Educación :¿Intensificación o flexibilización? La consolidación de la política del pase pase
14Mar23Ante problemas acuciantes de convivencia, de comportamiento y de abandono, a la necesidad de tejer redes con instituciones barriales para el seguimiento de cada uno de lxs estudiantes con dificultades, la tarea pedagógica queda relegada a un segundo plano.
Un año más arranca y la primera Jornada Pedagógica Institucional dejó mucha tela para cortar. El eje de la propuesta para el ciclo lectivo 2023 que bajó la DGCyE plantea la continuidad de la política del “Pase-pase” que venimos denunciando desde Comuna Docente y puso a lxs docentes en alerta ante la estrategia del gobierno de flexibilizar aún más nuestro trabajo en las escuelas.
En esta nota, vamos a posar la mirada en dos ejes centrales que se corresponden mutuamente: la intensificación durante la cursada y los recursos que propone para que se lleve a cabo. Y vamos a adelantar una conclusión: a la flexibilización del régimen de aprobación que venimos señalando, se le suma la consolidación de la flexibilización y sobrecarga de nuestra tarea docente.
Vayamos al texto. El documento plantea que “La intensificación es parte constitutiva e inherente al proceso de enseñanza. No puede ser concebida como un fenómeno aislado. Intensificar es enseñar. Es por ello que se propone que en cada cuatrimestre las y los estudiantes puedan tener diversas propuestas en el marco del desarrollo de los contenidos de la propia materia para lograr aprender aquello que no ha sido posible.” A la cuatrimestralización del año, desde el año pasado se le suman dos instancias de avances pedagógicos a mitad de cuatrimestre. En esos avances, debería estar contemplada una estrategia de intensificación de los contenidos no adquiridos al momento, al mismo tiempo que tenemos que seguir adelante con el programa. La pregunta que nos hacemos es ¿cómo seguimos con nuestro programa, al mismo tiempo que, en el mismo espacio físico del aula, intensificamos los contenidos no apropiados? La respuesta: flexibilizando nuestra tarea. Y una pregunta más se desprende de la anterior ¿es posible garantizar la “calidad educativa” cuando se incrementa nuestro trabajo? No por repetido deja de ser importante resaltarlo: transitamos no menos de 3 escuelas, trabajamos con cientos de estudiantes de diferentes comunidades con diferentes problemáticas todos los años y ahora se suma la tarea de dividir los cursos entre intensificados y no intensificados. Y todo sin recursos materiales, con sueldos que nos obligan a tomar cada vez más horas, pauperizando nuestra calidad de vida, amén del problema concreto del aula.
Sujetos abstractos, problemas concretos. La política del dibujo no es un arte.
La lectura del documento contempla una serie de actores que deben accionar para garantizar la intensificación, suponiendo un escenario ideal, en donde cada uno de esos actores cumple una tarea determinada y centrada en esa tarea. Ante esa mirada ideal, se opone como resistencia la propia realidad. Se habla de las tareas del Equipo Directivo (ED), de lxs Profesorxs, del EOE, de lxs preceptorxs y de lxs Jefxs de departamento. Cuando lo leemos, las tareas indicadas son las correctas. Cuando vamos a la escuela, sabemos que son de muy difícil realización.
Para empezar, los Equipos Directivos hace mucho tiempo que no están dedicados a la tarea pedagógica. Las tareas administrativas; las convocatorias de los inspectores con bajadas de línea en el sentido de evitar la repitencia como sea; las excursiones infructuosas al Consejo Escolar para que arreglen los problemas básicos de infraestructura, sumado a lxs problemas cotidianos de la escuela (convivencia, reuniones con las familias, recibimiento y entrega de módulos alimentarios, y una larga lista de etcéteras) hacen casi imposible que el ED pueda hacer un seguimiento de la intensificación. Por otro lado, se habla de Jefes de Departamentos, una figura que no existe en casi ninguna escuela. En todo caso, gracias a la voluntad de lxs docentes, logramos constituir grupos por área para coordinar actividades, pero no hay un cargo pago, con horas dedicadas exclusivamente a la planificación de la tarea.
Reconocemos que es un importante avance la designación de EOEs en cada escuela secundaria. Pero son tres docentes para una matrícula que supera ampliamente las capacidades materiales de abordaje de las problemáticas que surgen diariamente. La escuela es una caja de resonancia de los problemas que atraviesan las familias, cada vez más apretadas por la crisis económica y la descomposición del tejido social. Ante problemas acuciantes de convivencia, de comportamiento y de abandono, a la necesidad de tejer redes con instituciones barriales para el seguimiento de cada uno de lxs estudiantes con dificultades, la tarea pedagógica queda relegada a un segundo plano.
