Argentina pre-electoral. ¿Hacia un auge sin distribución?
30Jun23Ungido candidato presidencial “de unidad”, el ministro de Economía Sergio Massa comienza a proyectar una estrategia económico-política que le permita llegar a diciembre con la economía bajo control y no hacer sapo en la elección. Mientras tanto la vicepresidenta busca marcar la cancha y ordenar la tropa para que su base electoral se disponga a apoyar masivamente a “la derecha” en el seno de su gobierno.
Hay que juntar todos los dólares que sea posible para pagarle al Fondo Monetario Internacional (FMI), y así sacárnoslo de encima. Palabras más, palabras menos, el ministro/candidato Massa delineó el programa de un posible (aunque todavía improbable) gobierno bajo su mando.
El saqueo de los depósitos de hidrocarburos en Vaca Muerta y los yacimientos de litio, la voladura de montañas para obtener oro y cobre, y la sojización al mango de una pampa cada vez más extensa, son y serán los ejes del proyecto de las clases (aun) dominantes. Para ello, la estrategia hegemónica es destinar la mayor cantidad de recursos disponibles a garantizar las condiciones de infraestructura, jurídicas y sociales que lo hagan posible; todo lo demás puede esperar.
En una suerte de anticipación de una futura bonanza, el capital financiero mostró su alegría con la designación del candidato y su estrategia. Las acciones de las principales empresas del país y los títulos de la deuda aceleraron una carrera ascendente que habían comenzado meses antes. El posible triunfo de un cambiemita (sea Bullrich o Larreta) o la alternativa del ministro-candidato Massa se coaligan para decorar la fiesta del gran capital, a la que el pueblo en su conjunto no estará invitado.
En ese camino, el ministro acaba de anunciar la renegociación del acuerdo con el Fondo. A poco más de un año de su firma y habiendo cumplido por demás el ajuste fiscal prometido, la falta de dólares lo hace inviable. Las reservas internacionales continuan un descenso por goteo, a pesar del creciente número de restricciones impuestas. En este mismo instante, mientras se renegocia el documento firmado por Guzmán con el FMI (y revalidado por la mayoría del Congreso Nacional), el gobierno argentino paga 2700 millones de dólares de la deuda espuria con el organismo, pero lo hace en la moneda emitida por el propio Fondo (derechos especiales de giro, DEG) y con yuanes provenientes de nuestra deuda (creciente) con el gobierno chino. Lo que se presenta como una salida “original”, no es más que la demostración de que la situación de las reservas internacionales es límite. En cualquier caso, original sería no pagar pero eso estaría fuera de discusión.
El Ministro anuncia un nuevo acuerdo a través del cual el FMI adelantará dinero fresco pero consolidará el sendero del ajuste hacia el próximo gobierno. El Fondo sabe que no le conviene empujar a la Argentina a una nueva cesación de pagos cuando el país cumple con los principales requisitos del acuerdo original (ajuste fiscal sin tregua) y es uno de sus principales deudores: casi 1 de cada 3 dólares prestados por el FMI los recibió el estado argentino. Se sabe que cuando un deudor es muy grande, el repago de esa deuda se convierte en un gran problema para el prestamista.
Queda esperar para tener el detalle de los próximos pasos, aunque lo que es seguro es que el ministro de Economía actúa como si fuera ya Presidente y busca construir ese puente de plata que lo lleve a destino el 10 de diciembre. Todavía tiene mucho por caminar, por cierto, pero ya especula con aprovechar el posible boom económico pos-electoral.
Es cierto que la economía argentina se ha desecelerado fuertemente en los últimos meses. Sin embargo, es posible que algunos de los factores que traban el creciemiento se vean despejados. El 9 de Julio de 2023 el gasoducto N. Kirchner comenzará a acelerar la explotación del yacimiento hidrocarburífero más grande de las historia argentina, cambiando la ecuación del comercio energético. Simultáneamente, comienza el desarrollo de nuevos yacimientos como Palermo Aike en Santa Cruz (tanto o más masivos que el neuquino). A su vez, si el fin de la sequía es un hecho, y El Niño trae una temporada de lluvias, la pampa sojera volverá a colaborar con el proceso de expansión capitalista en el país. El 2023 puede ser un año de bonanza, que inicie un nuevo ciclo histórico de crecimiento.
La paradoja del potencial nuevo ciclo de auge es que nada garantiza un mínimo derrame a las mayorías populares. Esto no será producto, sin embargo, del accionar especulativo o la viveza de unos pocos, como decía la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner (CFK) hace un tiempo. Al contrario, la causa de esa desigual apropiación de la riqueza colectiva será la estrategia de desarrollo encarada (y encarnada hoy en Massa-candidato). La creciente concentración del control de los bienes comunes en manos de unas pocas corporaciones transnacionales, sólo auspicia un crecimiento sin distribución ni derrame.
El proyecto de Massa, que es el de CFK y la “nueva” Unión por la Patria (UxP), es un crecimiento apoyado en la nueva estructura distributiva construida por una década de crisis, inestabilidad e inflación. El ciclo expansivo que puede vislumbrarse en el horizonte se construirá sobre las ruinas de una clase trabajadora exhausta, luego de una caída de más de 20% en sus ingresos en el los últimos diez años. La elevada inflación, el endeudamiento capilar (del Estado con el Fondo, pero a su vez de cada unx de nosotrxs con la tarjeta, la financiera o el narco) y el crecimiento apoyado en las exportaciones de productos del saqueo configuran un patrón de acumulación donde las clases populares ven diezmada su capacidad de disputar a su favor los beneficios del desarrollo de la productividad y el ingenio colectivo. Cualquier redistribución del ingreso será marginal y desigual.
En este contexto el pueblo organizado enfrenta un proceso electoral sin agenda de cambio. Las alternativas dominantes son el capitalismo (del) demente de Milei, la promesa del paraiso por la vía del ajuste sin fin de Juntos por el Cambio, y el mito del capitalismo en serio (o la máquina de humo) de UxP.
Las opciones por izquierda van del entrismo sin salida (o el laberinto graboisiano) al programa correcto aunque insuficiente de una izquierda encorsetadada (en sus propios límites). Si esas fuerzas no logran abrirse definitivamente a las luchas colectivas, callejeras, disruptivas de piqueterxs, docentes y trabajadorxs de la salud, pueblos originarios, y fuerzas populares organizadas en resistencias diversas de disputa del sentido común, la auspiciosa rebeldía popular continuará como ilusión colectiva pero desplegándose aun en campo yermo sin convertirse en esperanza.