¿Y después del voto qué?

¿Y después del voto qué?

26Ago23 1 Por Matías Gianfelice

Esta nota intenta debatir fraterna y respetuosamente con la muy interesante nota del 25/8 de Daniel Campione en Tramas.

Necesarias aclaraciones: quien firma esta nota se hace único responsable de las opiniones aquí vertidas, ni el portal en el que colaboro (Tramas-Periodismo en Movimiento) ni el espacio político que me agrupa (Colectivo Militante La Fragua) son responsables ni comparten mis opiniones. Por otro lado, no hay originalidad alguna en mis ideas, todo lo que pueda expresar son conclusiones a las que llego gracias al debate, el intercambio y los aportes de personas muy valiosas que me acompañan en la vida.

¡Todos a votar! (aunque no tengamos proyecto político que ofrecer)

Estamos en el auge del proceso electoral 2023, en un país que oscila entre una mayoría que entiende la política como una feria de circo que se abre cada dos años y en donde votar es lo único importante que podemos hacer y una minoría intensa que asume el activismo político cotidianamente en territorios, escuelas, fábricas, universidades, comedores populares…o redes virtuales.

Si damos por válido que el proceso electoral, más allá de estar en el marco de un sistema legal/gobernante burgués, es un momento de auge en el debate político, donde podemos hablar con esa mayoría bastante podrida y descreída de “la política y los políticos”, entonces es necesario no obturar el intercambio de ideas y opiniones.

La nota de Campione comienza argumentando sobre el carácter pro patronal y extractivo indisimulable (más allá del esfuerzo retórico de usinas progres como C5N) del candidato peronista Sergio Massa. Y añade que con esa estrategia se busca aleccionar a quienes estamos en la izquierda, bajemos banderas votándolo ante el desafío de un “mal absoluto” que estaría enfrente. Negando así el voto frontal y a lista completa al FITU.

Continua con una frase, a mí entender clave, para el análisis actual:

“Puede aducirse con buenos motivos que el capital local y trasnacional que actúa en nuestra sociedad no tiene un verdadero ‘proyecto de país’…”

Aquí yace el nudo de mi (humilde y quizás poco certera) crítica a la nota. Creo que la burguesía tiene bien claro el proyecto de país. Es más tiene dos, ambos a mi modo de ver, inviables, y por eso lleva décadas en un mar donde surfea crisis con algunos relativos momentos de calma. Podríamos decir que hay un proyecto extractivo/financiero, que encarnan en esta coyuntura Bullrich y Milei (y Macri, Larreta y todo Juntos por el Cambio), el cual podrá ser muy viable en términos de productividad, márgenes de ganancias y efectividad capitalista; el problema es que ese proyecto, en el mejor de lo casos, le da una vida plena y feliz a 7 u 8 millones de personas…les estaríamos sobrando casi 40 millones. Por eso es un modelo inviable, que solo puede dar algunos pasos y avances mediante represión y profundizando la dominación cultural y de conciencia. El otro proyecto de un sector (minúsculo y atrasado) del capital local es el peronista: esto es extractivismo pero para fomentar un desarrollo industrial periférico y subsidiario, mientras las migajas las usamos para algún tipo de asistencialismo que contenga la fractura social que el propio sistema genera. Otro proyecto inviable porque al no enfrentar los nudos de acumulación del capitalismo local desde el 76 para acá, enseguida entra en crisis y termina ayudando a ensuciar todo ese relato lleno de banderas que son válidas y que quedan a merced del aparato ideológico de los sectores más liberales, que vuelven al poder más fuertes que antes.

A mí entender el problema está en que nuestras izquierdas (la trotskista del FITU y las otras izquierdas que no somos de ese espacio) no tenemos hace décadas, ni pareciera que vayamos a tener, un proyecto de país más o menos claro, más o menos creíble, más o menos realizable y más o menos efectivo que convidarle a nuestro pueblo. Esa ausencia es fundamentalmente la que lleva las expresiones electorales de la izquierda como el FITU (ni hablar de espacios más chicos que no llegan al 1% y menos aun quienes ni siquiera ponemos en pie alguna propuesta electoral) al papel de “el aislamiento sectario es un buen camino para circunscribir a quienes se atreven a ser críticos del capitalismo a un rol de comparsas, de actores muy minoritarios de un juego que los excede”.

Llegar a las urnas con el voto quemado y la derrota cantada

El problema, olvidando la coyuntura por un rato, no es a quienes votamos en octubre o en noviembre (si es que hay segunda vuelta). El problema es que si no construimos soluciones reales a los problemas reales en el día a día, si no somos capaces de sumar a millones de personas a un ideario ecosocialista o progresista o aunque más no sea reformista; si perdemos toda injerencia política en nuestro pueblo reduciéndonos a lanzadores de consignas que empiezan a sonar vacías, si no podemos salir de una praxis política ritualista pero cada vez menos efectiva para conmover a nuestra clase, entonces pensar en las urnas es llegar mal y tarde, nos parecemos al 4 de Racing que lesionó al Colo Barco; cuando no pido que seamos Cavani y toquemos todas bien y de primera, pero por lo menos intentemos ser como Fabra que aunque parezca en un cumple y distraído cuando avanza lo hace con convicciones y se la juega hasta el final, incluso tirando lujos y alguna gambeta.

