Las batallas contra los pueblos de Julio A. Roca

Las batallas contra los pueblos de Julio A. Roca

19Oct23 0 Por Guillermo Cieza

El 19 de octubre de 1914, falleció Julio A Roca, un personaje siniestro que participó en todas las batallas que permitieron construir el Estado oligárquico a contrapelo del proyecto de Nación de la gesta independentista: Combatió a los últimos caudillos federales, participó en el genocidio del Paraguay y de los pueblos originarios de la Patagonia y reprimió a los anarquistas.

Si hay una figura emblemática del mito de que la oligarquía fundó la Nación Argentina, es sin duda Julio Argentino Roca. La idea de una Nación creada por la Sociedad Rural y el ejército “nacional”, en la década del 80, reivindicada por la derecha argentina, lo cuenta como prócer indiscutible.

Julio Argentino, cuyo segundo nombre denota que ese país existía antes que él naciera, era hijo de un guerrero de la independencia, José Segundo Roca, que tomo partido por los unitarios. Alejo Julio Argentino (como figuraba en su acta de nacimiento) fue educado en la Escuela Militar de Entre Ríos y siendo muy joven acompañó a Urquiza en las batallas de Cepeda y de Pavón.

Con tropas bajo su mando, debutó persiguiendo a Angel Vicente “El Chacho“ Peñaloza, uno de los últimos caudillos que se opuso al plan unitario de un país dominado por los porteños y asociado al capital británico.

Con los militares de su familia, incluído su padre, participó activamente en la denominada “Guerra de la Triple Alianza”, donde fue aplastado el proyecto nacional independiente del Paraguay y perecieron 4/5 partes de la población masculina de ese país. El proyecto nacional paraguayo, liderado por Gaspar Rodriguez de Francia y los Solano Lopez (padre e hijo) había mostrado la posibilidad de desarrollarse autónomamente de la dominación inglesa y se había convertido en potencia sudamericana con elevados índices de bienestar y educativos de su población.

Como Ministro de Guerra de Nicolás Avellaneda, Julio Roca se puso al frente de la denominada “Campaña al Desierto”, que consistió en el desalojo de los territorios mapuches y tehuelches y el exterminio de sus poblaciones. Las tierras arrebatadas fueron repartidas entre los generales, los financistas de la expedición y las compañías británicas. El propio Roca recibió como premio la Estancia La Larga, donada por la Legislatura de Buenos Aires, con una extensión de 20 leguas cuadradas (46.620 Ha).

Los éxitos alcanzados con el genocidio originario le aseguraron el reconocimiento de la oligarquía que lo promovió para ocupar dos presidencias (1880 hasta 1886 y desde 1898 hasta el año 1904).

En la última de ellas, se ocupó del nuevo enemigo interno emergente de la oligarquía: los sindicalistas de origen inmigrantes, mayoritariamente identificados con el anarquismo.

En la Argentina de principios del siglo XX las huelgas obreras empezaron a inquietar a los que se consideraban dueños del país. Primero fue una huelga donde adhirieron 4000 portuarios, a la que se sumaron posteriormente marineros y foguistas. Después surgieron los conflictos de los panaderos, los trabajadores de Bunge y Born, los fabricas de sombreros y alpargatas, los ferroviarios, etc.

En 1902 los conflictos se agravaron. Hubo un gran paro de estibadores que paralizó el puerto de Buenos Aires. También hubo conflicto en los talleres metalúrgicos Vasena. El 22 de noviembre se realizó una huelga general que fue la más importante de América Latina.

La respuesta del gobierno de Roca a esa conflictividad social fue la Ley de Residencia, cuyo mentor fue Miguel Cané. La ley, que tenía 5 artículos, daba al Poder Ejecutivo la facultar de expulsar a extranjeros que hayan sido condenados o perseguidos por los tribunales extranjeros, por crímenes o delitos de derecho común, y, además podría ordenar la salida de todo extranjero que atentara, o comprometiera la seguridad nacional o perturbara el orden público. Y agrega que, una vez que una persona fuera sindicada como agitador o delincuente, el gobierno podía expulsarlo del país con un plazo máximo de tres días. En la primera semana de aplicación deportaron a quinientos activistas sindicales.

Las tropelías de Roca y compañía no fundaron la Nación Argentina, apenas aportaron a constituir un Estado oligárquico a imagen y semejanza de las clases poseedoras. Al igual que Videla, Massera y compañía, no representan la identidad nacional. Nuestra identidad y nuestra Nación se empezó a forjar en las guerras independentistas encarnadas por un sujeto popular diverso donde confluyeron, como en todos los países de América latina, criollos, mestizos, afrodescendientes y originarios.

La intervención realizada al monumento de Roca en la ciudad de Bariloche, en ocasión del último encuentro plurinacional de mujeres y disidencias, cubriéndolo con símbolos originarios dan cuenta de una decisión de empezar a revisar “la historia oficial” que nos contó la oligarquía.  

Foto de Portada: Agencia Paco Urondo.

Fotos interiores: Nora Tamagno.