Modelo de producción argentino

Modelo de producción argentino

12Ago23 0 Por Juan Miguel Gortari

Un debate insuficiente y postergado

Motivado por el título del trabajo publicado en Tramas el día cinco de agosto del corriente año El modelo productivo argentino en debate  y fundamentalmente por el respeto que desde todo punto de vista me merece el autor del mismo, Julio Gambina, me enfrasqué en su lectura con la esperanza de encontrar respuestas a un tema como el planteado, que considero de fundamental importancia. Creo que cuando alguien se toma el trabajo de escribir una idea y publicarla persigue algo que supera con creces su propio interés. Por  un lado, expresa su compromiso y voluntad de contribuir al esclarecimiento y o superación del  tema planteado  y, por otro,  busca siempre, como contrapartida, tener una respuesta  que contribuya al enriquecimiento del debate del tema propuesto. Este ida y vuelta, este intercambio crítico, entiendo es la respuesta necesaria para que fructifique la idea y la intención plasmada en lo publicado.

Esta es la  razón que me llevó a escribir mis impresiones en relación al tema.

Contrariamente a lo que sugiere Julio Gambina en el título de la nota, creo que en nuestro país sucede precisamente lo contrario, esto es, el ocultamiento  y/o naturalización del modo de producción vigente en Argentina y buena parte de los países de A.L. Este hecho impide y posterga su imprescindible debate sobre sus causas, consecuencias y su posible superación.

La ausencia o insuficiencia de debate a la que hago referencia se pone de manifiesto y es notoriamente evidente al prestar atención a las declaraciones y propuestas que los distintos candidatos hacen al electorado motivados por el proceso electoral en marcha. Nadie, absolutamente nadie, hace mención al sistema de producción referido y, coincidiendo con Julio Gambina, es evidente que la mayoría de los partidos u organizaciones políticas con opciones de llegar al gobierno o de ocupar algún cargo en el estado lo tienen como fuente de gobernabilidad y generadora de los dólares necesarios para seguir respondiendo a las imposiciones que, endeudamiento por medio, nos vienen de la mano del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del imperialismo yanqui.  Por otro lado, sigue siendo la contraparte necesaria en los acuerdos que se llevan adelante o se insinúan con otras potencias que al igual que la anterior y por otros medios, disputan la propiedad y usufructo de nuestros bienes comunes en detrimento del buen vivir de nuestros pueblos.

Otros partidos políticos y organizaciones de distinto tipo y funciones, sin opciones a ser gobierno y o de ocupar cargos, y  en algunos casos por  razones absolutamente entendibles relacionadas con la necesidad de resolver cuestiones vitales, tampoco lo hacen.

La argumentación por la cual sostengo  la insuficiencia y postergación del debate, se sostiene en el hecho de constatar que al referirse al tema, cuando se lo hace, no se lo considera como producto de un proceso histórico de décadas que se ha materializado en la actual estructura sociopolítica y económica del país. En el mejor de los casos se atribuyen las causas del modelo a tal o cual medida de tal o cual gobernante de turno, sin dar cuenta de la continuidad existente y del carácter estructural  y estratégico del proceso. Proceso que agudizó nuestra dependencia y subordinación a las nuevas condiciones y necesidades surgidas en el sistema capitalista mundial como consecuencia de la crisis de la década del setenta. Proyecto de país surgido con la reestructuración impulsada por la dictadura cívico militar de aquellos años, continuado y mejorado por los sucesivos gobiernos democráticos, siempre ajustado a los intereses y designios del 1% de la humanidad que rige los destinos de la misma.

Tampoco se consideran suficientemente las consecuencias que el mismo ha tenido en las condiciones de vida de la sociedad que, desde aquellos días, se ha visto sometida a un proceso de envenenamiento y degradación sistemática de sus bienes comunes (aguas, tierras, bosques, mares, alimentos, biodiversidad, culturas), concentración y extranjerización de la tierra, de distribución inequitativa de la riqueza producida, de urbanización de su población y vaciamiento del espacio rural.  

