Chile. Los bosques artificiales de pino y eucalipto: un verdadero combustible altamente inflamables
13Feb23Mientras Chile arde, las empresas forestales no quieren cambiar las cosas, los exministros, empresarios y dinosaurios de la política están más preocupados de figurar como candidatos constitucionales y nadie quiere afrontar la cruda realidad de estar en un país donde todo, absolutamente todo, gira en torno al mercado y la farandulización de las tragedias, las que seguirán ocurriendo «si no se le pone el cascabel al gato».
Todos sabemos que la implementación del modelo económico chileno, impuesto por más de 40 años, iba acompañado de la explotación y deterioro de los recursos naturales y del medioambiente. Las forestales son una clara muestra de ello. Han generado un impacto ecológico negativo, donde los territorios son vistos como mercancía dejando de lado la famosa idea de «desarrollo sustentable», que por lo demás, no tiene nada de sustentable y que merecería un minucioso estudio desde una perspectiva social, cultural y ecológica.
Los incendios que afectan el país son de una magnitud apocalíptica y son el reflejo y el legado de un modo de producción mercantil, que pone en evidencia a las grandes empresas forestales, que ven en los bosques artificiales del sur de Chile mercancía y en segundo término ven maleza en los bosques nativos, los cuales para la gran empresa forestal, deben ser «desmalezados», provocando con ello el desgaste de los suelos al plantar en su lugar pino y eucalipto, responsables de secar las napas subterráneas.
Además, la actual situación pone de manifiesto la incapacidad de los gobiernos democráticos para revertir el modelo, permitiendo que se expandan los monocultivos de pinos y eucaliptus con muy pocas o débiles normas o mecanismos que los regulen. Una de las medidas necesarias a implementar en torno a esta materia sería derogar el decreto 701 que permite al Estado subsidiar a las grandes empresas forestales, que por lo demás, tienen un carácter internacional.
«Haciendo un poco de historia: » Ya en 1989, CODEFF (Comité Nacional pro Defensa de la Flora y Fauna) denunciaba la destrucción de 48.592 hectáreas de bosque nativo en las VII y VIII regiones para plantar posteriormente monocultivos de pino insigne y eucaliptos, destinados para exportar chips o astillas, negocio que pasó de US$ 31 millones en 1974 a US$ 1.786 millones en 1996. Algunos ecólogos y ambientalistas ya alertaban de las consecuencias ambientales negativas de esta actividad forestal como la deforestación del bosque nativo (en los años 90, los bosques nativos que abarcaban cerca de 30 millones de hectáreas, se redujeron a 15 millones de hectáreas)». (Red chilena restauración ecológica Noticias febrero 2017).
Pareciera que Chile está condenado a un modelo económico que en esta materia solo trae devastación para el medio ambiente y su biodiversidad, y donde finalmente hay que preguntarse en qué terminará esta nueva crisis de megaincendios. Reflexionar y responder preguntas sobre estas y otras cuestiones del modelo neoliberal chilensis es fundamental. El país puede y debe transformar su modo productivo en la idea de respetar los ecosistemas y la dignidad humana. Avanzar en esta dirección sería considerar urgentemente una racionalidad ecológica que deje de lado la mirada de mercancía de los bosques y agricultura del sur del chile, así como la variedad de sus recursos naturales.
«No es coincidencia que las zonas más afectadas por los incendios (entre Valparaíso a la región de Los Lagos), son las que han estado expuestas a una gran presión por cambio de uso y cobertura del suelo, donde se concentra el 98,7% de las plantaciones forestales de especies exóticas de todo el país. Lo que hace que se propaguen los incendios de forma descontrolada, es que las plantaciones están dispuestas de forma muy homogénea, densa y continua, con alta carga combustible y con escasos cortafuegos en el paisaje, además de un suelo bajo las plantaciones mucho más seco, lo que favorece aún más la propagación del fuego. Esta expansión forestal -industrial, también ha constituido una forma de invasión de territorios mapuche, conllevando a la reducción de sus tierras, e incluso la pérdida de estas». (Red chilena restauración ecológica Noticias febrero 2017).
Ante los hechos catastróficos que vive Chile como consecuencia de la explotación indiscriminada de sus territorios, deberíamos reflexionar sobre si es más importante el crecimiento económico, que proteger lo que queda de los hermosos bosques nativos y abundantes recursos naturales. Es inaceptable que un estilo ciego de desarrollo mercantil, sustentado sobre la base de un modo productivo capitalista, siga desmantelando la biodiversidad de los territorios al sur de Chile, sin que nadie se haga cargo de esta cruel realidad, comenzando por los medios masivos de comunicación, los cuales no profundizan en las causas del desastre, ya que al parecer hay muchos intereses de por medio, generando en la población una falsa sensación de preocupación por pueblos y plantaciones destruidas por el fuego, sin cuestionar las causas concretas del por qué ocurren éstos MegaIncendios.
Acá el problema es el sometimiento económico de pueblos y habitantes a un modelo de mercado que se expresa en los negocios de las grandes empresas forestales, que junto a inmensas plantaciones de monocultivos de eucaliptos y pinos e inescrupulosos sin conciencia ecológica, incendian el centro sur del país.
¿Se terminará en lo de siempre? ¿Chile ayuda a Chile, sin hacerse cargo del real problema e iniciando un plan de reconstrucción sobre el mismo polvorín, los monocultivos que rodean pueblos y pequeñas parcelas al sur de Chile?
Foto : Mundo Poder.