Ladrando bajo la lluvia

Ladrando bajo la lluvia

27May23 0 Por Alfredo Grande

Cuando falta autocrítica, siempre sobra el reproche (aforismo  implicado)

El miércoles pasado, en el programa “periodismo en movimiento” que produce el portal tramas.ar  tuve una columna que titulé:  “Los perros de Cristina”. Antes que sea tarde, aclaré y aclaro, sin que oscurezca, que esa expresión se la escuché al talentoso actor Daddy Brieva, otrora integrante del reconocido trio Los Midachi. Palabras mas, palabras menos el dijo: “somos los perros de cristina.  El tema es que no nos dice  cache ni hágase el muerto.”  Como canta Sabina, callo mas de lo que digo pero digo la verdad. Lo que me llevó a una reflexión que desde ya no merece ser compartida, pero al menos merece ser escuchada.

  1. La relación del perro con su dueño es absolutamente jerárquica.  Es el mejor amigo del hombre, como se decía antes, porque tiene un sometimiento absoluto.  Es fiel por necesidad y de acuerdo a su entrenamiento puede destrozar a dentelladas a un manifestante sin   plantearse el derecho de huelga. Es el sicario perfecto.
  2. Hacer esta comparación con la líder del movimiento de masas mas importante de la argentina, me pareció un reduccionismo. El policlasismo del movimiento siempre tuvo fugas por derecha y por izquierda de la voz del Jefe/Jefa. Obviamente, no fueron gratis y en algunos casos, demasiado caras. Pero que la hubo, las hubo. Ningún perro le cuestiona la alimentación al amo/ama. Y si lo hace es porque el dueño o dueña son culposos o populistas o ambas cosas.
  3. La profecía del peronismo fue la creación de un nuevo sujeto político. El descamisado, los cabecitas, la peonada, empezó a mirar a los ojos, de igual a igual (al menos ilusoriamente) a sus patrones. El techo de  esa profecía fue el concepto, también ilusorio, de la comunidad organizada. Una negación absoluta de la lucha de clases que para el peronismo es fundante. Capital y trabajo en armónica relación materializada por el mítico fifty fifty. Perro y patrón, un solo corazón.
  4. El anticomunismo visceral del peronismo quedó evidenciado tempranamente. Según Felipe Pigna “en lo político, el pensamiento de Perón era producto de múltiples influencias que iban del nacionalismo católico, el falangismo español y el fascismo hasta el socialismo. En sus discursos de 1944 Perón planteaba la necesidad de integrar al obrero al sistema como un consumidor y, de esa manera, alejarlo de la influencia revolucionaria”  A pesar de los esfuerzos de  John William Cooke, que fuera delegado de  Perón y aun de la propia Evita, cuando sentenció que el peronismo será revolucionario o no será, las izquierdas marxistas  y el peronismo no volvieron a cruzarse. Las que si se cruzaron fueron la izquierda peronista que luchaba por la Patria Socialista, y la derecha peronista que defendía la Patria Peronista.  Con personajes nefastos como Villar, Almirón, y el “brujo” Lopez Rega.  La masacre de Ezeiza y la organización de una fuerza para militar autotitulada Alianza Anticomunista Argentina, asfaltaron el camino a la dictadura militar, empresarial, eclesiástica. En esos tiempos eran perros cazadores que ladraban, mordían y asesinaban.
  5. El peronismo devino primero en menemismo, que es hijo guacho sin madre ni padre reconocido. La expresión máxima de la orfandad artificial es la afirmación de que Menem no era peronista. Sin embargo, Néstor Kirchner siendo gobernador de Santa Cruz dijo a vivo micrófono que era el mejor presidente que habíamos tenido. Luego el kirchnerismo con el Frente para la Victoria sepultó al pejotismo aliado al pejotista Duhalde, sepultado por la masacre de puente a Avellaneda. Luego el cristinismo sepultó al kirchnerismo mas allá de las clásicas invocaciones rituales. Y luego de la década ganada, la definición por penales que algunos llaman balotaje, consagró al ángel exterminador.
  6. La situación actual es curiosa. La Jefa mantiene poder intacto. Sus equivocaciones políticas o sus actos fallidos electorales permitieron el triunfo de la derecha y luego de otra derecha, pero ahora supuestamente integrada. La del Frente de Todos. Alianza con la derecha para que no ganara la derecha. En la actualidad, nadie del palo le pasa facturas, o la menos un recibito trucho, por tamaño dislate. Votar no porque sea bueno, sino porque es menos malo, ha llegado al grotesco mágico de que Massa, haga masa y pueda ser el candidato del oficialismo, aunque nadie sepa que significa oficialismo hoy. A falta de autocrítica, bueno son reproches. De eso, Cristina tiene amplia expertisse. Queda claro que renuncia a la lucha, al menos a la lucha electoral. Pero nunca a los honores. Aunque no gobierna, sabe que reina, al menos en su patio delantero.
  7. Sin embargo, esa idealización me conmueve. Mi racionalidad sabida dice que es nefasta.  Cercana a lo que denomino el “alucinatorio político social”. Pero en mi racionalidad sentida algo vibra cuando veo, siento, a decenas de miles conmovidos, conmovidas por algo muy parecido, casi igual, a la fe. “Creo porque es absurdo”, atribuido a San Agustín. Uno de mis aforismos dice: “la fe es otro de los nombres del deseo”. Eso es lo que me conmueve.  Que el pueblo, al menos una parte importante, siga pudiendo desear. Acepto que es importante analizar lo que se desea. Pero en esta época de lo bizarro, lo banal, lo efímero, lo liquido, lo indiferente, que los deseos sean palanca no me parece poco.  Y la diferencia entre poco y nada es mucho. Mis deseos no van para el lado de cristina presidenta. Pero eso no importa.  Habrá que construir objetos de deseo que no sean oscuros, pero es importante no extinguir la capacidad de desear.
  8. Los perros que ladran a veces muerden.  Espero que lo hagan con los enemigos.  En las izquierdas del sectarismo, iluminismo, mesianismo mucho sabemos. Pero esa piedra no la arrojará nadie porque la cultura represora también anida en las organizaciones que la combaten. No podemos tender puentes entre victimas y victimarios, entre torturados y torturadores, entre asesinos y asesinados. Pero podemos, y debemos, tender puentes entre combatientes revolucionarios.  Aunque eso  implique  ladrar bajo la lluvia.

Mirá que me hiciste pensar   Daddy Brieva.