Pensar en la estricta coyuntura es parte de este problema. Así como adhiero al argumento de “algún día nunca llega” a la hora de llamar a votar a la izquierda; ese mismo argumento y esa misma canción (buen homenaje a Creedence Clearwater Revival hace la nota) vienen sonando en nuestras izquierdas hace décadas cuando algunxs proponen empezar a estudiar más a fondo la realidad y empezar a elaborar de conjunto con el pueblo un proyecto político de país que supere de una vez la mera intervención reivindicativa de algunas luchas, para poder pasar de una vez de posiciones defensivas a posiciones ofensivas.

¡Síganlo! no nos va a (volver a) defraudar

El compañero Campione hace un correcto y certero análisis de lo que Massa y el peronismo viene siendo y sin dudas será si continúa en el poder. Es el propio ministro el que nos empobreció aun más en un par de horas con la devaluación del lunes post PASO, quien encima evidenció que lo hizo sin en la más mínima intención de sacar un paquete de medidas populares que morigeren el golpe al bolsillo de la clase trabajadora. A su vez el candidato Massa salió a pedir la escupidera de sectores conservadores como el peronismo cordobés, como Larreta y la UCR, etc. ¿El programa de Juan XXIII? Quedó más oculto que los manejos turbios del Vaticano. Tiene razón Daniel que la táctica de influenciar por “izquierda” y “desde adentro” al peronismo lleva unas cuantas décadas de derrota. En eso tendrán que hacer aquellos espacios que abonan a esa tesis política una severa autocrítica.

El problema como clase es que no aparecen ni somos capaces de construir en ninguna de las expresiones, partidos, espacios, organizaciones un proyecto de país que nos saque de esta vida miserable, precaria y violenta. Y si algo no podemos negar, aunque nos duela, es que el pueblo nunca cesa en buscar esa salida. Básicamente porque a nadie le gusta vivir y ver vivir a los suyos en condiciones tan desastrosas. ¿Dónde busca? A veces donde no queda otra o con aquellos que proponen algo, aunque ese algo nos vaya a doler más que el sufrimiento actual.

Insisto soy parte de la clase trabajadora, un militante/activista de izquierda no trotskista que votó en las PASO la lista completa del FITU y que lo volveré a hacer en octubre. No debato con la nota del compañero el voto; sino que intento plantear algunas cuestiones que van más allá. Y como parte de nuestra clase y como sujeto de izquierda, me duele y me preocupa pensar y revisar lo que hacemos de este lado. Lo que haga este peronismo, que es cada vez más una expresión neoliberal y encima menos masiva que antes, será un problema que tendrán que repensar ellxs. A lo sumo me interesa seguir dando el debate con aquellas bases y aquellxs compañerxs que con posturas muy cercanas a las nuestras, siguen creyendo que la solución está ahí adentro o votando al menos malo.

Lo ajeno que sí me preocupa y que me lleva a estar revisando y releyendo otros momentos de la historia de la lucha de clases, es el avance en el consenso violento y represivo que van tomando los proyectos de Milei y Bullrich; emergentes de un liberalismo neofascista que gana adhesiones en partes importantes de nuestra sociedad. Eso me preocupa, no me asusta ni me pone en ingenuo ni en cómplice con votos a burgueses; pero sin dudas me obliga a discutir y debatir con una enorme mayoría a la cual hace añares no sabemos como interpelar, como emocionar ni convocar. Quizás la tarea de este tiempo, sin poner tanto el ojo adentro del sobre ajeno, sea masificar y unificar algunas luchas y sensibilidades sociales, para que el futuro post 10 de diciembre nos encuentre, en el parlamento, en la calle, en el barrio, en el laburo, en la escuela y en la vida, lo más unidxs y consientes posibles de los enemigos que enfrentaremos.

De anzuelos e ilusos

Para cerrar y agradeciendo que el debate sea con buena música de fondo, le dejo al querido compañero Daniel y a quienes vayan a leer esta nota un poco de música. Porque quizás es verdad que la política sea algo más duro y traicionero de lo que yo sea capaz de aceptar. Quizás mis intentos de debates estén (una vez más) fuera de lugar o kilométricamente errados. Pero algo fui aprendiendo en tanta lucha y en tanta organización, un pueblo que no habla, que no debate, que se calla y espera, solo desespera. Y de esa desesperación los lobos sueltos se comen los corderos…