La Argentina a contramano

La Argentina a contramano

14Ago22 0 Por Guillermo Cieza

Las imágenes del pueblo colombiano festejando la victoria de Gustavo Petro y la derrota de la oligarquía y de las mafias, se cruzaron con las noticias de la asunción de Sergio Massa como Superministro en la Argentina. Cuando la onda rosa del progresismo parece extenderse en Latinoamérica, en la Argentina todos los caminos parecen conducir al retorno de las derechas.

El gobierno de Alberto Fernández tuvo un comienzo épico en su relación con los pueblos latinoamericanos, que fue su gestión para interceder por la vida de Evo Morales. Algunas decisiones posteriores como salir a comprar vacunas donde las encontrara, desoyendo las recomendaciones imperiales de sólo adquirir Pfizer y Moderna, mostraron gestos de independencia. Pero el vuelo antimperialista duró tan poco como el de una perdiz. Las últimas imágenes que nos llegan de Caracas, donde se puede ver una movilización popular que le reclama al gobierno argentino “devolvé el avión”, pasará a la historia como uno de los hechos más bochornosos de nuestras relaciones internacionales.
Con respecto al caso de la retención del avión venezolano de la empresa EMTRASUR, la versión de que lo ocurrido es exclusivamente responsabilidad del juez Villena, obvia algunos detalles evidentes. Quien se negó a cargar combustible al avión el 7 de junio para que regresara a su país fue la empresa estatal YPF. Cuando volvió de Uruguay al día siguiente, el avión fue retenido por el gobierno argentino por presión de la DAIA, la embajada de Estados Unidos y de Israel. La intervención del Juez Villena no fue inmediata y se produjo días después, haciéndose cargo de la situación de un avión que había sido retenido ilegalmente por el gobierno nacional. A partir de allí, ocurre la actuación de un magistrado, que procede en los mismos términos que los vienen haciendo otros jueces frente a un gobierno que consideran “de salida”. Tratan de congraciarse con quienes van a gobernar el país en los próximos años. Atendiendo a ese objetivo la actuación de Villena es escandalosa, tan escandalosa como la de los jueces que absolvieron a Macri por espiar a los familiares de las víctimas del Ara San Juán o la del Fiscal Luciani, empeñado en condenar a Cristina Kirchner. El Juez Villena, tiene razones adicionales para prestar un servicio al futuro gobierno. Ha sido procesado por lavado de dinero, su carrera judicial está en peligro. Y, además, toma resoluciones en un contexto político en que no sólo la oposición está comprometida con la embajada de Estados Unidos y los intereses sionistas. También Sergio Massa, el nuevo hombre fuerte del gobierno está muy vinculado a la embajada del país del Norte y, siempre que puede, hace gala de su excelente relación con el embajador Marc Stanley, que es un reconocido vocero del lobby sionista estadounidense.


