Condenados de muerte vivamos

Condenados de muerte vivamos

10Ago23 1 Por Matías Gianfelice

Morena Domínguez tenía 11 años y fue asesinada en Lanús por dos hombres mayores mientras le robaban el celular. Violencia, droga, ineficacia, el combo precario de una realidad social totalmente rota.

A las 7:27 del miércoles 9 de agosto en la puerta de la escuela Almafuerte N°60, en el partido de Lanús hubo un robo que terminó en el asesinato de una nena de 11 años. La autopsia diría horas más tarde que la mató la piña que recibió en la panza (desgarro del hígado). En la tarde de ayer la policía detuvo a los dos principales sospechosos del robo seguido de muerte: los hermanos Darío y Miguel Ángel Madariaga, ambos mayores de edad. Pero a las 7:27 del miércoles se condensaron muchas cosas más. Duele escribir en caliente sobre eso y vamos a tratar de ser lo más profundo posible.

Este cronista no tiene dudas que nada es más importante que la vida, es un derecho inalienable… o debería serlo. Justamente la vida cotidiana de Morena explica mucho de lo que pasó. Hija de una familia humilde, vecina de un barrio de Lanús, en el conurbano sur profundo, yendo sola a primera hora del día a una escuela pública. Muchas de las cosas que Morena debería tener garantizadas, como cualquier niñez que va transitando la vida, no estaban garantizadas, o bien estaban atadas con alambres. Hasta la posibilidad de salvar su vida estuvo rodeada de precariedad, desesperación y abandono. Si ayer Morena sobrevivía solo hubiese sido gracias a eso que como pueblo no nos han robado: la solidaridad humana. El barrendero que quiso frenar el robo, el papá de una compañera que corrió a levantarla, la mamá enfermera de un alumno que le hizo RCP, los docentes, etc. Porque la ambulancia no estaba ni llegaba, porque los patrulleros con los uniformados no solo no estaban y llegaron tarde, sino que ayer hicieron circular la versión de que el menor de 14 años que fueron a detener se hizo cargo del delito; esa supuesta declaración no figura en la causa, sino que es la versión del sargento que fue a detenerlo. Un dato no menor es que el municipio gobernado por el núcleo duro del PRO de la mano de Grindetti y Kravetz, hizo circular esta versión que una vez más salió de la dudosa y mentirosa policía bonaerense del núcleo duro del kirchnerismo de la mano de Berni y Kicillof. Los dos lados de la falsa grieta fallaron y en su mediocridad se llevaron la vida de una nena de 11 años.

Marketing de la mano dura e invisible del mercado

Una vez más ante el feroz e imperdonable asesinato de Morena, el círculo de los voceros de la mano dura salieron a la luz. En el medio mintieron un poco y les importó nada la familia de la nena asesinada ni las responsabilidades compartidas. Del pibe de 14 años detenido, como ya dijimos, la policía inventa una declaración de culpabilidad que por ahora no existe, y se lo vincula rápidamente a una diputada negra, cartonera, villera y mujer…Natalia Zaracho fue por varias horas el centro de todos los males nacionales para el discurso concentrado de la mano dura.

14 es apenas 3 más que 11; la vida de ese pibe también debería estar bajo análisis, para ver que nos pasa que hay centenares de adolescentes que mucho antes de los 14, incluso antes de los 11, están rodeados de paco, de hambre, de fierros, de pasta base y tranzas. La “vida del ghetto” tomó por asalto el conurbano en ambos extremos: las villas miserias en un lado y los countrys en el otro. Fuimos perdiendo los barrios obreros y clase medieros, por submundos fragmentados, unos amurallados con puas y seguridad privada y otros amurallados por narcos y pasillos del terror.

Este postura de mano dura choca con los datos de la realidad ya que bajar la edad a 14 hará que roben los de 12 y bajarla a 12 hará que roben los de 10. El problema de fondo es cómo, dónde y en qué condiciones nacen y se crían decenas de miles de pibes y pibas de nuestro país. Hoy en el programa de Ernesto Tenembaum en Radio Con Vos, entrevistaron a un alumno de la secundaria de Morena, que sueña con ser Ingeniero en Informática, hijo de feriante y colectivero; tiene ese pibe un proyecto de vida y por lo visto llegó a los 17 años (edad avanzada para muchos pibes villeros) con algún contexto social y familiar que le permitió sostenerse lejos del delito, dentro de la escuela y con sueños de progreso. Realidad que lamentablemente es lejanísima para miles de pibes que a los 11 ya son soldaditos de narcos y a los 14 delinquen con profesionalismo.

Atrás de los dos supuestos asesinos ya ventiañeros vendrán otros que ahora tendrán 10 o 15 años menos, atrás del pibe de 14 detenido hay otros de 7 u 8 que vendrán a reemplazarlos, porque el problema no está en esas individualidades, ni se va a terminar “a lo Bukele” creyendo que armando centros legales de tortura y encarcelamiento el delito se frena. El “libre mercado” (que de libre solo tiene el nombre) y el dominio absoluto del capital genera vidas humanas violentas, comunidades fracturadas y abandonadas, no combatir eso es tapar lo podrido hasta que su olor inmundo se nos vuelva a meter por la ventana.

