El después de las PASO: desconcierto oficial, devaluación y la reproducción de la vida en crisis

El después de las PASO: desconcierto oficial, devaluación y la reproducción de la vida en crisis

17Ago23 0 Por Mariano Feliz y Melina Deledicque

La derrota categórica de la fórmula oficialista en las PASO aceleró la crisis sin precedentes que está enfrentando la economía argentina. Milei pica en punta hacia la elección de Octubre, Juntos por el Cambio recalcula, y el gobierno mira desorbitado la situación.

Mariano Féliz y Melina Deledicque

“Algo está por pasar, algo está por venir” (Beto Quantró / Peter Capusotto)

Muchos esperaban un resultado adverso para el gobierno en las PASO pero pocos que el gobierno respondiera como lo hizo frente a la derrota. Buscando emular a Mauricio Macri, el Ministro/Candidato decidió una devaluación violenta el lunes posterior a la elección. Solo la existencia de múltiples controles en el mercado cambiario evitaron que el dólar se disparara en espiral hasta niveles insospechados (como si ocurrió en Agosto de 2019 cuando no había “cepo”).

Sin reservas en el Banco Central, el gobierno actuó espasmódicamente intentando contentar al Fondo Monetario Internacional (FMI), quien aun debe aprobar el desembolso multimillonario acordado a fines de Julio. Luego de haber jurado y perjurado que no habría una devaluación discreta (es decir, que se continuaría con la devaluación progresiva, o crawling peg), la decisión del gobierno de Alberto Fernández de aumentar fuertemente (22%) y de una vez el valor del dólar mayorista dejó a la política económica y a las posibilidades electorales de Unión por la Patria (UxP) frente a un abismo.

Casi sin explicación oficial, la decisión de devaluar fue acompañada de una suba de 21% en la tasa de interés de referencia y mayores regulaciones a la compra de dólares MEP y CCL (paralelos, pero legales). El impacto inmediato fue no sólo la “corrección” de la mamushka de tipos de cambio (MEP, CCL, Qatar, Cold Play, Cripto, Lujo, Ahorro), sino que disparó una estampida sobre los precios de todas las mercancías. Todos los actores económicos, pequeños y grandes, salieron a protegerse instantaneamente en una combinación de suspensión de ventas y subas de precios especulativas o preventivas. Con una inflación que supera el 110% anual, y una devaluación violenta, nadie quiere quedarse quieto porque el riesgo de descapitalización es muy grande. La debacle se acelera por la mera posibilidad de una “dolarización” (anunciada hasta el cansancio por Milei, hoy el candidato más votado) que llevaría el valor del dólar a más de 10000 pesos y multiplicaría la desvalorización de nuestros ingresos.

En el marco de una incertidumbre general alimentada por el triple empate electoral, la devaluación (esperada pero una y mil veces desmentida) provocó un fogonazo inflacionario. Por impericia, error de cálculo o efecto del cachetazo en las urnas, la decisión del equipo económico puede poner en coma cualquier sueño de llegar a la segunda vuelta electoral. En conferencia de prensa del Martes 15 a la noche funcionarios del Ministerio de Economía  (sin Massa) intentaron explicar las negociaciones en curso para poner un tope a los precios y (exageraban) retrotraer algunos. Sus caras lo decían todo: desazón y desconcierto.

La combinación de una alocada respuesta oficial frente al triunfo simbólico de un “loco de atar” (simbólico porque todavía no se consumó, no porque no pueda ocurrir) golpeó fuerte en los títulos públicos y las acciones argentinas en los mercados globales. Fue sólo el shock inicial, pues con el pasar de los días, acciones y títulos públicos caminan a paso firme hacia su recuperación. El capital financiero, temeroso, sigue convencido de que el futuro del capitalismo argentino es venturoso para sus intereses.

Si la inflación había bajado a 6% en Junio y 6,3% en Julio de 2023, ya se esperan incrementos de más de 10% en Agosto. Justo días antes de la elección presidencial, el INDEC debería informar el aumento oficial en el Índice de Precios al Consumidor (IPC) del mes de Septiembre, que podría superar el 15%. Las frenéticas conversaciones de funcionarios del Ministerio de Economía con empresas en todos los rubros difícilmente puedan corregir el descalabro autoinflingido. Sin voluntad para utilizar la Ley de Abastecimiento, ni capacidad de control de los acuerdos de precios, o decisión para restringir las exportaciones de productos esenciales como la carne o los lácteos con el fin de contener los precios, un gobierno debilitado se desangra y nos desangra.

El silencio sepulcral del Ministro/Candidato Massa (hasta anoche), de la VicePresidenta CFK o del propio Presidente de la Nación, son indicativos del desconcierto y la incertidumbre. Ayer se multiplicaban las versiones de la posible renuncia de Massa al Ministerio de Economía.

Se agota el tiempo. En el marco del acuerdo con el Fondo y de la incapacidad de enfrentar la presión sobre el dólar sin reservas internacionales, Massa parecía haber decidido correr el último tramo hacia la elección sin la mochila de ser el Señor del Ajuste. Sin embargo, en su aparición televisiva (TN) a tres días de la derrota, confirmó que seguirá en el cargo. Con una crítica furibunda al ex-Ministro Guzmán (quien “huyó de un día para el otro”, afirmó), anunció sin precisiones, una demorada suma fija para una fracción de les trabajadorxs. Parece poco y tarde.

El agobio ha conducido a millones de personas a votar convencidos de que es mejor “malísimo por conocer” que “malo conocido”. El resultado no está escrito en roca pero la profundidad de la crisis económica sólo augura una profundización de la crisis social y política. Las fuerzas populares deben prepararse para enfrentar la radicalización del ajuste que parece ser el futuro que ya llegó. La implosión social (y no la explosión popular) es producto de un ruido ensordecedor provocado por las promesas vanas de un régimen político en descomposición. El voto a Milei no sólo marca un descontento con las fuerzas políticas tradicionales sino que expresa el deterioro profundo de consensos colectivos y conquistas en el seno del pueblo. La vida cotidiana de millones se hace insoportable y las palabras y promesas no convencen. Es hora de salir a recuperar la conciencia popular en la escuela de la organización y la lucha, escuchando (no predicando), para construir un futuro en el que -como decía Rosa Luxemburgo- todos seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres.