Colombia: multitud y política de alcantarilla

Colombia: multitud y política de alcantarilla

27Jun23 0 Por Carlos Munevar

Son muchos, hay católicos ortodoxos, cristianos neopentecostales, reservistas, neonazis, sectores provida, conservadores ortodoxos, colombianos pro-fuerzas militares, anticomunistas, fascistas, uribistas, analfabetos, jóvenes libertarios y procapitalistas, gente clase alta, media y baja. Los une el miedo y el odio injustificado a Petro. 

Hace algunos años durante el gobierno de Juan Manuel Santos le dijeron no a la paz, luego un tiempo después votaron en contra de la consulta anticorrupción, en el 2018 eligieron presidente a un desconocido cuyo único merito era llevarle el maletín a Uribe en las sesiones del Senado, el periodista afecto al régimen Darío Arizmendi lo describía en su editorial del día 13 de marzo del 2018, en el programa ‘6 AM Hoy por Hoy’ de Caracol Radio, en sus propias palabras se le llenaba la boca diciendo: “en Colombia ha nacido una nueva estrella en el firmamento político, se llama Iván Duque… ” para luego llenarlo de halagos y en un gesto de fina “lagartería”[i] profetizar el fin de todos los males históricos de la nación.

Malas noticias, ningún augurio del arrodillado periodista se cumplió, por el contrario fueron cuatro largos años de pandemia, represión desmedida, empobrecimiento, gasto estatal desbordado, sobre todo en lujos, viajes, armas para reprimir al pueblo y marketing en los grandes  medios para tapar las “cagadas”[ii] del siempre novato y apenado Ivan,  se quiso vender una imagen falsa de gran estadista, hombre de talante cosmopolita, que entonaba la guitarra con gran destreza compitiendo incluso en talento con Carlos Vives, cuenta chistes consumado de gracia inimaginable y futbolista diestro que avergonzaría al Bernabeu con sus piruetas.  En fin, todo un gentleman que en compañía de 7 enanitos desarrollaría la economía naranja llevando a Colombia a la elite del entretenimiento y para ello el daría ejemplo por más de un año con su programa “Prevención y acción” para darle consuelo y alegría a las familias colombianas en medio de la tragedia durante la pandemia de Covid 19.

Pero ninguna de sus payasadas fue suficiente, Colombia estalló, millones salieron a las calles cansados de su mal gobierno, “mamados” en términos coloquiales colombianos de su pésima gestión y del uribismo como proyecto de nación, incluso su partido político, el Centro Democrático y el propio Uribe tomaron distancia habiendo sido ellos mismos quienes lo llevaron al poder.

Luego, en las elecciones presidenciales del 2022, ese sector en donde se confabulan los intereses de mafiosos, narcotraficantes, terratenientes, grandes empresarios y banqueros quisieron venderle al país la idea de cambio, es decir mas de lo mismo pero con otros nombres no tan “uribizados”, tal es el ejemplo de Sergio Fajardo, quien supuestamente abanderaba los intereses del centro, en otras palabras, en candidato anti polarización, toda una falacia en un país en donde se necesita tomar posición frente al baño de sangre, cuando en Colombia se habla de paramilitarismo el centro mira para otro lado; otro personaje es el sonado “Fico” alias Federico Gutiérrez, autodenominado en ese tiempo “el candidato de la gente” un tipo con caminos no tan claros, que posaba de “bacán”, paisa cercano a Uribe y a todo lo que eso implica.

El otro gran  comodín de estos sectores era el outsider, Rodolfo Hernández, hombre entrado en años, exalcalde de Bucaramanga, controversial por sus declaraciones misóginas, patriarcales, casi sicariales, que con un equipo de marketing político se aprovechó de la banalidad  de gran parte del pueblo colombiano para volverse influencer en Tik tok y proyectarse como el candidato “anticorrupción”, su estrategia funcionó, así fue como la derecha en pleno y los medios de comunicación, propiedad de los grandes monopolios lo abrazaron, ¡había circo para rato!, este individuo no tenía filtro alguno, una letrina incontenible de sandeces se abrió cual caja de pandora  y muchos vieron como segura la derrota de Gustavo Petro a manos de un Frankenstein político, pegado con babas, sangre y demagogia barata.

Pero por una vez en la historia de Colombia, se le dijo sí al cambio, solo 700 mil votos separaron a la locura de la sensatez, e incluso si se me permite la aclaración, hoy en día el excandidato anticorrupción está inhabilitado por corrupción durante 14 años, así se “dio a luz” en el país el primer gobierno de izquierda y como era de esperarse, el parto ha sido doloroso en extremo.

