Fútbol, fiesta y negocio

Fútbol, fiesta y negocio

25Mar23 0 Por Matías Gianfelice

Messi y la Scaloneta tuvieron su merecido festejo por la tercera copa del mundo. Tapia y sus amigos tuvieron sus inmerecidos negocios.

Pujato es un pueblo de Santa Fé que tiene alrededor de 4 mil habitantes. En un país de casi 50 millones de personas, es un poblado extremadamente chico. Queda cerca de Rosario, una mega ciudad de más de 1 millón de personas. En esas geografías cercanas nacieron en los 70 y 80 dos Lioneles, Scaloni y Messi. Ambos sellaron en este último tiempo el arraigo popular que este nombre llevará en la memoria colectiva.

Estos dos santafesinos son quienes comandan a la selección, quienes le dieron su forma e impronta a un grupo de jugadores y a un cuerpo técnico que rompieron en Brasil la sequía de títulos (28 años) oficiales de la selección mayor y que en Qatar lograron la tercera copa del mundo después de 36 años. Quizás sean ellos hoy dos de los mejores ejemplos que nuestro pueblo tenga a mano sobre como ganar sin trampear y respetando ciertas formas y valores. La comunión de la Scaloneta con el pueblo se vio reflejada el 20 de diciembre del 2022, cuando 5 millones de personas desbordaron la llegada de los campeones del mundo y nos dieron la movilización popular más grande de Argentina y la más numerosa en la historia del deporte. Una nueva confluencia entre ese grupo humano y la multitud que empieza a adorarlos con ribetes místicos, se dio este jueves 23 de marzo en el Monumental y sus alrededores. Casi 80 mil almas, con una “cola virtual” para las entradas que superó el millón de personas. Un delirio masivo y popular que empieza a generar un fenómeno a tener en cuenta. Los jugadores y el cuerpo técnico volvieron a estar a la altura: fuera de la cancha mantuvieron la humildad y cotidianeidad que se les elogia. Siendo quizás uno de los puntos más altos el propio DT; cuando Scaloni declara y habla de fútbol, de su rol y de todo lo que rodea a este deporte echa por tierra varios de los mitos que el negocio y su mercado intentan instalar: por un lado el fútbol como “ciencia cuántica” cada vez más compleja y difícil de entender para los simples mortales, el fútbol “solo para vivos y ventajeros” que buscan “pisar al rival” o trampearlo antes que simplemente derrotarlo. Scaloni es un DT centrado y de ideas simples pero muy trabajadas, un obsesivo que se ubica con humildad ante la técnica y genialidad de muchos de sus jugadores. No usa palabras raras ni estridentes, pero no subestima ningún detalle de trabajo. El otro Lio, el 10 de Rosario que hizo cosas imposibles y ganó todo hasta el cansancio, es el capitán de la voz baja. Un ídolo que ha hecho de su genialidad un arte, pero que supo a lo largo de su carrera buscar la metamorfosis que lo vaya guiando para ser el mejor en cada cancha que pisa. Le sumó liderazgo a su rol externo y visión estratégica a su juego. Detrás de ambos Lioneles se encolumnaron todos los demás para ganar una copa tan deseada como esquiva.

Este jueves 23 tuvieron la fiesta que se merecían. El partido y la presencia de este Panamá “b” dejan poco y nada para profundizar. Se vio en vivo y en directo que este Messi gardeliano le paga a los tiros libres cada día mejor, que hay un plantel y un equipo en serio, que Paredes entra y hace jugar al resto, que Di María es casi tan marciano como el marciano capitán…todas cosas que ya sabíamos y que el entrenamiento con público ante una selección semi inventada (la totalmente inventada es la que nos espera en Santiago del Estero en unos días) solamente puso ante los ojos de 80 mil hinchas locales.

Los negocios son amores

Semejante fiesta popular tuvo su correlato de mercado. El capitalismo es esencialmente eso: todo lo humano debe hacerse negocio. Todo lo existente es motivo de generar ganancias y estas deben ser acumuladas por los poderosos, o los amigos del poder. En este caso hay un “emperador” y este tiene sus socios para cada evento que le permita morder una buena parte de ese fervor popular dolarizado. El inefable Chiqui Tapia (presidente y rey de la AFA) hizo lo que quiso con las entradas del partido. Sumó a un amigo, el productor teatral Javier Faroni, quien a su vez es amigo del super inflacionario ministro Sergio Massa. Resuelta la mesa chica del Chiqui, en un estadio para 83 mil personas se vendieron apenas unas 35 mil entradas y el resto fue a parar a discreción para la reventa de amigos, conocidos y allegados al calorcito que irradia el poder. Como frutilla del postre, el segundo partido no va a Córdoba, Rosario, Mar del Plata, Mendoza o Tucumán, que por estadios y multitudes, serían las plazas futboleras más adecuadas por fuera del AMBA; sino que se lo llevan a Santiago del Estero, donde el tandem Zamora-Toviggino, hace sus negocios de la mano de Tapia, Angelici, Massa y demás aliados. Que el rival sea otro paraíso fiscal como Curazao, es apenas un lindo gesto poético de estos “buenos muchachos”.

La fiesta poco amarronada

Como cierre y como dato obvio de este capitalismo que se expone y festeja entre algunos mientras las mayorías la miran desde afuera; los miles de paneos a las tribunas del gerenciado “Más Monumental” daban muestras de una tonalidad constante y dominante: la blanquitud de tribunas que dejaron al morochaje afuera. La fiesta tuvo poco público de barriadas, poca gente obrera y precarizada, que con precios entre 12 mil y 50 mil pesos, se quedaron, una vez más con la ñata contra el vidrio.