Argentina es tricampeona mundial de fútbol

Argentina es tricampeona mundial de fútbol

18Dic22 0 Por Matías Gianfelice

En una final emocionante le ganó por penales a Francia y le sacó la corona. Messi cerró su mejor mundial y al fin levanta la copa que el fútbol le debía.

“La puta madre que lindo momento para ser alemán o brasilero porque están jugando una final tremenda”. Mi viejo y mi compañera se ríen. Terminamos de almorzar hace un rato, me paro y corro las sillas porque no puedo dejar de mover las piernas y de rascarme la cabeza. La ansiedad y la angustia me ganan el cuerpo, al tiempo que lanzo al aire. Los nervios nos carcomen a todos, menos a mi hija de 2 años que ya gritó por Messi, jugó con plastilina y se dio el lujo de dormir una siesta en el segundo tiempo. El 2 a 2 es un hecho consumado y el primer suplementario se pasa con niveles de tensión insoportables para mi salud cardíaca.

Francia llegó a la final sin pasar por los penales y ostentando el título de campeón vigente; encima con un Mbappe encendido y con un equipo que sin someter a los rivales, te llega y te clava goles como puñaladas certeras. Argentina llegó en ascenso, empezó el mundial perdiendo y pero desde el segundo partido fue superior a todos sus rivales e incluso mostró mucho fútbol tanto en las semifinales como en los primeros 70 minutos de la final del mundo contra Francia, donde le ganaba 2 a 0 y lo tenía más para el tercero que para el descuento. Pero el fútbol es el deporte más lindo que hay, como dijo Diego, y Francia aprovechó que tiene un genio como su número 10 y en un minuto empató el partido.

La final en términos futbolísticos, fue de lo mejor que vi en mis 37 años de vida. Veo fútbol desde muy chiquito y con conciencia y memoria desde el Vélez de Bianchi y el River de Ramón para acá. Teniendo en cuenta la instancia que se jugaba, todo lo que había en disputa y el fútbol que se mostró, para mí fue la mejor final de la historia. Argentina comenzó ganando antes de empezar, gracias a la decisión de su técnico Scaloni que dejó de lado los temores y mezquindades de la línea de 5 y salió a jugar con el Fideo Di María de titular. El Ángel de Rosario, el hijo laburante de la carbonería, el flaquito alimentado a changas y a puro pedaleo de una madre obrera con ovarios bien puestos, es a esta altura quizás el jugador argentino que mejor ha rendido en finales con la selección en toda la historia (NdR: golazo en la final olímpica del 2008, golazo en la final de la Copa América en el Maracana en 2021 y penal + golazo en la final del mundo contra Francia). La disposición del 4-3-3 con Di María por izquierda y no por derecha, permitió que Argentina le jugara ancho y lo atacara con mucha gente. El equipo nacional le sacó la pelota, le bloqueó todas las contras (el primer tiempo de la línea defensiva argenta es para poner en un cuadrito) y lo empezó a atacar desde los pies de Rodrigo De Paul y un Mac Allister que de menor a mayor se comió la cancha en plena final del mundo. Así fue que el primer tiempo empezó bien, siguió mejor después de que Messi cambiara por gol el penal que le hicieron a Di María y terminó a pura sinfonía con ese dos a cero hermosísimo en el que a puro toque de primera (salvo el 10 que controló y después tocó) el propio Di María convirtió en 2 a 0.

No hubo reacción francesa en esa primera parte. Incluso el segundo tiempo en sus primeros 25 minutos tampoco fueron de un “tromba” de los de Mbappe; aunque algo había cambiado y se notaba: Argentina tenía serios problemas para aguantar la pelota en la mitad y hacerla circular, Francia dominaba el terreno, aunque se nublaba cuando se acercaba al área nacional. Pero con un rival de esa categoría, cualquier error se paga caro. Y sin dudas el mejor defensor del mundial, Otamendi, pagó carísimo el mal cierre contra Thuram y el penal que Mbappe convirtió (hizo 4 goles y 3 penales en una final, es cosa seria este muchacho más allá de su ego y sus bravuconadas) puso el 1-2 que interrumpió por 20 minutos lo que fue toda la final. Francia se agrandó, al minuto nomás presionó alto al 10 argentino, robó y el mismo Mbappe de volea metió un 2 a 2 genial. Así y hasta el final de los 90, la selección nacional estuvo al borde del nocaut, con un cuerpo técnico que no desesperó y trató de sostenerse casi con los mismos 11 (solamente entró Montiel por Molina).

