Sentencia en el juicio de lesa humanidad Campo de Mayo, vuelos de la muerte

Sentencia en el juicio de lesa humanidad Campo de Mayo, vuelos de la muerte

5Jul22 0 Por Damián Ravenna

El TOF N°2  de San Martín condenó a Santiago Omar Riveros, Delsis Malacalza, Eduardo Lance y Luis del Valle Arce a prisión perpetua, juzgados por los crímenes contra Rosa Eugenia Novillo Corvalán, Roberto Ramón Arancibia, Juan Carlos Rosace y Adrián Enrique  Accrescimbeni, cuyos cuerpos aparecieron en la costa argentina entre los años 1976 y 1977, siendo enterrados como NN, posteriormente fueron identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) quienes  además presentaron la prueba durante el juicio de que habían sido arrojados desde gran altura.

En este sentido hay que resaltar varios aspectos de este juicio, por un lado si bien fueron pocos las casos presentados, se pudo demostrar la sistematicidad de los vuelos de la muerte y cómo operaban desde Campo de Mayo, asimismo la experticia del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) fungió de gran utilidad para las medidas probatorias, esto es algo a resaltar ya que en juicios de persecución penal de delitos, la prueba es fundamental para alcanzar sentencias como está.

Sin embargo, si debemos resaltar que aún hoy tristemente nos encontramos con interpretaciones sobre la represión y la funcionalidad operativa del Terrorismo de Estado, que no enmarcan los aspectos de clase del genocidio ocurrido en la Argentina. Mayormente las argumentaciones esgrimidas por los abogados esconden miradas historicistas con un fuerte sesgo interpretativo basado en el revisionismo histórico nacional y popular, donde la clase se disuelve en términos como pueblo.  

Es por ello que vamos a resaltar acá que Campo de Mayo funcionó en el marco de lo que el Terrorismo de Estado denominó la zona 4, como un espacio de coordinación de la represión siendo además  uno de los Centros Clandestinos de Detención, Tortura y Exterminio (CCDTyE) más grandes del país, desde donde se ha probado salían los vuelos de la muerte. La Zona 4 enmarcaba un territorio -gran parte de la Zona Norte de la Provincia de Buenos Aires- altamente fabril y con coordinadoras inter-fabriles altamente combativas.

Es de sostenerse con ello que se trato de un bloque social e histórico el que perpetró el Terrorismo de Estado, nuestras clases dominantes comprendieron que era el movimiento obrero organizado su principal enemigo, de ahí que orquestó un genocidio que se realizo desde una clase (dominante) sobre otra clase (subalterna-clase trabajadora). 

Sin está compresión el genocidio de clase pasa desapercibido, no siendo ni siquiera referenciado como prueba en estos juicios de lesa humanidad, torna a nuestra sapiencia en una necesidad pedagógica a ser volcada en cuanto escrito, tribuna, alocución o disertación hagamos para que la reconstrucción de la memoria nos pertenezca y aflore eso sí, nuestra historia de lucha como clase.        

Con ello es menester sostener que el movimiento obrero y la clase trabajadora -en una gran conciencia de clase para sí- luchaba no para ver quién conducía al capitalismo dependiente argentino, sino para obtener mediante la lucha el gobierno socialista que redimiera a la humanidad.

El peligro estaba al acecho como así lo estaba, para les 30 mil, la revolución y nuestras clases dominantes lo sabían, por ello para regular el conflicto social, para permanecer y seguir con sus beneficios e intereses, optaron por adaptar a la argentina al capitalismo de época, que era el neoliberal, justamente  la respuesta más acabada de los capitalistas contra la clase trabajadora, ya que se pasa de un capitalismo industrialista a uno donde lo que prima es la especulación financiera.

Marx no enseñó que el capitalismo forma a la propia clase que lo va a derrocar, pues como ocurre muchas veces las clases dominantes fueron mejores interpretando y aprendiendo las lecciones marxistas, de ahí el genocidio de clase y la disputa por la conducción del capitalismo entre neoliberales y keynesianos, hasta el día de hoy. El empate hegemónico entre estos bandos no debe obturar que ambos son parte necesaria de los ciclos que requiere el capital para el consenso y la coerción, núcleo de la gobernabilidad opresiva capitalista.

Fue un peronista de izquierda, una rara avis en la actualidad, quien dijo: “Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores. La experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las cosas”. Rodolfo Walsh, “Cordobazo” en el Periódico de la CGT de los Argentinos, 1969.

Separada de las luchas anteriores, reformulada sus aspiraciones, institucionalizada su interpretación, la MEMORIA sigue siendo propiedad privada de unos pocos, que son dueños de todas las cosas. 

Damián Ravenna

Presidente

Asamblea Permanente por los Derechos Humanos Zona Norte de la Provincia de Buenos Aires

APDH ZONA NORTE

Imagen destacada: Télam