Porque si bien Argentina y buena parte de la Región Latinoamericana fuimos históricamente proveedores de materias primas al poder central de turno, el modelo desarrollado en la actualidad lleva implícito la utilización de un paquete tecnológico (biotecnología, nanotecnologías, ingeniería genética, agricultura de precisión, agrotóxicos) que le asigna al actual modelo funciones que van más allá de lo estrictamente relacionado con la obtención de materias primas, a la obtención de plusvalía, a la acumulación y concentración de riqueza y recaudación de dólares. Tiene además una función degradadora y  destructiva de nuestra sociedad y de nuestros bienes comunes. Generaciones de argentinos, abuelos, padres, hijos y nietos, han y hemos pretendido desarrollarnos  en este escenario sin que podamos advertir que nos han convertido en un  gran laboratorio a cielo abierto, en los nuevos conejillos de indias. La pandemia agudizó notoriamente este proceso.

Porque a pesar de la enorme cantidad de información existente y disponible, de trabajos científicos, nacionales y extranjeros, relacionados a distintos problemas producidos por el actual modo de producción, a pesar de los registros estadísticos respecto a la incidencia de la pobreza e indigencia en nuestro país, de trabajos que dan cuenta de su impacto en la salud y las capacidades de nuestros niñes,  y de sus implicancias presentes y futuras, no es tema de debate político y mucho menos motivo real de preocupación por parte de la dirigencia política. El grueso de la sociedad, traccionada por la angustia del día a día y enajenada por el bombardeo constante de información a través de los medios masivos de comunicación y de las redes (también productos del sistema) tampoco está en condiciones de hacerlo.

¿Cual el impacto que la desnutrición y el envenenamiento de” los alimentos” han tenido y tienen en nuestra sociedad? ¿En el desarrollo y calidad de vida de las generaciones de niñxs, hoy muchas personas adultas, en sus capacidades de aprendizaje y de resiliencia? ¿Cuál su impacto en la capacidad de resistencia soberana de nuestro pueblo ante semejante agresión a su forma y calidad de vida? ¿Cuál su influencia en la formación política ideológica en general  y en la formación técnica profesional  en particular, recibida durante décadas por las sucesivas tandas de generaciones de argentinos? Un dato interesante a tener en cuenta es que la mayoría de los candidatos y dirigentes que disputan cargos y funciones en todos las instancias del Estado, los responsables potenciales de propiciar este debate, se han formado en este escenario, no conocen otra cosa, lo han naturalizado como parte de sus vidas y accionan en consecuencia.

En momentos en donde algunos promueven la creación de nuevas Universidades y  ampliación del sistema de educación pública ¿Se debate el rol del Estado, el de las universidades y los centros de investigación y de desarrollo, el de las escuelas y el de los conocimientos vertidos a través de los distintos programas de estudio, en el desarrollo y consolidación del modelo de producción vigente?

Documentos y declaraciones de distintas fuentes, hacen referencia a la necesidad de avanzar hacia un sistema de producción post capitalista que responda a la crisis civilizatoria que atravesamos, ¿se ha debatido o se está debatiendo, cuáles serían las líneas directrices que orienten el proceso a desarrollar y nos aproximen al carácter que podrían llegar a tener las nuevas relaciones de producción surgidas a la luz del desarrollo actual de la fuerzas productivas?¿Qué hacer con el desarrollo tecnológico, con la Inteligencia artificial, con los nuevos materiales, con las nanotecnologías, con el desarrollo biotecnológico y el de las comunicaciones y la informática?

¿Se está debatiendo y prestando suficiente atención al hecho que el actual modo de producción esta siendo incentivado y profundizado por las expectativas que el 1 % de la humanidad tiene puestas en la posibilidad de migrar al espacio extraterrestre? Posibilidad que, más allá de que nos guste o no, nos trasciende, que está cifrada en su enorme poder económico y militar, en su capacidad de influir sobre la estructura política e ideológica mundial y en la asignación de recursos a un sistema científico y tecnológico subordinado y funcional a sus intereses, que día a día lo abastece de nuevos conocimientos y tecnologías?  ¿Y que en este escenario no sólo hay capitalismo para rato sino que además, en medida creciente, el 99 % restante de la sociedad nos constituiremos en un estorbo y un problema a superar?

