Palestina: 100 años de guerra
31Jul23El muy buen libro del historiador Rashid Khalidi “Palestina. Cien años de colonialismo y resistencia”, repasa el último siglo de su tierra natal, y los efectos de la ocupación por el Estado de israel. ,
Rashid Khalidi (Nueva York, 1948) es un historiador de renombre, de origen palestino-libanés, más tarde convertido en profesor universitario es una verdadera autoridad en cuestiones relacionadas con el mundo árabe y el Oriente Medio. Podría decirse que en lo que hace a su implicación en los asuntos de su tierra de origen que de raza le viene al galgo, ya que es tataranieto de Yusuf Diya Khalidi, que fue alcalde de Jerusalén. Alarmado ante las noticias que anunciaban la instalación de un hogar judío en Palestina escribió, este alcalde, al promotor de la iniciativa y del sionismo Theodor Herlz, informándole que la visión que él, y sus epígonos sionistas, mantenían eran absolutamente falsa: Palestina no era una tierra desierta sino que estaba poblada no como también se decía por tribus nómadas sino por agricultores, existiendo un tejido social y cultural dinámico, avisándole, por otra parte, que los habitantes del lugar no se dejarían alejar y desposeer de su tierra. La respuesta del sionismo, desoyendo la advertencia, se tradujo en los hechos, y las cifras cantan, y el autor del libro también; finalizada la Primera Guerra Mundial, comenzó ya el desmembramiento de la comunidad palestina, al instalar empresas de titularidad judía que no admitía mano de obra árabe, con la ola de inmigración de numerosos colonos judíos, con el apoyo de los países occidentales y más en concreto de las autoridades del Mandato Británico, recién instaurado. El vaciado de población autóctona se disparó en 1936-1939 a raíz de la Gran Revuelta árabe contra el dominio británico; la represión acabó, de uno u otro modo, con entre el 14% y el 17% de los varones adultos que fueron asesinados, heridos, encarcelados o exiliados. Vino a sumarse a lo anterior, la persecución de Hitler a los judíos, que supuso que muchos de ellos buscasen refugio en tierras palestinas; así, si en 1932 la población judía de Palestina era el 18%, en 1939 superó el 31 por ciento. Esta fue la creciente base que supondría el desplazamiento de la población palestina, y el reforzamiento de las milicias sionistas y más tarde del Ejército israelí, que supuso en mayo de 1948 el triunfo militar y político del sionismo. Esta masiva colonización supuso la conversión del país, que era abrumadoramente de mayoría árabe, en un Estado de dominio judío. Dominio que se tradujo en expulsiones de la población, del latrocinio de sus tierras y viviendas, pretendidamente compradas a sus propietarios, lo que en los hechos no era más que una calderilla simbólica, que se hacía aceptar a sus propietarios por medio de amenazas, recurriendo para ello a matones. Hasta la toponimia de los lugares, en árabe, se borró del mapa, para dar lugar a nuevos nombres de los vencedores. El resultado fue el enfrentamiento de dos pueblos, de dos culturas lo que devino además en las fricciones entre religiones ya que tanto los judíos como los cristianos se daba un unión con los textos bíblicos, quedando relegados los musulmanes; el oportunismo del sionismo hizo que de ser un movimiento laico añadiese a su ideario la religión judía. La aceptación sin pestañear de aquella política, por parte de la comunidad internacional, fue vendida como un acto de civilización, amén de la creación de un baluarte civilizatorio contra la barbarie, representada por unos árabes que odian a los judíos, además de ser incapaces de organizarse y de trabajar. Nada nuevo bajo el sol, son el tipo de argumentos utilizados por cualquier empresa colonialista que se precie, ya sea en Sudáfrica, Argelia, Australia, EEUU, etc., etc., etc. Más tarde, o a la vez, vendrían las versiones que niegan la realidad: los palestinos no existen, es un invento, o a lo más y en el caso de aceptar su existencia se les considera inferiores a los judíos y punto. Los disfraces argumentales sirvieron, para quienes estén dispuestos a aceptar el karaoke dominante, para pasar de una reivindicación colonialista de los primeros sionistas a ocultarla bajo otros ropajes más lights, armado eso sí y plasmado en un poderosísimo ejército israelí con apoyo absoluto de los EEUU, llegando a vender su invasión como anti-colonial. Así pues, la implantación y la extensión del estado de Israel fue apoyada abiertamente, y lo es, por el imperialismo que trataba de borrar del mapa a los palestinos recurriendo para ello a una abierta, o solapada, guerra colonial, y así «esta guerra ha continuado desde entonces, en ocasiones librada abiertamente y otras veces de forma encubierta, pero invariablemente con la aprobación tácita o manifiesta, y a menudo con la participación directa, de las principales potencias del momento y el beneplácito de los organismos internacionales que estas dominaban, la Sociedad de Naciones y la Organización de las Naciones Unidas».
