la imprenta cuatro libros de asunto español: El ya mencionado La rosa blindada (Buenos Aires, 1936), 8 Documentos de hoy (Buenos Aires, 1936), conjunto de discursos y artículos sobre la situación de España y el papel de los escritores; Las puertas del fuego. Documentos de la guerra de España (Santiago de Chile, 1938), volumen misceláneo de relatos y prosas breves; y La muerte en Madrid (Buenos Aires, 1939), formado por poemas dedicados a la defensa de la capital.

Una posible lectura de la producción literaria y periodística de Raúl González Tuñón de 1936 a 1939 permite considerar todos sus textos de manera global como una larga epopeya. En efecto, el propósito es contar y cantar los hechos gloriosos y los personajes heroicos, las hazañas que deben ser recordadas por el pueblo.

“En consecuencia se ve obligado a reafirmar su posición ideológica y su papel de poeta armado que, mediante una escritura desatada y comprometida, pretende alcanzar un doble objetivo: favorecer la victoria del bando republicano y preservar el recuerdo de unos hechos memorables que lo convocan íntimamente.” (Jesús Cano Reyes. “Fiebre y épica. González Tuñón, corresponsal de la guerra civil española”).

Cada uno a su manera, los cuatro personajes tratados aquí dieron testimonio del compromiso de lxs intelectuales argentinxs para con el conflicto español. Militantes de izquierda, hallaron inescindible su identificación política de su labor periodística.

No tuvieron ninguna pretensión “neutral”, sino la de contribuir con sus plumas a la derrota de las fuerzas reaccionarias. Al otro lado del océano, constituyeron una muestra del amplio movimiento de solidaridad con España que se desarrolló en Argentina.

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