Desde antes de posesionarse el gobierno, Petro tuvo que asumir una despiadada estrategia de Lawfare abanderada por el fiscal Barbosa y la procuradora Margarita Cabello, agentes de la extrema derecha heredados por la administración Duque y de guerra mediática enmarcadas en la teoría de las guerras de cuarta generación. El aparato ideológico – comunicacional –  mediático asumió la punta de lanza de avanzada, Los Gilinski, Sarmiento Angulo, Ardila Lule y el Grupo Santo Domingo, los cuatro grupos empresariales más poderosos de Colombia, aliados históricos de la derecha y de la rancia oligarquía nacional, son los dueños de casi la totalidad de los grandes medios colombianos y desde allí han desarrollado una execrable campaña de fusilamiento mediático contra Gustavo Petro, amparados en la “libertad de prensa”, que les permite decir de todo y acusar de cualquier cosa a la figura presidencial sin estar obligados a mostrar ninguna  prueba y sin mostrar rubor alguno, su trabajo es 24/7 y se ha convertido en una novela demencial, casi psicótica, de matoneo que ellos mismos miden con sus encuestas de opinión y cuyos resultados celebran sin descaro alguno al anunciar la baja popularidad del gobierno.

Otro frente de batalla en contra del gobierno es el escenario de los “reservistas” de la fuerzas armadas,  que envalentonados por el apoyo del excomandante del ejército, el General Zapateiro y de otros con oscuros nexos con el paramilitarismo y  toda serie de bandas criminales, se han indignado por el trato que supuestamente Petro les ha dado al querer cambiar la lógica del enemigo interno en el cual tenían vía libre para abusar de la población civil e incluso cobrar “beneficios” por el número de bajas, léase falsos positivos.

Se agrega a esta escandalosa estrategia de golpe “blando” el activismo de una lista larga de personalidades grotescas y deslenguadas como María Fernanda Cabal, Miguel Polo Polo, Jota Pe Hernández y algunos que mutaron del partido verde a posiciones de derecha,  que tienen como altoparlante a la revista Semana de los Gilinski y como promotora de imagen a la periodista Vicky Dávila cercana al clan de los Gnecco, dinastía costeña que según las versiones del jefe paramilitar Mancuso patrocinó a estos grupos durante décadas.

Pero aún no acaba este pandemónium, expresidentes como Andrés Pastrana del partido conservador, relacionado con el escándalo de Jeffrey Epstein y su isla de la pedofilia; Cesar Gaviria líder del partido liberal, los mismos Ivan Duque y Álvaro Uribe, y otros políticos de la vieja oligarquía han hecho causa común contra el gobierno de Petro.  Su objetivo es no dejarlo gobernar, desacreditarlo utilizando todos los recursos posibles, sabotear la gestión legislativa utilizando congresistas infiltrados o incluso del pacto histórico que votan temas aún en contra del plan de gobierno. La reforma tributaria propuesta fue aprobada, la reformas de la salud y pensional tienen serios contratiempos, la reforma laboral se cayó por falta de quorum.

Los medios y la derecha continúan con su estrategia apocalíptica utilizada históricamente para manipular a su multitud de fanáticos: “el país se va a acabar si pasan estas reformas, se va a perder todo, Petro va a destruir al país, se van a acabar las libertades” dicen,  mientras ellos tienen todas las libertades para convocar marchas respaldadas abiertamente por los grandes medios en donde se arengan frases racistas, aporofóbicas, se mezclan mentiras con fake news propagadas como gasolina para encender el odio y ambientar la violencia, se amenaza de muerte al presidente, mientras la misma  turba uribista de ciudadanos alienados que le dijo no a la paz, que rechazó la consulta anticorrupción, que votó por “el que dijo Uribe” que llevó a segunda vuelta al corrupto “Hernández”,  exalta hoy las bondades de las EPS (Empresas prestadoras de salud) monopolios que durante más de décadas han condenado a los usuarios colombianos a la enfermedad, la desatención y la muerte, olvidando que hasta hace poco todos se quejaban del sistema de salud ;  también enaltecen las condiciones laborales actuales, ese sector social argumenta sin ninguna lógica que Petro acabará con las empresas ¿cuáles?, generará mas desempleo (se les olvidan las cifras aberrantes), y pobreza durante los últimos 30 años el uribismo y la derecha colombiana ha desmontado el aparato productivo del país, hasta el punto de convertirlo por un lado en una economía extractivista al servicio de las multinacionales y por otro en economía informal o del “rebusque” en donde el desempleo se disfraza en la venta de andén o de semáforo.

Siendo así, lo que le espera a Colombia en el segundo semestre es movilización social, las reformas que no pasen en el legislativo tendrán que ser presionadas en las calles por los 11 millones de electores de Petro, de no ser así el gobierno seguirá afrontando solo la brutal embestida de la extrema derecha y sus aliados que no ahorran esfuerzos en colocarle todo tipo de peyorativos a Petro y que como en otros países de Latinoamérica deben estar a la espera del momento propicio para destituir a Petro, e instaurar nuevamente un gobierno que aplace la segunda independencia del pueblo colombiano.

Carlos Alberto Munévar (corresponsal de tramas en Bogotá)


[i] Lagartería: americanismo. Actividad o condición del lagarto, individuo oportunista que frecuenta instituciones y personas con poder, buscando obtener para sí prebendas o privilegios.

[ii] Cagada: colombianismo, error grande, equivocación superlativa.