Ratas
11Jul23El Jefe de gobierno de Buenos Aires y actual candidato presidencial Horacio Rodríguez Larreta sostuvo que la presencia de ratas en 62 escuelas de la ciudad se debe al boom inmobiliario. Dijo: “¿Dónde hay ratas? Al lado de las obras. Cuando al lado de la escuela hay una construcción que mueve los cimientos, en esas situaciones hay (ratas).“
Siempre hay una excusa para justificar la aparición de síntomas de decadencia.
En la década del 90, en la Venezuela anterior a la llegada de Chávez, en las páginas de los diarios se desarrolló una polémica sobre el valor alimenticio de la perrarina. Esta es una marca comercial que, en ese país, identifica a la comida para perros. La polémica surgió porque los vendedores de este alimento observaron un aumento de sus ventas en los barrios populares, pero para consumo humano. En las publicaciones de la época aparecen consultas a carniceros, dietólogos y por supuesto a los directivos de la empresa. La revista “Producto” en la edición de diciembre de 1990, publicó las declaraciones de Carlos Figueira, un comerciante del Barrio los Erazos (San Bernardino): “Las ventas de Perrarina han subido 50%. a gente no tiene para comprar los retazos de carne que antes se regalaban”. Ese articulo concluía diciendo: “Esos llamados retazos no son otra cosa que el borde liposo de la carne, el excedente que –precrisis– se entregaba en el mostrador de cualquier carnicería y que ahora se empaqueta a 50 bolívares el kilo. Adiós a la grasa, bienvenido el saco de alimento para perros, por lo demás, con un PVP de 39,40″. Según los que firmaban este artículo: ¡Comer perrarina era saludable!
La mención a la perrarina, viene a propósito de los comentarios sobre las ratas de Rodríguez Larreta. Cuando en una sociedad descienden los niveles de vida y se empiezan a resignar derechos, quienes usufructúan la crisis, siempre tendrán una explicación.
Lo objetivo es que la mayoría de nuestro pueblo transita desde hace años una situación de decadencia, de endeudamiento, y de precarización de sus condiciones de vida. Esto excede a cómo nos alimentamos. Basta prestar atención a la situación de las escuelas, los hospitales y los transportes públicos, para advertir esa decadencia. Edificios en malas condiciones y con falta de insumos básicos, son atendidos por trabajadores y profesionales mal pagos. Quienes hacen posible que se mantengan los servicios públicos viven muy estresados, porque deben correr de un trabajo a otro para redondear un salario aceptable.
La derecha responsabiliza de los males de este país al “populismo”: contratos de trabajo demasiado rígidos, gastos sociales para atender a desocupados e indigentes, personas que se jubilaron demasiado jóvenes, gastos de la política, proliferación de universidades públicas, etc. No hay mención alguna a los subsidios que reciben las empresas privadas de servicios, a los millones de dólares que se escapan por falta de control del comercio externo, o al reconocimiento de la estafa del FMI.
Cuando les toca gestionar, como en la ciudad de Buenos Aires, la aparición de ratas en los colegios, certifican el progreso de la ciudad.
Unidos por la Patria se indigna por la presencia de ratas en los colegios en la Ciudad de Buenos Aires, pero mira para otro lado cuando aparecen en las provincias que gobierna. Se preocupa por la situación de los desocupados pero la pone a Victoria Tolosa Paz al frente del Ministerio de Desarrollo Social. Se queja del FMI, pero reconoce la estafa; se enoja con los grandes empresarios pero no los toca ni con el pétalo de una rosa. Se queja del avance de la derecha y propone como candidato a presidente a un político de derecha.
Un pueblo en decadencia es un pueblo exasperado, que exige cambios frente a una situación que se le vuelve insoportable. Y también allí la derecha toma ventaja porque promete grandes cambios. Aunque los cambios que propone van en la dirección de agravar los padeceres populares.
También está la opción de cambiar hacia la izquierda. Pero los partidos del FIT-U, han vuelto a demostrar en la coyuntura, que tienen vocación de minoría. Habiendo podido instalar una figura pública como Myriam Bregman, con una gran capacidad de empatizar con sectores populares, la empezaron a cascotear acusándola de populista. Cuando había que acompañar la protesta popular, como si lo hicieron en Jujuy, eligieron desangrarse en una interna para dirimir quién es más “troskista”. Los pueblos sospechan de quienes no tienen la capacidad de unirse.
Lo único seguro, es que las ratas sobrevivirán a esta elección. Y que nos seguirán haciendo el cuento, hasta que aparezca una fuerza política con un proyecto de poder y vocación unitaria y transformadora.