A 20 cuadras de la pena de muerte

A 20 cuadras de la pena de muerte

24May23 4 Por Matías Gianfelice

El domingo un policía de civil fusiló por la espalda a Andrés Carbonel de 28 años, luego de que el joven intentara robarle la moto. Todo quedó grabado, el intento de robo y el fusilamiento por la espalda.

Lugones y Payro, a pocas cuadras de una esquina del cementerio de La Reja; ese mismo donde existen carteles de Derechos Humanos, debido al entierro de “NN” en la última dictadura. A 20 cuadras vive quien escribe esta nota.

El barrio de La Reja, partido de Moreno, donde ocurrieron los hechos es una zona obrera, de calles de tierra, pésima luz, ausencia bastante notoria de servicios y una materialidad que avisa que los casi 50 años de neoliberalismo dejaron una marca difícil de sortear. Por suerte para muchxs laburantes de la zona, el municipio decidió poner varias “paradas seguras” de colectivos: esto es nueva cartelería, techo, luces y cámaras de seguridad. La mínima e ineficiente presencia que el poder estatal puede tener en un barrio de tierra del fondo de Moreno.

Toda la zona, como la mayoría del conurbano bonaerense (y de las periferias urbanas de todo el país), está saturado de presencias agobiantes: hay pobreza, hay falta de cloacas y red de agua potable, hay barro, hay changa precarizada, hay asalariadxs pobres, hay paternidades borrachas, violentas y ausentes, hay maternidades adolescentes no deseadas, hay pedazos de escuelas rotas y salitas sin vacunas ni pediatras. Hay tanto roto que te cortas a cada respiro.

La noche del domingo había dos varones menores de 30 años arriba de una motito. Estaban de gira delictiva, robando en una zona donde la enorme mayoría es igual o más pobres que ellos. Interceptaron una pareja viajando en otra moto. Lxs amenazaron con algo que hasta ahora no se sabe pero podría haber sido un arma, o dos fierros doblados que simulaban serlo. El robo quedó grabado por el “gran hermano” estatal que todo lo ve pero nada soluciona. Parecía ser un asalto exitoso. El varón que manejaba la moto a punto de ser robada, frenó ante la amenaza, esperó que su pareja bajara y se alejara. Apagó la moto y le dio las llaves a Andrés Carbonel. Cuando este se subió y puso sus dos manos en el manubrio, el joven asaltado (quien había dado dos pasos alejándose) sacó un arma, ya que es policía de la bonaerense, y mientras Carbonel huía lo remató de 4 tiros al cuerpo, acabando con su vida.

Carbonel ya es un fusilado por la espalda, por un miembro de la policía, por una persona que se supone entrenada física, psíquica y técnicamente para manipular armas de fuego y situaciones de extrema tensión y angustia. Se supone que ese entrenamiento es para ser extremadamente profesionales y reducir al mínimo el daño físico sobre todas las personas involucradas en los acontecimientos. Por si alguien no sabía, el hombre de 28 años que estaba robando y que no efectuó ningún disparo (ni siquiera efectuó un golpe de puño) también califica como ser humano. O por lo menos hasta ahora.