Massa con munición gruesa sale a la caza de les votantes desilusionadxs

Massa con munición gruesa sale a la caza de les votantes desilusionadxs

27Sep23 0 Por Mariano Féliz

Mientras quienes se presentan como candidatos a la Presidencia de la Nación se preparan para el primer debate televisivo del domingo 1 de octubre, el ministro/candidato oficialista Sergio Massa pone toda la carne al asador.

En las últimas semanas desplegó hasta el límite los instrumentos disponibles de política fiscal de cortísimo plazo, anunciando programas de transferencias directas e indirectas de ingresos por miles de millones de pesos y alcanzando a decenas de millones de personas. El resto de los candidatos combate armas desiguales, en una batalla que Massa apuesta no perder.

En un mar de malas noticias macroeconómicas, el gobierno del ministro/candidato Massa enfrenta el último tramo de la carrera presidencial buscando recuperar la iniciativa. Con una inflación desbocada y una economía que acentúa su desaceleración (cuatro meses consecutivos de caída interanual), la política fiscal amplía su carácter redistributivo con tónica electoral. Rebaja del impuesto a los salarios para asalariados formales de ingresos medio/alto, devolución del IVA para el resto de les trabajadorxs (hasta 18800 $ mensuales), nuevo “IFE” (Ingreso Familiar de Emergencia) para el conjunto de aquellos más precarizados (dos pagos de 47000 pesos en Octubre y Noviembre), e incluso beneficios para trabajadores autónomos y monotributistas y otros múltiples bonos y complementos de ingresos, se convierten en un paquete de medidas tardías pero que impactan de lleno en los bolsillos populares. La decisión de financiar estas medidas con el exceso de recaudación del impuesto PAIS a las importaciones y con adelantos (no aumentos) en el pago del impuesto a las ganancias del sector financiero (bancos, aseguradoras y fintechs) marca también la voluntad de sostener un aura de “racionalidad” y “prudencia” fiscal. Aunque las transferencias al conjunto de las fracciones del pueblo no se comparan con las multibillonarias transferencias que reciben diariamente las exportadoras (hoy mismo, el “dólar Vaca Muerta”), el sistema bancario-financiero, el resto del gran capital y el FMI, estas acciones muestran la voluntad de Massa de mostrarse como el Candidato para un futuro venturoso en un gobierno fracasado. Hasta la Vicepresidenta pidió disculpas, en su último acto público, por el deslucido gobierno del Frente de Todxs.

El giro conceptual del oficialismo pretende construir un nuevo mito desarrollista apoyado en el saqueo energético. Ese proyecto se apoyaría en un proyectado superávit comercial a partir de 2024 y un presupuesto fiscal que continúa con el ajuste acordado con el Fondo. El salto exportador aportará nuevos ingresos fiscales a las deterioradas arcas públicas. Al mismo tiempo, el proyecto presentado en el Congreso el 15 de Septiembre (que sólo se discutirá luego del resultado electoral del 19 de Noviembre) propone continuar con los recortes en el gasto público ya muy marcado, pero acompañado ahora con un proyecto de reducción de subsidios al gran capital (gasto tributario) junto con la propuesta de ampliar la carga impositiva sobre las grandes trasnacionales. Esta última propuesta, acordada en el ámbito de los países de la OECD (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), busca poner un piso a la tributación que todas las empresas transaccionales pagan a los Estados nacionales, más allá de su residencia formal. Esta estrategia entra sin problemas en el set fiscalista del FMI: reducir el déficit recortando gasto, pero también ampliando impuestos.

Ninguna de estas acciones ataca, sin embargo, el principal problema del gobierno: la inflación desbocada. El gobierno negocia congelamientos de precios parciales y insuficientes, pero no está en condiciones políticas (es un gobierno de salida, no un gobierno empoderado por el voto popular) de plantear ahora un programa de estabilización macroeconómica. Esta limitación es el flanco más débil de un gobierno que no logró desandar el deterioro en los ingresos populares de la última década, sino que lo profundizó y consolidó. Es por acá que golpea con dureza el discurso de Milei que ofrece una solución mágica pero una solución al fin, mientras el gobierno muestra sólo incapacidad para dominar la espiral inflacionaria. La acción más reciente del Ministerio de Economía en el plano inflacionario da cuenta de las debilidades: publicar semanalmente una estimación de la inflación que no hace el INDEC, que no tiene metodología pública, y nadie sabe cómo se calcula. A menos que el gobierno crea que ese indicador será descendente en el tiempo, y a la vez creíble, esta población sólo alienta el proceso indexatorio y por lo tanto la inflación. ¿Qué pasará si el dato del INDEC para Septiembre (que se publicará a pocos días de la primera vuelta electoral) da muy distinto a la nueva estimación?

A pocas semanas del día D para el oficialismo, la alianza Juntos por el Cambio (JxC) cruje sin rumbo, mientras intenta volver a ubicarse como la némesis del Kirchnerismo. El debate económico parece no haber sido productivo para Bullrich pues su candidato a ministro de Economía (Carlos Melconián, a la sazón director de la Fundación Mediterránea, que alguna vez lideró Domingo Cavallo) pasó a cuarteles de invierno luego de unos pocos días de raid mediático contra la dolarización. Por su parte, si bien Milei sigue intentando explicar sus proyectos económicos, ese discurso pierde centralidad pues carecen de sustancia y verosimilitud el plan motosierra y la dolarización, y el intento de explicarlos solo aliena a las fracciones no fanáticas de su electorado. La campaña entra en horas claves.

Mariano Féliz

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