Los carabineros de Loudun

Los carabineros de Loudun

12Jul23 0 Por Fátima García y Alfredo Grande

El caso más famoso de posesión diabólica colectiva que se conoce tuvo lugar en 1634 en la pequeña ciudad francesa de Loudun.   Las monjas ursulinas del convento de la localidad, fuerion supuestamente hechizadas por el Urbain Grandier, párroco del convento. Fue acusado de brujería, de acuerdo con el testimonio de las endemoniadas, y condenado a morir en la hoguera. El auxilio de siempre bien ponderada Wikipedia nos permite introducir este texto. En la Revista “Cítrica” leemos: Nicole perdió el 95 por ciento de la visión del ojo izquierdo. En la Unidad de Traumas Oculares (UTO) del Hospital del Salvador le dijeron que el daño era irreversible, el impacto afectó la mácula, la coroide y la retina. La misma noche de año nuevo, a pocos metros, Diego Lastra y Matías Orellana perdieron la vista. También por un ataque de Carabineros. El intendente de Santiago, Felipe Guevara, consideró “positivo” el balance de la jornada y felicitó a la fuerza por su accionar “pacífico”.

No estamos autorizados para afirmar que los carabineros estaban bajo el efecto de una posesión diabólica. Aunque es dable suponer que si lo estaban, no ajeno a esa posesión el entonces presidente Piñera. Pero nos detenemos en este hecho sanguinario porque las casi 500 personas que fueron acribilladas en forma planificada en los ojos, padecen de un delito de acción permanente.  Análogo, no igual, pero análogo a la desaparición de personas. En este caso, lo desaparecido es un ojo. Que recuerda a las torturas medievales a las cuales la Santa Inquisición era tan afecta. Un delito de lesa humanidad que no prescribe ya que el mismo se sigue cometiendo en tanto la lesión es permanente, constante y no tiene reparación. El padre Urbain Grandier fue acusado de brujería, sus huesos triturados en las mazmorras de la inquisición y luego quemado vivo en la hoguera. En lo que se llamaba fuego lento porque se usaban ramas húmedas para prolongar por horas el martirio. Hoy diríamos causa armada por el ladino cardenal Richelieu.

 Hoy la crueldad del martirio de perder un ojo y desfigurar un rostro no dura horas.  Durará toda la vida. Es lo que la Santa Inquisición, brazo armado de la Madre Iglesia, denominaba tormentos ordinarios. Santa Inquisición que siempre ha gozado de terrenal y celestial impunidad. Las autodenominadas fuerzas de seguridad, también. Los gobiernos pasan, quedan policías. Que tienen autonomía total, porque disponen de su propia caja. Acá, allá, acullá. El periodista Muath Amarneh (arriba) muestra su ojo izquierdo y parado en el lugar donde le dispararon en el pueblo de Surif, al norte de Hebrón, en la Cisjordania ocupada.

De repente “sentí que algo me había golpeado la cara, como si mi cabeza hubiese sido arrancada […]. La sangre caía por mi cara. Estaba de rodillas y no podía levantarme”.

Según testigos, Muath fue herido por una bala de goma que contenía metal. Un fragmento metálico le reventó el ojo izquierdo, ahora sustituido por uno de cristal.

Un escáner muestra un trozo de metal todavía atrapado detrás de la órbita, cerca del cerebro. Su historia se hizo viral en las redes sociales palestinas, donde algunos se grabaron con un vendaje de pirata y escribieron: “Los ojos de la verdad nunca serán cegados”.

La política de ojos arrasados no es solo represión.  Es una restauración conservadora, reaccionaria, feudal, de mesianismo clerical. Es pisotear cualquier declaración de derechos. Fascismo de paladar negro. El Orden patricio al que aspira Patricia. Y no es la única. Ya no es suficiente escuchar a Pablo Milanés porque queda claro que los traidores no pagarán sus culpas.

Tipificar la sistemática acción de disparar a los ojos como delito de lesa humanidad es necesario. Los carabineros/demonios de Loudun hoy tienen su vindicación histórica. Han vuelto a torturar y quemar a los Grandier de hoy para que los cardenales Richelieu de nuestra actualidad sigan reinando y tiranizando. La semilla de la Inquisición ha germinado.  La tortura sistemática forma parte del “debido” proceso de las fuerzas de seguridad y ocupación. La tragedia es que cada vez se aleja más el socialismo y cada vez está más cerca la barbarie.

Foto Revista Cítrica.