Sobre la tarea del profesxr ya nos explayamos más arriba. Queda la de lxs preceptorxs que, además de ser el nexo más importante entre las familias y la escuela, porque son lxs que más conocen a cada unx de lxs estudiantxs, están cada vez más abocados a tareas administrativas. La última que les asignaron es pasar a nota numérica las evaluaciones del RITE. Es decir, se propuso una evaluación cualitativa pero que, a la hora de conformar los analíticos, no sirve porque se les pide nota numérica. Una secretaria nos confesó “tuvimos que dibujar las notas de lxs pibxs que cursaron en pandemia”.
Entonces, vemos que la propuesta de intensificación se dispone a partir de una evaluación en abstracto, con mirada de sujetxs ideales en contextos de trabajo ideales. Esta mirada no es inocente. Reconocer los problemas que venimos planteando deriva en la necesidad de replantear el financiamiento educativo y volcar más recursos para generar nuevos cargos y condiciones edilicias dignas.
La palabra de lxs compañerxs: “No es proceso de intensificación, es proceso de identificación”
En las diferentes jornadas que se dieron por nivel, saltó un problema que está a la vista de todxs y que no lo ven quienes no lo quieren ver. Estamos formando estudiantes cada vez menos preparados, con menos exigencia y menos formación académica. El “Proceso de intensificación” es una figura retórica que oculta una política que se metió por la ventana con la pandemia y que intentan consolidar en los últimos dos años. Con el discurso de una inclusión que nosotrxs denunciamos como falsa y con el único objetivo de la permanencia y egreso, sin reparar en cómo se da ese egreso, con qué capital simbólico terminan lxs jóvenes su paso por la secundaria, la política del “pase-pase” se volvió regla. Y todo esto a pesar del trabajo docente. A continuación, algunas frases que se escucharon en las jornadas de parte de lxs compañerxs:
Ante la flexibilización de las instancias de evaluación que significó la quita de mesas regulares de diciembre y marzo, lxs compañerxs plantearon. “Si venir es lo mismo que no venir; si estudiar es lo mismo que no estudiar. Si el que no estudia igual pasa de año ¿qué mensaje estamos dando?” “A la intensificación vienen chicxs que no conocí en todo el año y que se presentan y quieren aprobar con un trabajito práctico”. “Más que intensificación, lo que hacemos es identificación porque no los conozco.”
El otro problema que se planteó es cómo lxs propios estudiantes se apropian de estas instancias. Una compañera planteó “para mí son inteligentes, toman el recurso que les da el Estado y lo aprovechan. Hay estudiantes que no vienen durante el año y saben que en diciembre o febrero aprueban. Lxs estamos estafando y a nadie le importa”.
Otra de las cuestiones que aparecieron es el problema de los contenidos. Una cosa es querer saber, la curiosidad de nuestrxs estudiantes de conocer el mundo que lxs rodea. Otra cosa es la tarea de aprender, que implica un esfuerzo en el acercamiento crítico a ese mundo, lo que podemos definir como la opacidad del contenido que se nos aparece como resistencia. Es esa tarea de aprender, de superar la resistencia en la apropiación, la que cada vez más les cuesta a lxs estudiantes. Y este problema es multicausal, social, económico y cultural. No es que en la escuela no se trabaja en la enseñanza y el aprendizaje. No es que no se despliegan estrategias. Hay un problema contextual, vinculado a la lógica de la satisfacción inmediata de lxs deseos ligada en gran medida a lo que Van Dijk llama “socialidad on-line” que nos atraviesa a todxs. La escuela no es Tik-tok o Instagram. La escuela lucha contra esa lógica, pero la política del “Pase-pase” atenta contra esa posibilidad.
Por último y para sumar una dimensión más al problema, en la Jornadas Institucionales del Nivel Superior también apareció en la voz de lxs docentes el problema de lxs estudiantes que llegan a los Institutos de Formación Docente y Técnica. No hay comprensión de texto, les cuesta escribir, les cuesta leer y fundamentalmente, les cuesta enfrentarse a los procesos evaluativos. La política del “Pase-pase” no es un favor, es una estafa. Como dijo Kiara, egresada de una escuela de Villa Insuperable en la carta que publicamos,
“No puedo negar que da miedo no sentirse preparado, no sentirse capaz de llevar a cabo los exámenes y cursos que propone dicha universidad. En cuanto comienzan los parciales se nota que hay contenidos que se suponen que tuvieron que haberse visto en secundaria, o, mejor dicho, tuvieron que haberse evaluado de forma estricta para comenzar a promover el esfuerzo y deseo del alumno en poder estudiar y así aprobar una evaluación que le da la oportunidad para mejorar su materia. Claro que no pienso, ni insinúo, que esto es responsabilidad de los profesores, hay un mandato desde el estado (desde hace años, no va por el gobierno de turno) donde se brindan muchas oportunidades que ya no dan a lugar a que uno se preocupe por poder aprobar una materia, porque sabemos que tendremos muchas oportunidades más.”
Es nuestro deber como docentes resistir a la política, para la cual no hay grieta, de demagogia educativa que pauperiza la formación de nuestrxs jóvenes.