Se fue Guzmán y aseguran continuidad de la política

Se fue Guzmán y aseguran continuidad de la política

3Jul22 0 Por Julio Gambina

Mientras hablaba Cristina Fernández de Kirchner (CFK) en el homenaje al fallecimiento de Juan Domingo Perón el 1 de julio de 1974, el Ministro de Economía Martín Guzmán renunciaba por redes sociales.

La carta de despedida, de siete páginas, estaba escrita, pero se difundió luego de haber sido comparado, por CFK, su diagnóstico de inflación, radicado en el déficit fiscal, con el de Carlos Melconian, ex funcionario del gobierno Macri y del Banco Central de la República Argentina (BCRA) en tiempos de la dictadura genocida, uno de los economistas mediáticos del amplio arco liberal hegemónico en la profesión.

Esa comparación fue quizá la gota que rebalsó el vaso de una presión interna de largo aliento, no solo desde la vicepresidencia, en el frente oficialista. La imposibilidad de disciplinar a los funcionarios del área energética en la función pública le puso límites al ejercicio de la gestión ministerial, siendo el área de energía uno de los aspectos claves de la coyuntura mundial y local actual, amén de la quita de subsidios empresarios acordada con el Fondo Monetario Internacional (FMI), lo que supone incrementos de las tarifas.

La difusión de la renuncia aconteció en el momento preciso en que CFK sustentaba su propuesta de “capitalismo de Estado”, en contraposición a una lógica antagónica entre la orientación liberal de mercado o un rumbo marxista. Claro que muy rápido acotó que no sustentaría la consigna “ni yanquis ni marxistas”, pero si fundamentando que ese rumbo por el capitalismo de Estado, que no debía confundirse con el modelo chino, pero si ser consciente que se trataba, precisamente, de la tercera posición que encarnó Perón en los orígenes de su gobierno.

Algunos en el frente oficialista consideraron la renuncia como una provocación, aunque en rigor, resulta expresión de un fracaso. Toda la expectativa de Guzmán estuvo centrada en el “arreglo” de la deuda, primero con los acreedores privados de títulos y luego con el FMI, con quien se firmó la renegociación en marzo pasado. El diagnóstico en origen fue acompañado por el arco completo de la coalición gobernante, pero al momento de la firma con el FMI aparecieron las primeras disidencias sobre un gran condicionante de la política en el país, la deuda pública.

Es más, acababa  el FMI de acordar con las metas de la economía local del primer trimestre, cuando se auguraba un incumplimiento. Hemos sostenido, en crítica con el acuerdo con el FMI, que el mismo era expresión de un cogobierno y de un rumbo de ajuste perpetuo, santificado por auditorias trimestrales. La auditoría supuso el ingreso de casi 4.000 millones de dólares de desembolso del organismo para fortalecer las reservas internacionales, en un momento de corrida cambiaria. Las cuentas macroeconómicas parecían en sintonía con un marco de crecimiento, levantado por el propio presidente en el acto realizado un día antes.

Desde el gobierno se discute el reemplazo, incluso la renovación ministerial, pero afirmando el rumbo de privilegiar el condicionante estructural suscripto con el FMI y luego “tranquilizar” la economía, tal como sostenía Guzmán.

Por ello, este es el momento para ANULAR el acuerdo con el FMI, sin importar el nombre del nuevo/a ministro/a; sino, discutir que política en materia de economía y política de gobierno, es decir, todo el gabinete ministerial.

Lo que se requiere es discutir qué modelo productivo y de desarrollo para el país. La cuestión de fondo es el rumbo del país y que inserción internacional, incluso cuando CFK aludía al problema bimonetario del país, y la necesidad de acordar una política de consenso más allá del gobierno. En el diagnóstico de CFK, el carácter bimonetario de la economía argentina es la causa principal de la inflación. Al mismo tiempo sugería la creación de un ingreso universal para resolver los problemas de esa mayoría empobrecida, lo que supone rediscutir la política asistencial de programas oficiales.

Con la renuncia de Guzmán se evidencia que el rumbo no era “resolver” la deuda primero y luego “tranquilizar” la economía; ya que la realidad derivada es que hubo y hay AJUSTE sobre la mayoría social empobrecida y la afirmación de un rumbo de inserción subordinada a la lógica primaria exportadora, sea soja, maíz, o hidrocarburos no convencionales.

La inflación, importante en el discurso de CFK y principal efecto de la situación económica local, distribuye regresivamente a favor del capital. El fenómeno sirvió para mejorar la apropiación de excedente económico del capital más concentrado del país, pero también le mejoró la ecuación fiscal al gobierno.

El interrogante es político y económico, sobre lo que se viene en el país, algo que atañe al oficialismo y a la oposición, pero sobre todo al conjunto social que sufre el ajuste, la suba de precios y el deterioro de la condición de vida regular. Queda clara la disputa al interior del gobierno y la respuesta de la oposición con capacidad de ser gobierno, que espera su turno de cara al 2023.

La duda está en el movimiento popular y la posibilidad de constituir una estrategia de poder para un rumbo alternativo, que articule la experiencia institucional de la izquierda partidaria y el amplio espectro sociopolítico de una izquierda plural. Es lo que se requiere para un rumbo en contra y más allá del capitalismo.