La tocaron a Cristina … y no se armó

La tocaron a Cristina … y no se armó

16Dic22 0 Por Daniel Campione

El acto previsto para el 19 de diciembre quedó postergado para marzo, luego de dos dilaciones consecutivas. Se preveía que hablara Cristina frente a una multitud, con motivo de una reunión del Grupo de Puebla para tratar el tema “del Partido Militar al Partido Judicial”.

Era la oportunidad para que los partidarios de la presidenta le manifestaran masivamente su apoyo, después de la inicua condena judicial que le dictó un tribunal oral federal. La proximidad del mundial de fútbol parece haber sido esta vez el pretexto para “levantar” nuevamente la concentración.
Queda así consumado que CFK fue “tocada” por los jueces parciales y arbitrarios. Y, en contra de una consigna cantada durante mucho tiempo, no se armó el más mínimo “quilombo”.

Queda en el terreno de las presunciones si en realidad el acto fue dejado de lado de manera preventiva, ante la posibilidad que el poder de convocatoria fuera escaso. Y el resultado opuesto al deseado: En lugar de la exhibición de un sólido respaldo a la vicepresidenta poner en evidencia que el nivel de consenso movilizado hacia su figura no pasaría por el mejor momento.

No parece aventurado pensar que en la situación de penuria que se vive en muy amplios segmentos de la población acaecieran movilizaciones escasas. Con presencias meramente simbólicas y hasta abstenciones totales a la hora de ganar la calle. Intendentes, dirigentes sindicales y de movimientos sociales afines a Cristina podían tener serias dificultades en el momento de convocar con eficacia.

Los jueces en horas de calma y poderío.

El Poder Judicial podrá seguir tranquilo con su ideología reaccionaria; su mentida “independencia”, la evidente subordinación al poder económico y comunicacional, el elitismo, los privilegios. Y hasta con su desprecio por las leyes que se supone defienden, como se escenificó con claridad en todo el asunto “Lago Escondido”.

En estos últimos días la propia Corte Suprema parece más lanzada que nunca en el propósito de obstaculizar a los otros poderes del Estado. Así dispuso que los diputados nominados para el Consejo de la Magistratura se incorporen de inmediato a este organismo. Haciendo caso omiso de la disposición de la presidenta de la Cámara, Cecilia Moreau, que postergó la presentación del listado por una disposición de otro juez.

El presidente por partida doble, de la Corte y del Consejo, Horacio Rosatti, les tomará juramento.

En el Senado ocurre algo similar, ante la decisión de la cabeza del Poder Judicial de caracterizar como “ardid” carente de “buena fe” la división del bloque del Frente de Todos en esa Cámara. Un consejero menos para el oficialismo, una imposición más de parte de “Sus Señorías”, que se entrometen en el juego de otras instituciones.

Los magistrados también ratificaron de modo definitivo una condena a 13 años de prisión a Milagro Sala. La acusación contiene como componente importante la cuestionable figura penal de “asociación ilícita”.

Y la Corte, claro, no dice una palabra acerca de que existe una manifiesta persecución inducida por el gobernador de Jujuy Gerardo Morales, con la activa participación del poder judicial provincial, que le responde en pleno. Lo que más allá de irregularidades y abusos que pueda haber cometido la líder de la agrupación Tupac Amaru,

¿El gobierno de quién…?

En tren de no guardarse nada, Rosatti declaró en la cena anual de la Asociación de Magistrados que las instituciones del país requieren “una Corte Suprema fuerte”.

Estamos ante una Corte que se autopropone como la cabeza de un “gobierno de los jueces” que interfiera a voluntad en las decisiones de los otros poderes del Estado. Y que restrinja o impida cualquier propósito de las verdaderas autoridades gubernamentales de restringir la realización de intereses de los “poderes de hecho”. Ésos que son cada vez más predominantes frente a aquellos provenientes del sufragio popular.

Puede hacerlo al compás de oportunas medidas cautelares, uno de sus instrumentos favoritos a la hora de contaminar de arbitrariedad la supuesta aplicación del derecho

Las “cautelares” llevan al archivo a todo el asunto o bien son consolidadas con sentencias definitivas del mismo tenor. Se lo ha visto muchas veces. De seguir todo su curso lo veremos cada vez con más frecuencia y celeridad.

El único de los poderes de la Constitución Nacional que no tiene origen en el sufragio y cuyos cargos son vitalicios, se arroga así facultades que ninguna norma le confiere. Sin embargo, cumple con una función para la que está concebido, la de “corregir” los posibles “excesos” de la voluntad popular, como se ha expuesto de modo sucinto aquí.

En esa materia puede complementarse bien con los llamados “mercados” siempre dispuestos a “votar” con sus maniobras especulativas y sus boicots abiertos o disimulados. El resultado es conocido: Cada vez menor calidad democrática y progresiva mengua de las posibilidades de una defensa efectiva de las necesidades populares en todos los órdenes.

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La abdicación de la lideresa del Frente de Todos respecto al cuestionamiento en el espacio público de los amaños y persecuciones de la mal llamada “justicia” constituye un hecho grave en términos políticos. El transcurso del tiempo permitirá saber si esta defección es temporaria o definitiva.

Lo seguro es la decepción de quienes esperaban una gigantesca y sostenida protesta contra cualquier sentencia condenatoria. Sensación de desencanto que puede ser alimentada por el previo renunciamiento de CFK a postularse a cualquier cargo.

La producción de algún cambio en el ámbito de los jueces quedará remitida a una más que improbable “reforma judicial” que requiere de una mayoría parlamentaria hoy inviable. Que es lo mismo que decir que pospuesta para un futuro indeterminado y de difícil realización.

Y los millones de argentinxs que veneran a Cristina reducidos al silencio frente a lo que perciben como una ofensa imperdonable a su líder.
Así se escribe la historia. No faltará quien acuda a la socorrida excusa de la “correlación de fuerzas”. Y, cabe remarcarlo, el “gobierno del pueblo” va encaminado a convertirse en un simulacro en el que casi nadie cree.

Foto: Integrantes de la Corte Suprema de Justicia: De izquierda a derecha, Juan Carlos Maqueda, Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Ricardo Lorenzetti.

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