Hartazgo social por un celular

El contexto no quita el hecho. O bien las explicaciones de fondo no alcanzan para calmar el miedo. Miedo que se vuelve más palpable en clases medias y bajas, ya que es muy probable que te roben (o maten) en Lanús o en Haedo, pero menos probable que te roben un celular y te maten en Nordelta o en Recoleta. La inseguridad es también social, los de arriba viven con comodidades y garantías que los de abajo (y los del medio) no tienen. Ir a las 6 de la mañana a la parada del colectivo en un barrio humilde o de clase media es peligroso, sos carne de cañón. Y eso no es una “sensación” ni una “construcción de los medios”. Es real. Pasa y jode con especial angustia a la gente laburante. Que te afanen un celular que te salio el equivalente a medio o tres cuartos de tu sueldo y que recién vas por la cuota 3 de la 18, en una realidad donde sacás cuenta para ver si comés alitas de pollo o “te das el gusto” de comprar 1k de milanesas; que te saquen algo tan caro te jode y mucho. Pero si encima estás expuesto a que te revienten a piñas o te maten, el miedo roza la indignación y esta trae la ceguera racional y el desborde emocional. Ayer cuando supe la noticia pensé en mi hija y mis deseos para los dos detenidos fueron poco reproducibles para una nota. Pero no debe primar esa visceralidad a la hora de buscar soluciones reales. Ojo tampoco “santificar” la delincuencia por un determinado origen social. El problema es complejo pero necesita de primeras respuestas inmediatas. Particularmente en los barrios y zonas donde más transitan las familias de laburantes que se exponen a la mayoría de los delitos callejeros.

El mayor problema de lo inmediato es las herramientas con las que se cuenta a mano. A saber: la policía es una institución compuesta por personal poco calificado, mal entrenado, asociado a cuanto hecho delictivo existe y solamente profesionalizado para plantar pruebas, armar causas o inventar declaraciones. Pensar que la saturación presencial de esos mismos policías ineficientes y cómplices del delito va a solucionar algo, es de mínima fantasioso, de máxima una irresponsabilidad absoluta. Por otro lado fiscales y jueces son la pata legal de la mayoría de las ineptitudes territoriales de las fuerzas represivas del estado. El poder judicial es especialmente lento, burocrático, elitista y endogámico; en su mayoría se compone de funcionarios que no les interesa el bienestar social ni tienen incorporado un concepto honesto de justicia. Pensar en ese poder como garante de investigación, seriedad, verdad y algún tipo de reparación sobre el delito es una utopía alejada de la vida real. Para cerrar la arista de esta parte hay un infierno no abordado: el servicio penitenciario y/o los institutos de menores judicializados. Si hay un lugar donde nada humano se hace (dejo fuera los nobles intentos educativos, deportivos y sociales de docentes, ong’s, etc) para que quien haya delinquido no vuelva a cometer un delito es en estos lugares. La deshumanización llega a niveles dantescos en cárceles e institutos. Bien dijo en esta campaña Grabois, la posibilidad de salir de prisión y tener un trabajo y/o espacio de contención y pertenencia baja de forma contundente la reincidencia. Y eso tiene una explicación clara: la delincuencia es un problema social, no es un problema policial ni individual.

No tenemos pan y ahora suspendieron el circo

Mientras vivimos una cotidianidad cada vez más empobrecida, desgastante y violenta, la clase política anda entretenida en la demagogia electoral, en el circo mediático y en la rosca sanguinaria por quedarse con cargos y cajas estatales. El delito de Morena con tan solo 11 años y la conmoción social los obligó a parar el circo antes de tiempo. Acá nace otro problema, la clase dirigente de este país (la política, la empresarial, la religiosa, la sindical y la comunicacional) solo se mueve en función de cuidar sus intereses y poco y nada le importa lo que nos pasa acá abajo. La convivencia y expansión del negocio narco en las últimas tres décadas así lo demuestran, funcionarios de todo orden y nivel son cada tanto involucrados con barras, patotas, tranzas/punteros, narcos, etc. Hemos ido cediendo el protagonismo social y colectivo de nuestras vidas, hemos delegado decisiones fundamentales en pequeños grupos de poder que a veces se pelean pero que la mayoría del tiempo negocian entre sí para el beneficio de ellos mismos. El domingo se vota y casi todas las listas generan en la gran mayoría desinterés y apatía. Lamentablemente ese desinterés hacia la clase dirigente no se contrapone con un profundo espíritu masivo de organización y ruptura por abajo; sino más bien con una hiperindividualización virtualizada por redes y por un consumo instantáneo, excesivo y para nada reflexivo de aquello que vivimos y nos pasa, pero que nos abruma tanto que no intentamos razonar. Un abandono de la reflexión colectiva, un abandono del juntarse con otras personas es campo fértil para el prejuicio manipulado, para la emocionalidad violenta que en este caso pedirá más penas, más duras, más bala y cárcel. Ojalá desde algunos lugares podamos aportar otras ideas, otras formas de intentar cambiarlo todo. Mientras tanto otra vida más nos arrebatan, 11 años llenos de sueños que se nos fueron como arena entre los dedos.