La “brillante jugada ” de marchar a contramano
Parece evidente que la nueva ola progresista de los gobiernos latinoamericanos será menos radical que la de la primera década del 2000. Algunos procesos ya han empezado a mostrar sus debilidades. En Perú, el Presidente Pedro Castillo nunca pudo hacerse cargo plenamente del gobierno y, haciendo concesiones para sobrevivir, ha cambiado cinco gabinetes. En Chile, “la novedad ” de Sergio Boric cada vez se parece más a la vieja Concertación. Lula regresará al poder lastrado con Geraldo Alckim, que representa una fuerte alianza con sectores de centro derecha, etc. Pero “la brillante jugada” argentina, parece ser insuperable.
Desde la derrota en las PASO, empezó a comentarse que en los círculos cercanos a la Vicepresidenta Cristina Kirchner se daba por perdida la elección presidencial de 2023. Desde esta percepción la estrategia, que parecía tener más consenso, era replegarse y asegurar el control de la Provincia de Buenos Aires, con una eventual reeleccion del gobernador Axel Kicillof. Esta estrategia se complementaría con imaginar una nueva jugada para la candidatura electoral del Frente de Todos para 2023. Desde ese momento empezó a mencionarse con insistencia el nombre de Massa.
Voceros oficiales y oficiosos de la Vicepresidenta, empezaron a comentar sobre la excelente relación de Máximo Kirchner con Massa, etc. Pero, además, hubo otros movimientos que llamaron la atención, como fue la propuesta de que Juan Pablo Manzur fuera elegido Jefe de Gabinete. Manzur es un hombre representativo del peronismo conservador del interior, pero además, un dirigente con muy buena relación con el lobby sionista y con políticos y empresarios de Estados Unidos. Cristina se adelantó además al Presidente para reunirse con el nuevo embajador estadounidense Marc Stanley y con la Jefa del Comando Sur, que hizo una gira preocupada por la influencia de las inversiones chinas en lo que consideran el patio trasero estadounidense.
La entronización de Sergio Massa no supone para el kirchnerismo la posibilidad de sacarse de encima a un rival electoral. En encuestas previas a su asunción, la Vicepresidenta arrasaba a Massa en las intenciones de voto, dentro de los que adherían al Frente de Todos. Pero Sergio Massa, por su pefil político, tiene la posibilidad de competir con Rodriguez Larreta o Mauricio Macri en un electorado volcado a la derecha y convencido de que la mejor opción frente a la disputa internacional entre China y Estados Unidos es someterse al protectorado estadounidense.
La “brillante jugada” que está ganando consenso en el Frente de Todos, es presentar como candidato presidencial a Sergio Massa en 2023, con lo que se resignaría a que el próximo Presidente sea de derecha, pero “nuestro”. Esta astucia supone que en un momento histórico, en que buena parte de los países latinoaméricanos se embarcan en una ola progresista y mejoran sus niveles de autonomía de Estados Unidos, amplíando sus negocios con China, la Argentina marcharía contramano. Y, por ser el único país “grande” de la región que asuma esa posición, supuestamente recibirá todos los favores del Imperio.
A los adherentes del Frente de Todos que se indignan alegando que esto sería inaceptable, debería aclararse que seguramente para grandes contingentes de militancia honesta, popular y antimperialista, estas decisiones serán un sapo difícil de tragar. Pero en lo que hace a la dirigencia, basta revisar quiénes de ellos se opusieron, en tiempos de Menem, a la Ley de emergencia, a las privatizaciones y a las relaciones carnales con Estados Unidos. Tampoco es una novedad que en una elección presidencial argentina, los dos candidatos con más posibilidades sean de definídamente de derecha: ya pasó con la elección del 89, cuando se presentaron Menem y Angeloz. .
Jugar “la carta Massa” tiene todo el encanto de las astucias políticas y el hecho que haya provocado algunas preocupaciones en Juntos por el Cambio, ha empezado a ser interpretado por algunos analistas oficialistas como una jugada muy inteligente. Son los mismos analistas que elogiaron otras “brillantes jugadas” que deben ser evaluadas por sus resultados en el tiempo. Basta repasar lo sucedido con “las supremas astucias” de llevarlo de Presidente a Alberto, gastarse las reservas porque ibamos a negociar con un FMI, “que había cambiado “, desaprovechar la estafa de Vicentin para expropiarlo, aprobar el informe Bachelet sobre Venezuela, porque gracias a ese guiño Estados Unidos, nos favorecería en la negociación con el Fondo, firmar “el mejor acuerdo posible” con el Fondo, etc.
Con las nuevas medidas del gobierno: dólares para los exportadores y dolores para los de abajo (auditorias, criminalización de la protesta social, tarifazos), la grieta se diluye.
Seguramente en algunos de los países de América latina esta onda rosa progresista no va a tardar en desteñir, y seguramente van a decantarse algunos entusiasmos. Pero las opciones que aparecen en esta Argentina a contramano, ni siquiera servirán para alimentar una ilusión.