El concierto de Cúcuta, la maldición de Chávez y el Super-Bigote

El concierto de Cúcuta, la maldición de Chávez y el Super-Bigote

30Jun22 0 Por Guillermo Cieza

La derrota de las fuerzas de derecha en Colombia en las últimas elecciones presidenciales ha merecido distintos análisis. Quienes creen en la santería, un culto afro muy popular en Venezuela, tienen su propia interpretación. Según ellos la maldición “Quien se mete con Chávez se seca” , mantendría su vigencia y los poderes se habría trasmitido al actual Presidente Nicolás Maduro.



Venezuela es un país con 29 millones de personas que se declaran en su mayoría cristianas, pero también un crisol de cultos donde conviven católicos, evangélicos y santeros. Estos últimos combinan creencias y rituales religiosos africanos, como el vudu, con elementos del cristianismo. También conviven creencias de procedencia campesina y originaria como es el culto a María Lionza. En la vida cotidiana de Venezuela todas estas manifestaciones religiosas están presentes y empapan los territorios de la política. Es habitual escuchar que Chávez, que nació católico, se hizo santero. También que el Presidente Maduro es seguidor de Sai Baba. Escribas de la oposición como David Placer, autor del libro “Brujos de Chávez” (2015) asegura que, desde hace años, en el Palacio de Miraflores se hacen rituales esotéricos y que el Salón de la Patria es en realidad el Salón de las Brujerías. Para buena parte del pueblo venezolano estas afirmaciones no son descalificadoras. Por el contrario, resulta beneficioso contar con un Presidente que tenga poderes y santos aliados.
La derrota del conjunto de las fuerzas de derecha en Colombia, confirmaría que quienes fueron capaces de convocar a rituales tan poderosos como el Concierto de Cúcuta, en febrero de 2019, que atrajo a numerosos artistas que viven en Miami, no tuvieron chance contra los poderes que Maduro habría heredado de Chávez.
Revisemos los hechos. El 23 de febrero de 2019 se organizó en Cúcuta, Colombia, el Festival Aid Live (Ayuda y Libertad ) que fue un hito de la potente conspiración contra el gobierno de Venezuela promovida por Estados Unidos y apoyada por la OEA y por los gobiernos de la mayoría de los países latinoamericanos.
Estados Unidos estaba gobernado por Donald Trump, la OEA era dirigida por Luis Almagro que fue el organizador del grupo de Lima, una asociación de gobiernos de países que habían acordado trabajar contra el gobierno de Maduro. Integraban el grupo de Lima: Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay y Perú. El 4 e febrero de ese año los gobiernos de esos países firmaron una declaración cuyo primer párrafo decía: “Reiteran su reconocimiento y respaldo a Juan Guaidó como Presidente Encargado de la República Bolivariana de Venezuela en atención a su Constitución. Saludan la decisión del creciente número de países que ha reconocido al Presidente Encargado Juan Guaidó y hacen un llamado a la comunidad internacional para que le brinde su más fuerte respaldo, así como a la Asamblea Nacional, en sus esfuerzos por establecer un Gobierno de transición democrática en Venezuela”.

