Empezar por los últimos: ajuste y auditoría el menú del día
11Ago22 0 Por Matías GianfeliceLa Unidad Piquetera volvió a copar el centro del poder político nacional y las plazas y rutas de todo el país. La lucha contra el ajuste se sumó al paro nacional de CTERA. Días agitados para un gobierno con poco margen.
Este 10 y 11 de agosto los movimientos sociales de izquierda y no alineados con el gobierno nacional, principalmente encuadrados en la Unidad Piquetera, salieron a las calles de todo el país. Si bien la jornada fue federal y muy masiva en algunas provincias como Mendoza o Salta, fue virando su tensión hacia la mítica Plaza de Mayo. Las organizaciones que convocaron a marchar frente a la Casa Rosada fueron en búsqueda de respuestas políticas a sus reclamos y rápidamente fueron entendiendo que el gobierno no estaba dispuesto a ceder en (casi) nada.
Promediando la tarde fueron recibidos por funcionarios de menor rango en el Ministerio de Economía, de donde lxs referentes piqueterxs salieron con una rotunda negativa ante los pedidos. Es importante recordar que la Unidad Piquetera convocó a esta marcha exigiendo al gobierno: que frene el brutal ajuste sobre la clase trabajadora, un bono para paliar el efecto devastador de la inflación, el cumplimiento en la entrega de alimentos y herramientas en los comedores y cooperativas, el fin de la criminalización de la protesta y el cese en el pago de la fraudulenta deuda con el FMI. Ante la muy mala reunión con Economía, la Unidad Piquetera decidió marchar con una columna hasta Desarrollo Social, donde el ministro Zabaleta y sus funcionarios, replicaron el discurso ajustador.
Entrando el atardecer, se definió por asamblea, que se quedaban en Plaza de Mayo acampando. Así la Plaza que mira al poder político de frente, se llenó de lona y cuerpos, gastados y cansados de rascar un fondo de olla que ya no sabe a nada. Mañana amanecerán a la espera de ser atendidxs y de respuestas a sus reclamos, se avizora otra jornada de diálogos truncados y planillas de Excel para justificar lo injustificable.
Quizás algunos datos de la realidad sumen elementos para entender los tiempos que corren:
- El gobierno peronista del tandem CFK, Massa y ¿Alberto? no para de reafirmar el acuerdo ajustador con el FMI.
- Las reservas del Central (por los gastos en energía, por la no liquidación de divisas del complejo agrosojero, por el mal manejo financiero, por el dolar turista y hasta por los yates que permitían comprar hasta hace poco) están en niveles alarmantes. Massa sabe que debe juntar dólares para apagar, aunque sea un poco, las llamas que más cerca tiene.
- La inflación, que este jueves 11 anuncia el Indec, será record en décadas y vamos a un acumulado anual, que pisa el 90%. Una transferencia de fondos brutal de la clase trabajadora hacia la burguesía.
- Con paritarias, quien tiene suerte de tenerlas, por el piso, no hay salarios, jubilaciones ni planes sociales que tengan el mismo poder de compra… que la semana anterior.
- La burocracias sindicales parecen empezar a estirarse de su eterna siesta acuerdista y anunciaron un paro, que no se sabe si se hace, que no es contra el gobierno, que no busca enojar a nadie, que le quiere recordar a los especuladores que no especulen. En fin, un paro para pedir permiso para enojarse un poco, pero no mucho.
- Al mismo tiempo, y en el marco de una causa judicial que roza el bochorno más antiobrero en mucho tiempo (NdR: el juicio contra el docente y secretario sindical Santiago Goodman en Chubut por las manifestaciones de 2019), este mismo miércoles 10 de agosto hubo paro nacional de CTERA, por lo que no hubo clases en todas las escuelas públicas del país. La criminalización de la protesta como disciplinador de los sectores en lucha.
Estos elementos enumerados nos permiten sintetizar (seguro faltan muchos más) algunas posibles miradas sobre el presente. El plan económico de Massa es el de Guzmán pasado a nafta. El Frente de Todos logró una frágil cohesión interna a base de cerrar filas tras la figurita sonriente del amigo de la embajada. Si ese crédito político que suponen apenas renovado les alcanza o no para profundizar el ajuste sobre la clase trabajadora, es algo que la realidad está por demostrar. Quizás no haya luz al final del túnel, o más bien haya que pagársela muy cara a Vila y Manzano. No parece menor que el tigrense y su equipo ya le hayan avisado a todos los ministerios que las partidas de acá a fin de año serán de cortas a escasas, por eso ruegan en Rosario y San Nicolas que a Cabandié le alcance para un avión hidrante…o para un despertador por lo menos.
Mientras el FMI va a seguir garantizándose hasta el último peso de la estafa macrista, mientras los sojeros y las cerealeras se relamen con un dólar especial, mientras los dueños de la carne andan pidiendo que comamos 10 kilos menos por año, así pueden exportar más y ganar en dólares; para lxs de abajo se viene el ajuste auditado. Para alegrar a Cristina y a esa clase media, que ve medio pobre por la calle y se brota de fascismo agudo, Massa anunció que van a auditar a los movimientos sociales y a las personas que cobran el “plan social”, buscando descubrir a esos grandes estafadores que se quedan con las millonadas de pesos que ganan sin hacer nada. Seguramente intenten un recorte de planes y recursos que dejará contento a más de un periodista, pero vaciará aun más la heladera y la paciencia de muchas familias en las barriadas. Habrá que ver que tipo de control de la calle irá a ensayar el peronismo para que la situación no explote. Un dato poco alegre es que este miércoles 10, la Plaza de Mayo y la 9 de Julio se vieron atestadas de policías muy bien armados, como si el mensaje fuera querer mostrar en términos prácticos como se sostiene un ajuste, que se monta sobre otro ajuste, que ya venía precedido por otro ajuste…
Para cerrar nos queda mirar para este lado. A la clase trabajadora le queda decidir que va a hacer en este contexto de miseria programada. No hay muchas esperanzas en sus dirigencias sindicales, ya sea la CGT o CTA, aunque si las bases se organizan la tan mentada correlación de fuerzas puede sufrir algunas variaciones. Pero tampoco hay que sobredimensionar la confluencia de dos medidas de luchas como la marcha con acampe de la Unidad Piquetera y el paro nacional de CTERA. Quizás algo empieza a estar en el horizonte: se está agotando la paciencia para los discursos edulcorados de dirigentes que viven en el más obsceno de los lujos. Habrá que ver si se construye la capacidad de unir estos enojos, que a veces salen a la calle y otras implosionan en pequeños espacios de laburo. Hay una parte enorme de la clase obrera, el sector más precarizado, el de lxs piqueterxs, que ha ejercitado mucho y bien el arte de ganar la calle para la lucha. ¿Con eso solo alcanza? Claro que no, pero si el pueblo tiene eso que llaman memoria emotiva, quizás por abajo soplen vientos que no vuelen la carpa pero si el ajuste.