Será justicia. Pero es castigo

Será justicia. Pero es castigo

8Feb23 1 Por Alfredo Grande

El veredicto condenatorio y las penas impuestas a los asesinos de Fernando Baez Sosa ha levantado una polémica importante.  Estamos ante un analizador histórico. En otras palabras: un acontecimiento. Luego de un acontecimiento, el horizonte de lo posible cambia. No en las formas, sino es su más profundo fundamento. Los dichos populares, que a veces encierran verdades y otras liberan falsedades, señalaban que “entran por una puerta y salen por otra”- El delito organizado es una jerarquía que termina siempre en los poderes del estado, sean cual sean esos poderes. El palenque donde rascarse, del cual nos hablaba el gaucho Martin Fierro, es mas que un palenque.  Es una armadura de acero inoxidable para blindar los intentos de hacer cumplir no los mandatos de la justica, sino los deseos de lo justo. En otros términos: la lógica de la impunidad ha dominado la escena político social durante décadas.  El que las hace no las paga, y el que no las hace, las paga. 

Otra forma de impunidad son las causas armadas. Que entre otras delicias del sistema criminal penal permite que una prisión preventiva sea más prolongada que la sentencia en caso de que el acusado/acusada fuera encontrado culpable. En cuanto a la perpetuidad de las penas, existe también hace años.  Se llama “gatillo fácil” ya que los jóvenes asesinados sufren la peor de las perpetuidades; la muerte. La lista, y más se incluimos las masacres, es interminable. Algunos recuerdan a Cabezas y a la masacre de Cromañón. El ideólogo y responsable mayor del bombardeo a plaza de mayo, almirante Rojas, fue saludado por un presidente cuya identidad autopercibida era peronista.

Las perpetuidades con o sin sentencia firme son muchas cosas, menos novedades. Ante el demonio de la impunidad se levanta el ángel del punitivismo. Lo que sorprende del fallo es que sea para una población potencialmente exenta. Niños bien. Clase media acomodada.  No serán los hijos del poder, pero bien podrían ser los sobrinos y los nietos. Criados en un micro clima clasista, blanquecino, supremacista, y con toques de racismo maquillado de tolerancia para ciertas diversidades. Frente a la lógica de la impunidad y de la llamada inseguridad, necesitaba levantarse una contra lógica. Lo mejor para sostenerla, difundirla, propagandizarla, es un abogado que supo ser contacto del cura Grassi. Dicen que es capaz de venderte a buen precio un balde de arena en el desierto. Logró que justicia fue asociada a cadena perpetua.  Y el macabro algoritmo se viralizó. Obviamente, penetró en una zona debilitada del corpus social. 

El hartazgo contra las formas más bizarras de inseguridad e impunidad. Hoy miércoles asesinaron a una nena de 4 años en una “balacera” narco. Y no se pueden amparar en el eufemismo oportunista de la guerra de pobres contra pobres. Hay que reconocer otra derrota en nuestra batalla cultural. El punitivismo, única receta de la cultura llegó, no solo para quedarse, sino para amplificarse. Única receta de la cultura represora frente al delito: castigo. Muchas veces, aunque no haya crimen. Pero siempre hay castigo.  Tuve que hacer un peritaje de un joven encarcelado por robar 30 frascos de un antitusivo con un revolver de plástico. Lo trataba como si fuera el jefe del cartel de Sinaloa. Entre su abogado y mi peritaje de parte logramos el sobreseimiento. Pero ninguna golondrina hace verano. Aunque con el cambio climático nunca se sabe.

Como la única respuesta es el castigo, entonces las cárceles son todas anti constitucionales. El Servicio Penitenciario una versión de la Inquisición. Las accesorias son malos tratos, torturas, aplastamiento de la dignidad, violaciones. Nada de eso figurará en la sentencia definitiva. Pero ya hay miserables y cretinos que las mencionan, incluso las recomiendan. Obviamente, se saldrá peor, mucho peor, de como se entró.  ¿Entonces asesinar no trae consecuencias? Me preguntarán con ojos de oveja lobuna las almas bellas. Acción – Reacción. La ley primera. O una de las primeras. Lo que planteo es que, si la única reacción es despedazar a la bestia, la bestia seremos nosotros.

Lo único que hay que justipreciar es el profundo arrepentimiento, la toma de conciencia plena sobre el daño causado. Y aceptar un proceso de redención de décadas. En algunos sin duda de muchas décadas.  Pero necesarias para que la vida que les quede pueda recuperar algo de la dignidad perdida. No hay nada más perpetuo que la muerte.  Fernando, como Cabezas, como Martín Castelucci, como María  Soledad Morales, como los pibes y pibas de Cromañón,  y tantísimos otras y otros, tienen dos perpetuidades. Una la de la muerte. Otra la del recuerdo militante. Lo que está en discusión no es si los actos aberrantes ameritan consecuencias acordes.  Lo que está en discusión es si la única consecuencia es un castigo ejempla rizador. Hasta sería interesante que los que buscan la perpetuidad del castigo, den un paso adelante y pidan la pena de muerte.  Todavía no creo que se atrevan. Pero es cuestión de esperar un poco. Si no hay mal que dure cien años, es solamente porque a los  99 el conteo empieza nuevamente.