En representación de esa postura concurrieron al festival Aid Live los Presidentes de Chile, Sebastián Piñera, de Colombia, Ivan Duque y de Paraguay, Abdo Benitez. Vinculada al Concierto, se intentó una iniciativa e invasión por el puente de Cúcuta que terminó con el saldo de la muerte de varios ciudadanos venezolanos. Los monopolios mediáticos del continente acusaron por esas víctimas fatales al gobierno de Maduro. Pero, días después, una prolija investigación con el aporte documental de fotos y videos, demostraba que la violencia fue ejecutada por las fuerzas colombianas.
Es interesante repasar lo sucedido con quienes fueron protagonistas de esas jornadas. Donald Trump, perdió las elecciones presidenciales con Joe Biden, Luis Almagro sigue siendo Secretario de la OEA pero no tiene posibilidad de renovar ese cargo porque sólo se sostiene por el apoyo de Estados Unidos y un puñado de gobiernos satélites como el de Paraguay y Uruguay. Juán Guaidó se ha convertido en un político impresentable y una carga para los que lo reconocieron como Presidente, porque ni siquiera tiene apoyo en la derecha venezolana. El grupo de Lima perdió su sede porque el presidente de Perú que estaba en funciones en el momento de su creación, Pedro Pablo Kuczynski, fue destituido y detenido por corrupción. Martín Vizcarra que era presidente de ese país cuando se realizó el Concierto Aid Live, fue destituido por incapacidad moral. En Chile, el gobierno de Sebastían Piñera enfrentó fuertes movilizaciones populares que fueron reprimidas con más de cincuenta muertos. El candidato de su partido recibió una paliza electoral en las elecciones presidenciales a manos del socialdemócrata Gabriel Boric. En la Argentina, Macri perdió las elecciones y en Brasil Jair Bolsonaro está esperando su turno para perderlas. El Presidente Honduras, Juan Orlando Hernández , que perdió las elecciones con Xiomara Castro, fue procesado como capo narco y en abril de 2022 fue extraditado a Estados Unidos, en donde enfrentará un juicio por narcotráfico. El presidente de Colombia se fue del gobierno con un enorme desprestigio. Su candidato no llegó siquiera a la segunda vuelta. El conjunto de las fuerzas de derecha colombianas fueron derrotadas por la fórmula progresista Gustavo Petro y Francia Márquez.


En enero de 2019 entraron en vigencia las sanciones del embargo petrolero a Venezuela, que colocaron al país en terapia intensiva durante 2020. A la pandemia del covid se sumó la combinación de un descenso abrupto de la producción y exportaciones petroleras y un declive histórico de precios. Los 350.000 barriles diarios que exportaba PDVSA, pagados a 16,7 dolares el barril, no cubrían siquiera sus costos operativos . En 2022, resulta indiscutible la recuperación de la producción petrolera venezolana, que ha podido sortear en parte el bloqueo, resolver la falta de repuestos y conseguir en Irán petróleo liviano, para usarlo como diluyente de su crudo ultrapesado. Entre abril y mayo de este año los ingresos de PDVSA aumentaron un 69%, lo que le ha permitido recuperar rentabilidad, cumplir compromisos urgentes y la ha convertido en atractiva para que nuevos inversores intenten asociaciones con ella.
Para rematar la evidencia sobre los poderes de Maduro, una medición de la encuestadora opositora Datanálisis, advierte que en la actualidad es el político venezolano con mayor índice de aprobación. Maduro parece ser: el caso único de un mandatario que tiene posibilidades de renovar su mandato, después de una prolongada hiperinflación, la pandemia de covid, y un fuerte bloqueo comercial que afectó servicios públicos y el nivel de vida de la población.
Desde nuestra humilde explicación, en Venezuela se produce un proceso popular parecido al de Cuba y Bolivia. La radicalidad y la carnadura social que en algún momento promovieron esos gobiernos son los que le han permitido sostenerse en el tiempo. Y esa resilencia se explica por la decisión de los pueblos, que en momentos de crisis, estrecheces y bloqueos, han preferido la continuidad de los gobiernos que eligieron, haciendo concesiones, incluso algunas de corte neoliberal, antes que aceptar un retorno de la derecha. Es decir, han preferido tener un gobierno propio con equivocaciones y que no garantiza cuestiones básicas, antes que un regreso de los que gobernaron siempre.


Para los que le gustan las historias simples, donde el análisis complejo se toma vacaciones, debe advertirse que el relato de los santeros ha resultado mucho más cercano a lo efectivamente ocurrido que el de muchos analistas de izquierda, de matriz eurocéntrica. Estos últimos vienen asegurando desde hace años la inminente caída de los gobiernos de Cuba, Bolivia y Venezuela, y el retorno de la derecha.
También es más divertido. Una prodigiosa síntesis de origen plebeyo venezolano ha conseguido vincular los poderes del mundo espiritual con la hollywoodense raza de los supe-héroes. Y ha dado a luz al Súper-Bigote. Este personaje, y la historieta que se trasmite por la televisión oficial venezolana, no presume de aportar al pensamiento crítico, pero entretiene y sostiene la ilusión que alguna vez, en algún lugar, se le puede ganar a los dueños del mundo.