Agrotóxicos en peces del río Salado: Otro vergonzoso récord del agronegocio argentino

Agrotóxicos en peces del río Salado: Otro vergonzoso récord del agronegocio argentino

12Feb23 0 Por Nora Tamagno

Hace unos días se conoció a través de la redes sociales, el resultado de un trabajo científico que confirma la presencia de un cóctel de agrotóxicos en sábalos del río Salado. Su autor dijo al difundirlo “no descubrimos nada, solo encontramos en un laboratorio los resultados que ya conocen los territorios”. Pero el agronegocio sigue avanzando. ¿Hasta cuándo los gobiernos seguirán desoyendo estas voces?

El trabajo cuyo título es “Cócteles de residuos de plaguicidas en Prochilodus lineatus Peces del río Salado (América del Sur): Primer registro de altas concentraciones de herbicidas polares”, fue publicado por la revista Ciencia del Medio Ambiente Total, de la editorial Elsevier, con sede en Países Bajos.

Sus autores Rafael Lajmanovich, Andrés Attademo, Paola Peltzer, María Repetti, Ana . Cuzziol Boccioni, Melina  Michlig y Luisina Demonte, son un grupo de investigadores de la Universidad Nacional del Litoral. En este trabajo analizaron, en busca de residuos de plaguicidas, músculo y vísceras (branquias-hígado) de sábalos (Prochilodus lineatus) obtenidos de cuatro sitios del curso bajo del río Salado y un sitio del río Santa Fe, cerca de su confluencia con el río Salado de Santa Fe (Argentina), entre diciembre de 2021 y febrero de 2022. También analizaron muestras de sedimentos de los mismos sitios.

Los principales resultados encontrados en el trabajo son:

  • se detectaron múltiples residuos de plaguicidas en peces del río Salado Inferior.
  • Las concentraciones de herbicidas polares que se encuentran en el músculo de los peces son las más altas registradas.
  • Las muestras de sedimentos del río también contenían algunos residuos de pesticidas.
  • Las fuentes de plaguicidas están asociadas a la producción de cultivos transgénicos en la región.

El sábalo es una especie base de los eslabones tróficos en ríos argentinos, que se comercializa para consumo humano, por lo que la presencia en sus cuerpos de numerosos agrotóxicos, entre los que se destacan el glifosato y el glufosinato de amonio, representa un enorme peligro para la salud humana y ambiental. Los territorios saben que desde hace mucho tiempo la agricultura industrial nos envenena. ¿Qué pasa que el poder político no reacciona?

Cuando los pueblos se organizan para enfrentar la dolorosa realidad, que se expresa de múltiples maneras: enfermedades por encima de la tasa media, presencia de agrotóxicos en agua potable, fumigaciones sobre poblaciones y escuelas, etc.; el poder político y las corporaciones al unísono, niegan la realidad, descalifican las experiencias de los territorios y les exigen presentar pruebas. Pero, también niegan y descalifican la enorme cantidad de información científica que da cuenta de contaminación y daños sobre la salud humana y ambiental como consecuencia del agronegocio.

Debemos recordar al Dr. Andrés Carrasco, que por difundir los resultados de su investigación que confirmaba los daños del glifosato sobre la salud, debió enfrentar toda la crueldad del poder de la “ciencia” en complicidad con el poder económico. Han pasado más de 8 años de su muerte, y desde entonces muchas más investigaciones se han sumado. Sin embargo, nada parece alterar el rumbo que los gobiernos, de la mano de las corporaciones, han decidido. Porque en nuestro país, son claras las señales de profundización del modelo de agricultura industrial, un ejemplo es la reciente incorporación del ex  CEO de Singenta (una de las principales multinacionales del agro), Antonio Aracre, al gobierno de Alberto Fernandez, ni más ni menos que como Jefe de Asesores del Gabinete.

Desde el gobierno nacional destacan las inversiones en “ciencia”, pero ya sabemos que la “ciencia” no es neutral, y con demasiada frecuencia en Argentina está al servicio del capital. Por suerte, en nuestro país sigue habiendo numerosos grupos de investigadores que apuestan a generar conocimientos que resulten útiles para alcanzar mejores condiciones de vida de las mayorías, y para la construcción de un nuevo modelo de producción y de sociedad.

El trabajo de Lajmanovich y su equipo es una muestra de ello y aporta valiosa información, que confirma los daños enormes que genera el modelo de agricultura industrial en nuestro país. Hoy sumamos un nuevo vergonzoso récord argentino a la lista. Somos tristemente famosos también por: aprobar el primer trigo transgénico; y confirmar presencia de agrotóxicos en sangre de seres humanos y agua de red de muchos poblaciones, presencia de glifosato en el lecho del Paraná y en algodón de uso higiénico, y presencia de atrazina en leche de vaca.

La agricultura industrial daña, contamina y mata. Los territorios lo saben, la ciencia digna lo confirma. ¿Hasta cuándo el gobierno seguirá desoyendo estas voces? ¿Será que es necesario que el pueblo empiece a reclamar no solo un cambio del modelo, sino “juicio y castigo para los responsables materiales y políticos”?

imagen: original en el trabajo publicado