El alargue fue de alto vuelo futbolístico y emocional. Hay que jugar una final del mundo, imagino que debe tener un nivel de tensión, nervios, angustia y emoción un poquito mayor que el fulbito de los jueves con amigos o la liga barrial que podemos jugar la mayoría de lxs mortales. Esos dos equipos salieron a jugar el alargue en el mejor sentido de la palabra. Salieron a jugar, no a especular ni bartolear la pelota. Mucho mejor Argentina en la circulación, pero genial Francia cuando tocaba y aceleraba en velocidad. De ese juego y esos movimientos de nivel llegó el 3 a 2 para Argentina, nuevamente en los pies de Messi (previo control de pelota excelente de Lautaro Martínez). Faltaban apenas 10 minutos y el grito emocionado de Lio nos ilusionaba a todxs. Ya está, o eso creíamos. Con la selección corriendo la vida, ahora solo quedaba despejar todo lo que cayera cerca del área y levantar la Copa. Pero, esta Francia no iba a dejar su corona así nomás y del rebote en un córner vino un pelotazo que dio en el codo de Montiel y un nuevo penal, para otro gol más de Mbappe: 3 a 3.

Bueno ya está, a sufrir en los penales. No. La mejor final de la historia nos tenía reservado un minuto más de puro fútbol e inteligencia. Minuto 122 del partido, Francia recupera la pelota y pone al delantero Kolo Mauni con pelota dominada mano a mano con el arquero argentino, ya está es 4 a 3 para Francia que arruina el sueño de Messi y de todo el mundo futbolero, llanto y dolor por lo que se buscó una década y media y no pudo ser. Pero no. El Dibu Martínez se viste de arquero de hándbol y con el pie le saca un gol cantado. El rebote Argentina lo toma y decide jugar la pelota, Messi comanda con genialidad y habilita a Montiel que por derecha rompe la línea defensiva y encara como wing, mete un centro a la entrada de Lautaro que venía como 9 listo para cabecear. ya está ganamos 4 a 3, Lautaro sella su amor eterno con el gol y la gloria, Messi y los muchachos hacen una montaña de emoción, Scaloni se abraza con Aimar y lloran y ríen al mismo tiempo. Pero no. El Toro siguió con la pólvora mojada, le erró al cabezazo y le manda lejos del arco.

Ahora sí penales. Nuevamente la tanda la empiezan los rivales, Mbappe bestial arranca con el 1 a 0, pero el mejor del mundo (¿hace falta que lo nombre?) pone el 1 a 1. Va Coman para Francia y otra vez el héroe de los guantes, el Dibu ataja y Dybala cierra la segunda tanda con un 2 a 1 para Argentina. Le toca a Tchouameni, quien de afuera del área le había hecho un gran gol a Inglaterra en cuartos. Sin embargo le pega tan esquinado que le erra al arco. El Dibu bailotea y empezamos a acariciar la tercera. Va Paredes para un penal clave y con seguridad nos pone 3 a 1 arriba. Le toca a Kolo Mauni, el mismo que tuvo el mano a mano y lo pifió, 47 millones posan sus ojos en el buzo verde de Martinez, esperamos que el Dibu garabatee su hazaña más soñada, confíamos. Pero no. Hay que estirarla un poco más. El francés achica 2 a 3 y se viene el cuarto penal argento. Va Montiel, va el 4 que anuló en plena final del Maracana a Neymar, va un guerrero joven, de esos que sabemos que será caudillo indudable de la década por venir. Lo patea con el alma matancera que supo curtir en los potreros de Virrey del Pino. Es un 4 a 2 irremontable. Es la tercera, la que nos volvió a ilusionar. Es la Copa del Mundo volviendo al país desde que la trajo un tal Diego Armando Maradona en 1986.

Nos abrazamos y nos felicitamos, suena la corneta que trajo el abuelo. Se escuchan los petardos. El cuerpo va cediendo terreno, la angustia me va abandonando y la emoción de vivir en plena conciencia mi primera copa del mundo con Argentina. Mi viejo me da la espalda y empieza a moquear se mete en el baño. Mi vieja no entiende bien pero celebra la alegría que invade la casa. Nos vamos a la calle porque el pueblo está feliz. Nos fundimos en esa alegría, por un momento fantaseamos con derrotar tanta realidad malparida.

Pienso “la puta madre que lindo ser argentino”. Sonrío y me quedo feliz con la felicidad de mi gente.