Tras una ubicadora introducción, Rashid Khalidi en su «Palestina. Cien años de colonialismo y resistencia», publicado por Capitán Swing, presenta de manera pormenorizada seis declaraciones de guerra (1917-1939 / 1947-1948/ 1967 / 1982 / 1987-1995/ 2000-2014) y obviamente la génesis y desarrollo de cada una de ellas…así vemos a la maquinaria militar israelí en marcha, aplastando, machacando, invadiendo y bombardeando países ajenos, vemos la ampliación de su espacio vital, noción con resonancias nefastas, con la anexión de nuevos territorios ocupados por los fogosos y violentos colonos, trabajando por la leopardización de Palestina lo que aleja de manera absoluta la posibilidad y capacidad de asentar un Estado palestino, conocemos el caso omiso a las decisiones de la ONU acerca del derecho a volver de los refugiados palestinos…y otros aspectos que alimentan la resistencia palestina.
Si en la Declaración de independencia en 1948 se hablaba de igualdad con el paso de los años y con nuevas leyes añadidas, se ha consagrado la marginación de la población árabe, se ha despojado de las propiedades a éstos y se ha decidido que no pueden ser propietarios, lo que supone entre otras el derecho (?) que poseen a ser robados sin recato. Proclamando a los cuatro vientos que los palestinos no tienen derecho a autodeterminarse ya que no poseen tierras, ni capacidad. La proclamación clara de que Israel es un Estado-nación del pueblo judío, parece basarse en la supuesta unión entre los derechos religiosos, de la Biblia / Tora, con la supuesta sangre heredada, como si una religión dotase o se transmitiese vía ADN…posturas que se asemejan a las que se utilizaron como moneda al uso en tierras europeas con aquel siniestros Blut und Boden (Tierra y Sangre), salto mortal y medio del terreno lógico ya que nadie nace judío, dejando de lado las conversiones al por mayor que se dieron, más allá del supuesto árbol genealógico del rey David, en toda la cuenca del Mediterráneo o anteriormente en el reino de los jázaros, conversión decretada por el rey al decretar el judaísmo como religión oficial (Constantino marcó el camino).
En el espacio dedicado a las conclusiones, se puede ver algunas pinceladas de interés que a cualquier defensor de los nacionalismos esenciallstas, les rebotarán, al sostener que las naciones no nacen sino que se construyen, todas incluidas obviamente la palestina y la israelí, como ha sucedido en diferentes geografías como EUU, Canadá, Australia, Nueva Zelanda; esto supone que se está en una situación en la que hay dos pueblos en la misma tierra (es un decir, en la medida en que pudiera dar a entender, dicho así, que se trata de una relación entre iguales, de co-habitación…).
Queda resaltado el peso que en la balanza del conflicto juega EEUU, tanto desde las instancias del poder (ahí están las decisiones de Donald Trump sobre la capitalidad de Jerusalén y otras), y algunas propuestas de jerifaltes de la administración yanki que dicen que se ha de desarrollar Gaza y Cisjordania, eso sí bajo la tutela de Israel; posturas de claros resabios centrípetos que hacen que los intereses del Estado de Israel siempre queden salvaguardados y arriba como la espuma, iniciativas que se venden de una manera que hace que si fracasan la culpa será de lo recalcitrantes palestinos que no quieren arreglo alguno. En lo que hace a las ideas dominantes del país de las barras y estrellas no está de más recordar, Khalidi lo hace, que todas las historia, y leyendas, de la heroica conquista del Oeste hace que la figura del colono y del pionero tenga unas connotaciones altamente positivas.
Se detiene también el autor en tres maneras de enfocar la cuestión: por una parte, la que compara el proceso colonizador en Palestina con otros acaecidos en otros lugares; por otra, y muy unida a la anterior, se centra en el flagrante desequilibrio entre las dos fuerzas en litigio, la historia de David y Goliat al revés en lo que hace a la potencia armada, desigualdades que se presentan como naturales ya que el colonizador siempre es más fuerte y civilizado que el pobre colonizado. Se ha de sumar a todo lo anterior el funcionamiento de la engrasada maquinaria de agit-prop, tanto israelí como de los lobbys judíos del extranjero que influyen a los Estados en los que residen. Que convierte cualquier crítica al colonialismo sionista en muestra de antisemitismo.
Fuente: Kaosenlared https://kaosenlared.net/palestina-100-anos-de-guerra/