“Distintas fuentes coinciden en indicar que el dia  2 de agosto de este año hemos terminado con el capital natural disponible para los 365 del año, excediendo en un 74 % la capacidad de los ecosistemas para regenerar los recursos naturales, ya hemos consumido todo lo que el planeta puede abastecer.”

¿Se está debatiendo esta situación y el hecho que estamos viviendo a cuenta de las posibilidades de vida digna y desarrollo de las generaciones futuras, esto es, de la vida de nuestros hijes y nietes?

¿Nos estamos preguntando qué hacer para lograr el buen vivir de la población mundial que se estima llegará a ser de 9000.000.000 de habitantes en el 2050?

A modo de propuesta

Estoy de acuerdo en que el endeudamiento de nuestro país es un elemento determinante  de las condiciones actuales sociopolíticas y económicas de pobreza e indigencia, de sobreexplotación de la fuerza de trabajo, de la subocupación y desocupación existente. Pero me parece que la deuda y el endeudamiento no pueden ser pensados como un objetivo o un fin en sí mismo. Coincido en que romper este eslabón de la cadena es absolutamente necesario, pero para lograrlo, tenemos que poder construir el poder que lo haga posible.

Detrás de ambiciones genuinas de acumulación de fuerzas y de poder que hay detrás de muchas de las acciones que desarrollamos, se nos escurre el tiempo y no pocas veces perdemos lo acumulado, intentando arribar al gobierno a través de los procesos electorales.

Mientras tanto seguimos perdiendo recursos sobre los que aun ejercemos cierto grado de autonomía política y que, en caso de decidirlo, podrían convertirse en estratégicos para avanzar en la construcción de la alternativa post capitalista que buscamos. Me refiero a la disponibilidad de millones de hectáreas de Tierras, de bosques, a la disponibilidad de fuentes de agua, de biodiversidad, de fuentes de energías, de recursos económicos (sueldos, jubilaciones y pensiones, planes, honorarios), organizacionales (políticas, sindicales, cooperativas, sociales, de pueblos originarios, feministas, religiosas), saberes, historia, diversidad ecosistémica y cultural, etc. Todos estos elementos podríamos usarlos como insumos para la construcción de la organización que necesitamos, y al hacerlo, estaríamos generando la autonomía política, económica y financiera necesaria que haga posible un proceso de construcción con continuidad en el tiempo y el espacio. Condiciones  que son necesarias para acumular fuerzas y poder que, por un lado, impidan que nos sigan quitando lo que aún nos queda y, por sobre todo, nos permita sentar las bases políticas, ideológicas y materiales que vayan prefigurando un modo de producción post civilizatorio alternativo al vigente. Contribuiríamos de esta manera, a la construcción de la unidad de la diversidad del campo popular con horizontalidad en el proceso de toma de decisiones que garantice la participación de todes. Llegaríamos a los procesos electorales con fuerza propia y sólidas bases de sustentación en territorio, que darían otro sentido a las disputas por espacios del Estado.

Con esta organización como referencia, podríamos avanzar hacia la reconquista de todos los bienes comunes que nos fueron expropiados y apuntar definitivamente a la solución de los problemas estructurales que nos aquejan. Podremos manifestar concretamente nuestra necesidad de soberanía política e independencia, contribuir a la unidad latinoamericana de nuestros pueblos y  la de su soberanía alimentaria, apelando a la producción y formas de vida agroecológicas que durante milenios implementaron los pueblos originarios. Conocimientos que, en complementariedad con los avances científicos actuales apropiados y con los postulados surgidos de los feminismos anticapitalistas y antipatriarcales, se constituyen en un andamiaje sólido en donde sostener todas las acciones que nos permitan salir del atolladero en el que nos encontramos .

Juan Miguel Gortari